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Manuel había sido internado en el piso tres un día antes de la llegada de Valentín al sanatorio, Mateo estaba muy molesto porque no lo dejaban subir a ver a su amigo y los enfermeros hijos de puta no le decían nada sobre su estado así que se las arregló para que lo subieran al piso tres y con la conveniente llegada del nuevo camillero se le prendió el foco.

Los camilleros y enfermeros tenían un rígido codigo de vestimenta y el novato había cometido el error de usar una campera que seguro tendría algo útil en los bolsillos para Mateo, se sintió como un niño en dulceria cuando encontró uno de sus más grandes tesoros y que no le dejaban por nada del mundo tener, se trataba de un mechero, talvez sea por sus tendencias piromaniacas.

Mateo se las ingenio para esconder ese tesoro pero sabía que era la pieza ideal para que lo lleven con su mejor amigo.

Así que al siguiente día le prendió fuego al almacén disfrutando del placer que le provocaba el calor de las llamas, era cálido y sofocante como el cariño de mamá, se planteó quedarse un rato ahí hasta que sentía que le faltaba el aire y se asfixiaba con el humo denso, si fuera en otras circunstancias Mateo se hubiera quedado ahí sin luchar pero tenía un objetivo y quería ver a Manuel así que cuando se rompió una ventana por la presión Mateo decidió que era hora de salir de ahí asumía que ya había provocado el suficiente escándalo.

Al salir corrió esquivando a los enfermeros pero se le acabo la suerte cuando tropezó con alguien que lo sujetó con fuerza.

Se trataba de Ribba quien llamó al novato para que lo ayudara a contenerlo, estaba en sus planes que lo capturaran pero no se lo dejaría fácil a los bastardos.

Cuando finalmente fue capturado Gastón que estaba furioso por su pequeño juego ordenó que lo llevarán al piso tres, estaba muy molesto pero a Mateo no podía importarle menos.

_ está vez te superaste a tí mismo Mateo _dijo Ribba una vez lo sentó en la silla de ruedas mientras el novato le ataba los tobillos y Ribba las muñecas, un protocolo del hospital para llevar a los pacientes en estados psicóticos al piso tres en dónde se les atendía psiquiátricamente.

Mateo no le contesto ahora se sentía cansado tenía ganas de dormir y el movimiento del elevador lo arrullaba.

_ Valentín no dejes que se duerma, ignalo mucho humo _logro escuchar Mateo a la distancia entonces sintió como el novato se arrodillaba frente a él para quedar a su altura.

_ Mateo, aún no puedes dormir _le dijo tomando sus mejillas para enderezar su cabeza, Mateo abrió un poco los ojos pero pronto los volvió a cerrar pero unas palmadas en su mejilla lo volvieron a despertar.

_ novato _llamo Mateo y después sus ojos se dirijeron a su carnet de identificación_ Oliva.

Mateo sonrió, el novato se mantenía atento.

_ gracias por el encendedor Valentín _Dijo Mateo mientras le mostraba el encendedor que tenía escondido en su mano y una sonrisa en su rostro, pronto la expresión del contrario se endureció mientras tomaba su mechero_ descuida será nuestro secreto, a menos que el bocón de Ribba diga algo.

Finalmente llegaron al tan esperando piso tres entonces Valentín se enderezó y Daniel llevo a Mateo con las enfermeras que ya los estaban esperando en la entrada del ascensor Daniel volvió a activar el elevador en dónde había permanecido Valentín y cuando cerraron las puertas Mateo volteó hacia ellos con una sonrisa complice.

_ amigo estás jodido _dijo Daniel a Valentín.

El piso tres era un lugar que todos los pacientes evitaban ser llevados, piso tres significaba tortura, dolor y locura.

Para muchos de los malditos enfermeros les era fácil amenazar a los pacientes en llevarlos al piso tres si es que no se comportaban, lo peor de todo es que si cumplían su palabra pero eran tan hijos de puta que nadie quiso subir a Mateo porque sabían que ahí se encontraría a Manuel.

La estadía de un paciente en el piso tres solía variar dependiendo la situación por lo que fué subido pero Mateo sabía que Manuel no bajaría al menos en una semana.

No podía vivir sin él por eso hizo lo que hizo, necesitaba saber que estaba bien aunque eso significará que él fuera maltratado un poco por eso.

Al llegar lo llevaron con el médico para que revisara su estado físico y si se había causado alguna lesión pero Mateo no paraba de insistir que estaba bien aún así no se pudo escapar del chequeo médico.

Al final después de determinar que al menos físicamente estaba bien lo llevaron a las duchas, después de eso lo retendrían porque había ignalado mucho humo y tenían que atender eso.

Odiaba las duchas del tercer piso pues lo obligaban a desvestirse y después le arrojaban agua fría bajo presión con una manguera de bomberos, era jodidamente cruel e inhumano, al final le dieron una bata de hospital para cubrirse y lo llevaron a su camilla en dónde lo canalizaron, le dieron un frasco de pastillas que se tenía que tomar, seguramente eran los malditos supresores Mateo se trago las malditas píldoras y la enfermera que lo estaba atendiendo lo recostó en la camilla y se fué.

Mateo cerro los ojos por un momento calmando el escozor en ellos, los sentía arenosos y le dolían un poco, se sentía cansado y somnoliento desde que estaba en el ascensor y ahora que estaba recostado se pudo relajar un poco pero no haría eso en lo absoluto.

Desde que Mateo entro a la habitación de las camillas hubico de inmediato a Manuel, estaba recostado sobre su costado y estaba dando la espalda a la puerta así que no podía verle el rostro, Mateo creía que estaba durmiendo porque no se movió ni un centímetro cuando entró a la habitación.

Mateo hecho un vistazo a la entrada para asegurarse de que no los molestaran, habían unos cuantos pasientes ocupado algunas camillas pero todo estaba tranquilo, Mateo se enderezó y con la ayuda del porta sueros con tripié se acercó a la camilla de Manuel que estaba a dos camillas de la suya.

Manuel le estaba dándo la espalda así que Mateo se acostó en la camilla junto a él debajo de las sábanas y lo abrazo de la cintura escondiéndo su rostro entre sus omóplatos y respiró su olor, ahora Mateo se volvía a sentir en paz y tranquilidad.

Una mano suavemente se poso sobre la suya y le dió un ligero apretón, Manuel estaba despierto.

_ ¿Porque estás aquí Mateo? _dijo Manuel en un susurró, entonces Mateo lo abrazo más fuerte porque entendía que su tranquilidad se debía a las drogas administradas ya que probablemente libre de todas esas cosas que te obligan a tomar en el piso tres Manuel le hubiera reñido más por estar ahí.

_ porque te extrañaba _le dijo mientras buscaba su mano entrelazando sus dedos también sentía que esas pastillas que se tomó estaban haciendo efecto, Manuel se rió suave y dulcemente entonces se movió girando para quedar cara a cara con Mateo tomándose de las manos, sus piernas se entrelazaron también.

Mateo vio el rostro de Manuel, estaba delgado y sus ojeras se marcaban más, claro signo de una falta de descanso, sus ojos se veían un poco apagados, miró embobado sus lindas pestañas onduladas hasta que Manuel hablo.

_ yo también te extrañaba.

Mateo juntó sus frentes y se acaricio contra Manuel sintiendo su corazón calentito.

_ tengo mucho sueño Manu _admitió Mateo con los ojos cerrados Manuel le sonrió aunque no lo pudiera ver así que tomó la oriya de la sabana y tapó la espalda de Mateo arropando lo.

_ entonces duerme un poco _le sugirió para después darle un beso en la frente y volver a acomodarse cerrando los ojos también.

No había podido dormir nada en tres días y ahora con Mateo volvía a sentirse en paz.

Sanatorio mentalWhere stories live. Discover now