Lili Anderson

2.8K 297 77
                                    

Podia entender cada cosa que me dijo Victoria, pero mi corazón me decía que no debía aceptar eso. Pero, ¿qué podía hacer? Ella había dejado claro su posición y no iba a interferir en su matrimonio, aunque me doliera, debía alejarme de ella, por el bien de ella y por el mío.

Sola descubrí lo que sentia por Victoria, es más que agradecimiento lo que mi corazón sentia, era más y me di cuenta en el momento que ella me había dicho que no podíamos estar juntas, no sabía si eso era malo, o simplemente ella no era capaz de luchar por algo. Aunque ella tuviera un deber, siempre hay otras maneras de solucionar, o era solo yo, no entendiendo su posición.

Esa noche no volví a salir, escuche que Victoria llamo a mi puerta preguntando si cenaría, a lo que no le di respuesta, no estaba enfadada con ella, era conmigo, por haberme ilusionado cuando yo misma escuche que ella se casaría, pero ¿quién se casa con alguien que no ama? Era la parte de los adultos que no lograba entender, ellos hacían cosas que para mí no tenían sentidos.

A pesar de todo, el encierro me ayudo mucho, había logrado recordar algo más, ese auto en el que me subieron y el rostro de esa mujer, ella tenía el cabello rojo y un diente de oro, su aliento era a menta con nicotina, lo que me hace pensar que era fumadora, el auto tenía una placa que no correspondía a California y claro ahora me encontraba en New York, estaba lejos de casa. Era color azul y no tan lujoso, los asientos se sentían ásperos y con olor a comida chatarra. Fue lo poco que pude recordar.

Esa noche dormí con más preguntas que respuestas en mi mente, ¿debía ir a California? Mi casa estaba ahí, podía darme algo de información sobre la muerte de mis padres. Si me dolía un montón, pero había aprendido a lidiar con este dolor y solo resignarme que la vida me daría cachetada tras cachetada. Ahora lo único que pensaba era ¿qué haría de mi vida? No tenia nada, ni dinero, ni casa y sin padres, iba a ser la cosa más difícil, pero no me daría por vencida.

*******

El día siguiente igual no salí, no me sentia nada bien. Me vi al espejo y mi rostro no era nada agradable, tenía las mejillas pálidas y mis ojos rojos de tanto llorar. Victoria volvió a llamar a mi puerta y aunque no tuviera el cerrojo puesto ella no se atrevió a entrar.

- Haré de desayunar - dijo - si quieres puede bajar.

No dije nada. Desde que había logrado escapar había experimentado tantas emociones, que a veces me era casi imposible controlar, eran todas esas emociones flotando a mi alrededor y de pronto cayeran como gotas de lluvia y arrasaran con mi buen juicio. Ya me había dejado influenciar por esas emociones, no podía volver a pasar.

- Debo buscar un lugar para vivir - susurré - ¿pero dónde?

Recuerdo que mi una amiga de mi madre era mi madrina, solo debía dar con ella y pedirle ayuda, era mejor que estar cargo de Victoria.

- Lili debes salir - toco mi puerta - no puedes estar sin comer todo el día.

- Estoy bien - realmente no tenía hambre - no te preocupes.

- Dios - bufo.

Escuche que se alejó de mi puerta murmurando cosas. Ella debe de dejar de hacer eso, solo me confunde más y no quiero seguir sintiendo cosas por ella. Al rato volvió a tocar mi puerta, ya no dijo nada, así que decidí que saldrá a ver qué necesitaba, cuando abrí mi puerta no había nadie mire a ambos lados y antes de cerrar logré ver una bandeja blanca, la tome y entre.

Se había tomado el tiempo de dejarme comida en mi puerta. Dios, ¿cómo se supone que dejaré de sentir cosas por ella? No tenía hambre, pero el olor a carne era más fuerte que mis ganas de no comer, al instante que abrí la bandeja había mucha comida, con un aspecto tan agradable y mi estómago rugió, devoré cada pedazo de carne y vegetales que había ahí, todo estaba delicioso.

Justicia (proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora