Capítulo L: Emma

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Casi no había podido dormir y, las pocas veces que logró conciliar el sueño, estaban llenos de pesadillas.

Era 22 de febrero, temprano en la mañana, y ya estaba lista para salir de casa. Draken le había dicho sobre la petición que le había hecho a Emma para ese día, pero ella, solo por si acaso, quería asegurarse de que no estuviera sola en ninguno de los días circundantes a la que creía se había convertido en la fecha más importante de su vida. Así que decidió ir a buscarla a su casa para ir al colegio juntas y, luego en la tarde, regresarían a la casa de los Sano o la dejaría con Draken.

Sin embargo, respingó cuando su celular empezó a vibrar con nuevos mensajes, uno tras otro. Se detuvo en el genkan, a medio camino de colocarse los zapatos del uniforme, para leerlos, su corazón acelerándose mientras lividecía, paradójicamente, de a poco.

«Tenjiku nos anunció ayer la guerra!»

«La fecha para el enfrentamiento es hoy. Te aseguro que le ganaremos a Tenjiku. Pero es raro que intenten hacer algo más hoy cuando ya quedamos de acuerdo con la hora del enfrentamiento.»

«No creo que pase a mayores y que a Emma...»

«Aun así, seamos precavidos»

Releyó los mensajes.

¿Por qué, a pesar de las palabras de Draken, tenía un mal presentimiento?

Manjiro le había contado sobre el aniversario de la fundación de Black Dragon y no comprendía la necesidad de usar ese día para enfrentarse. Quizás tenía un simbolismo que se escapaba de su entendimiento en ese momento. Para ella, sería más importante no mancillar ese día con el derramamiento innecesario de sangre porque era el obsequio que Shinichiro les había dado a ambos hermanos.

Pero sentía que algo se le escapaba. Si todos estaban haciendo preparativos para la noche, ¿por qué atentarían contra Emma?

Sus piernas titubearon del sitio al cual debía ir.

¿Quizás debía ir con Manjiro? ¿Con Emma? ¿Con quién debía estar para evitar el futuro? Quería regañar a Manjiro por no decirle nada, pero agitó la cabeza y marcó el número de Draken para llamarlo.

—Eh, hola... —susurró Draken, el viento se escuchaba de fondo.

—Buenos días. No deberías conducir mientras hablas por teléfono.

—Fuiste tú la que me llamaste.

—Lo siento. —suspiró ella, no había modo en el que Yuzuha le hubiera dado mal la fecha—. ¿Quizás vas donde Emma?

—Sí. Estoy un poco intranquilo, a pesar de todo. Ya casi llego.

—Yo también —susurró ella—. Gracias por creerme, Draken.

—Aún estoy un poco escéptico, pero no hay nada de malo en tomar alguna medidas extra y...

—¿Eh? ¿Draken?

Escuchó la voz de Draken y, le pareció, que la del señor Mansaku. Luego, le siguió el traqueteo de la moto.

—¡Mierda! Mikey y Emma fueron al cementerio.

—¿Qué? —Ella palideció.

—No están en casa y sé que Mikey puede cuidar a Emma, pero si algo le pasara...

—Voy en camino, Draken. No voy a permitir que Emma...

—¡Yo tampoco!

Ambos colgaron los teléfonos y la chica se colocó el abrigo para salir. Sin embargo, cuando iba a cruzar la cerca del jardín, se encontró con un chico uniformado de ToMan. Tenía el rostro cubierto por una mascarilla negra y el cabello de un leve color cereza. Se quedó muy quieta cuando se enfrentó a sus ojos claros enmarcados por unas pestañas largas. Había una belleza etérea en él, pero ella captó el ligero atisbo de animosidad que le dirigió para después camuflarla con una sonrisa.

Destino fortuito || Manjiro Sano x ReaderWhere stories live. Discover now