2. Maleficio.

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Viernes, 2 de octubre de 1992.


Jungkook no había ido a visitar a su madre como le había prometido a Seokjin. Después de aquel suceso tan traumático, y hundido por el dolor, volvió a su casa arrastrando los pies como si fuera a desmayarse.

Sentía tanto dolor que creía que moriría. Nunca había sentido algo así, ni siquiera los golpes le dolían como le dolía el vientre; era como si sus riñones se inflamaran o algo dentro de algún órgano se deshiciera o desgarrara en su interior. Los dolores eran constantes, como si algo fuera a explotarle dentro; ni siquiera estar tumbado le facilitaba el descanso, aunque a veces parecía que encontraba una posición favorecedora, lo cierto era que el dolor volvía a insistir.

Aquel día le dijo a su hermano que no iría a clases. Seokjin lo entendió, había estado curando sus heridas durante la noche y haciéndole remedios caseros para aliviar el dolor de tripa. Veló por él toda la noche y le hizo prometer que, si el dolor persistía, irían al hospital.

— Descansa, ¿de acuerdo? Si tienes hambre, he hecho arroz esta mañana — le dijo su hermano antes de marcharse.

Jungkook asintió, no tenía fuerzas ni para hablar. No obstante, Seokjin estaba muy preocupado; antes de salir, volvió a verificar por enésima vez que no hubiera nadie en la sala. La imagen de anoche todavía le atormentaba.

Cuando oyó que la puerta se había cerrado, Jungkook se incorporó lentamente. El sonido del silencio le inquietaba y se sentía observado. Aquello que le sucedía era nuevo, jamás había experimentado algo así, pero le atribuyó aquello a lo que había vivido ayer en el metro. Cada vez que cerraba los ojos, podía ver los restos del cadáver de Malcolm esparcidos a lo largo de las vías.

De no ser porque un fuerte dolor le sorprendió, ni siquiera se había dado cuenta de que la vecina muerta le observaba a través de la ventana.

Jungkook, con las manos en el vientre y todavía sufriendo, la miró desconcertado. Ella nunca aparecía de día, pero allí estaba; mirándole con aquellos ojos fríos y desnuda.

Desde que la había visto la primera vez, no había dejado de verla, pero jamás había aparecido durante el día.

El joven se levantó de la cama como pudo. Tenía la intención de correr la cortina para no verla, ni que le viese ella, sin embargo, cuando se aproximó a la ventana, vio que había alguien más con ella.

No pudo ver de quién se trataba, únicamente vio una mano que se asomaba con un cuchillo. La mujer tomó el puñal sin ninguna expresión en el rostro y después, se apuñaló a sí misma en el vientre.

Tanta fue la impresión, que Jungkook se sobresaltó y retrocedió. La muchacha se hizo una incisión horizontal, como una herida de cesárea. Cuando comenzó a desengrarse, Jungkook sintió o terrible dolor en los riñones y en alguna otra parte de su vientre que, por alguna extraña, razón, no podía identificar.

Después de la sangre, de la herida se le cayeron los intestinos, cosa que le provocó náuseas, pero, aun así, no pudo apartarse de la ventana. Solamente, tras ver que se asomaba un feto, el útero y la placenta, Jungkook logró apartarse de la ventana conteniendo sus increíbles náuseas. En ese momento, sintió que el pantalón se humedecía.

"¿Me he... orinado?" Se cuestionó a sí mismo. Pero al bajar la vista, el pantalón pijama azul pastel, tenía una gran mancha de sangre que se expandía por la tela.

De repente, oyó un llanto. Un llanto infantil, como el de un bebé, y se le puso la piel de gallina. E ignorando el dolor, logró ponerse de pie a duras penas para observar hacia la ventana de la vecina nuevamente. Allí vio a ese hombre de nuevo... A ese hombre que vio en el parque y también en el metro.

Cuéntaselo al Diablo (jikook)Where stories live. Discover now