2. Welcome to Maranello

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Había llegado el día, hoy iba a viajar a Maranello

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Había llegado el día, hoy iba a viajar a Maranello. Estaba muy emocionada, amaba ese pueblo tan lleno de vida, pero lastimosamente no iba disfrutar, tenía una misión que cumplir.

Me desperté a las 6:00 am, me metí en la ducha. Estaba aplicando shampoo en mi cabellera cuando...

-¡Puta madre!-se me había metido jabón a los ojos.

Estire mi mano para alcanzar mi toalla y poder limpiarme los ojos. Salí de la bañera, me lave la cara, me vestí y ya estaba lista. Mi abuela iba mandar a alguien para que me recogiera y me llevara al aeropuerto. Lo malo de esto es que no podía ser Félicité, tenia que cambiar mi nombre por "Alaska Laurence". Claramente por que era buscada al igual que mi familia, literalmente muchos imbeciles nos querían muertos, ademas la policía nos buscaba.

Al llegar al aeropuerto recibí una llamada de mi abuela.

-Mi niña, cuídate mucho.- me dijo.

-Si abuela, sabes que estoy preparada.-

-Lo se, lo sé pero eres mi bebé preciosa.-dijo con la voz entrecortada.

-Voy a estar bien, adios te amo.- no quería llorar por eso le colgué.

Yo obviamente no iba a viajar en un avión con cientos de personas, que flojera tener que soportar al bebé que llora, el hombre que ronca muy fuerte, el aliento de ese niño, ¡No gracias!

Me fui a la zona donde salían los vuelos privados con mi pasaporte en mano, si no supiera que fuera falso hasta yo me creía que me llamaba Alaska. Me indicaron mi sala de espera y espere un rato.

Tenía que matar el tiempo en lo que anunciaban mi vuelo, saqué mi libro de mi bolso y me puse a leer.

"Vuelo 365, con destino a Maranello, favor de abordar".

Ese era mío.


Al estar ya dentro del jet privado me empezaron a entrar los nervios, el viaje era corto y estaba asustada, no sabia con seguridad como iba a resultar, pero ya estoy aquí y yo nunca me hecho atrás.

Estaba metida en mis pensamientos cuando la azafata llego a mi lado. -¿Se le ofrece algo señorita Laurence?-

-Una copa con champagne me ayudaría bastante en estos momentos.- le di una sonrisa un tanto fingida.

-Con mucho gusto.- dijo y se alejo.

En lo que llegaba mi copa, empecé a sobre pensar más la cosa, iba a matar a un hombre.

-Aquí tiene señorita.- dijo poniendo la copa sobre la mesita.

-Muchas gracias.-

Sinceramente no tenía ganas de hacer absolutamente nada, ni si quiera leer mi libro. Tenía tanta flojera que hasta no podía cerrar los ojos, por que para hacerlo tenia que cerrarlos y eso me causaba mucha flojera y ademas era mucho que hacer. Bebí mi copa de un solo trago y finalmente me dispuse a dormir.


Félicité's CrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora