1. Pacto.

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El Diablo siempre vive al acecho, en cada remoto lugar, en cada sombría morada, en cada paisaje tétrico.

Jueves, 1 de octubre de 1992.

Seokjin siempre se levantaba temprano a pesar de que siempre era el último en irse a dormir. Anoche había llegado tarde a su casa porque se había quedado dormido en el hospital mientras cuidaba de su madre.

Cuando llegó, Jungkook ya estaba dormido. No quiso despertarlo para decirle que había regresado, por lo que se dispuso a prepararse para dormir. Sin embargo, aquella madrugada fue distinta a las demás. Seokjin cepillaba sus dientes antes de irse a la cama, cuando escupió la espuma del dentífrico y volvió a mirarse al espejo, se sobresaltó tanto que casi perdió el equilibrio tras ver a Jungkook reflejado en el espejo detrás de él.

— ¡Joder! — exclamó. Se apoyó sobre el lavabo y miró a su hermano completamente desconcertado — ¿Jungkook?

El joven estaba parado en el pasillo. La única luz que había en la casa era la del baño que iluminaba su cuerpo parcialmente, lo que hacía parecer su rostro tan sombrío. Jungkook no contestó.

Seokjin se acercó a su hermano lentamente, creía que había algo raro en él. Cuando se aproximó lo suficiente se dio cuenta de que estaba dormido y se sorprendió de que estuviera sonámbulo. Hasta donde él sabía, Jungkook no tenía ningún trastorno del sueño, pero había leído y escuchado en algún lugar que era peligroso despertar a un sonámbulo. No sabía si era cierto, pero no quiso arriesgarse.

Balbuceaba un par de cosas que el mayor no pudo comprender, pero se puso a la altura de sus hombros y acarició su cabello con delicadeza y afecto.

— ¿Jungkook? — cuando posó una de sus manos sobre su mejilla, el joven cargó todo el peso de su rostro en ella como si fuera una almohada. A Seokjin le causó mucha ternura — Ven conmigo, te llevaré de vuelta a la cama.

Tomó su mano y dirigió su cuerpo hacia su habitación. Dieron un par de pasos en la oscuridad del pasillo, hasta que Jungkook se detuvo abruptamente. Preocupado, Seokjin le preguntó qué había pasado, y aunque no esperaba alguna respuesta, lo siguiente que su hermano pequeño hizo le inquietó.

Dio media vuelta hasta parecer que observaba la sala que estaba cruzando la cocina. La puerta estaba abierta, podía notarse brevemente la claridad de las farolas que se colaba por la ventana. Jungkook levantó el brazo y apuntó hacia aquella dirección.

Al principio, Seokjin no comprendió la situación; observó varias veces hacia la sala, pero solamente podía ver la silueta del sofá... Hasta que Jungkook dijo algo que jamás olvidaría:

— Nos está observando... — susurró, aún con los ojos cerrados.

— ¿Quién? — preguntó Seokjin creyendo que se trataba de un sueño que estaba teniendo.

— Quiere mi cuerpo — susurró de nuevo —. Nos está observando.

Seokjin suspiró sintiendo su cuerpo frío y pesado al mismo tiempo. Tuvo una mala sensación que se apoderó de su cuerpo, y cuando volvió a mirar hacia la sala, se dio cuenta de que había otra silueta; como si fuera la cabeza de alguien que estaba sentado en el sofá. La tensión se volvió abrumadora.

Probablemente, la adrenalina y el miedo les salvó la vida aquella noche. Seokjin dirigió a su hermano a su habitación rápidamente, sin mirar hacia atrás. Lo acostó en su cama, lo arropó y le dijo que todo estaría bien. El corazón le latía con mucha fuerza, incluso había comenzado a sentir calor y sus movimientos se volvieron erráticos.

Cuéntaselo al Diablo (jikook)Where stories live. Discover now