6. Pedir perdón

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La situación entre las dos mujeres era delicada, ambas estaban mal, sí, pero se negaban a atender sus necesidades, estaban más preocupadas por la otra que por si mismas; Cuba quería cuidar a Venezuela, y Venezuela quería cuidar a Cuba.

—¡Déjate cuidar! —gritó Venezuela, molesta por la terquedad ajena.

—¡No necesito que me cuides, tú estas peor! —gruñó y se puso firme —Mírate. . . ¡Ya ni siquiera puedes moverte sin vomitar petróleo! ¡Y tus grietas empeoran cada día!

Venezuela frunció el ceño —¡Al igual que tú, por Dios, Cuba! ¡Eres una. . . —jamás pudo terminar su frase, puesto que de repente sintió un ardor horrible en su garganta. Abrazó su estomago y quiso evitar vomitar, pero le fue imposible, cayó al sueño (de rodillas) y dejó que todo aquello saliese.

Cuba se asustó por la repentina situación, saliendo corriendo hasta la ubicación de la mayor; se agachó hasta su altura, comenzando a masajear su espalda mientras que la rubia seguía en lo suyo, en estos momentos le importaba un carajo si se llegaba a ensuciar de petróleo. 

La venezolana intentó regular su respiración, pero a los pocos segundos lo único que hizo fue soltar lágrimas de desesperación y amargura; Cuba no sabía que decirle en estas situación, sólo acomodó el cabello de la mayor (para atrás y con el objetivo de que este no se ensuciara con petróleo), acto seguido se recostó en el hombro rojizo y la abrazó.



Tabaco y Flores |Cuba x Venezuela|Where stories live. Discover now