Clay.

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Nadie está preparado para casi perder al amor de su vida, nadie está preparado para tener la culpa, pero él la tenía y era cristalino, tatuado en su piel como una condena.
Se preguntó si alguna vez le haría un bien a George, si regresar era tan solo revivir el dolor que instaló en aquella mirada.
No lo malinterpreten, ama al castaño con locura, lo adora y atesora cada detalle del chico con el que creció, pero aún cuando ha cambiado y nada se interpone entre ellos esta vez, las heridas no cerrarán con amor desconfiado.

George tiene totalmente justificado desconfiar de él, no tuvo que leer la carta para aceptarlo. En su juventud, le juró al chico que serían ellos contra el mundo, pero cuando la única persona a la que alguna vez quiso enorgullecer le dió un ultimátum, no tuvo la fuerza para renunciar a su madre por su chico.
Cuando aquella mujer lo apretó entre sus brazos y le susurró que su papá estaría orgulloso, se sintió como el niño que apenas descansaba por estudiar y destacar, quién tocaba decenas de instrumentos y aún así, nunca fue visto en sus recitales, nunca recibió una felicitación.

Podrán decirle que es cobarde, lo tiene claro, podrán decirle débil, pero por una vez en su vida, pudo ser querido por su madre, falsamente, pero fue suficiente para manipularlo.
Le costó reconocer que aquella mujer nunca lo quiso, que su padre tampoco, que nunca tuvo una familia como deseaba, que nunca nadie lo acompañó a sus presentaciones, le entregó flores al ganar los primeros lugares, lo defendió de los golpes con aquel cinturón de cuero, le contó cuentos antes de dormir, le organizó un cumpleaños o siquiera le preguntó su color favorito.

Nadie, excepto George.

Y eso era lo que más le dolía, George lo había amado e intentado reconstruir, intentando proteger al mocoso lleno de moretones que se esforzaba por no ahogarse entre sus entrañas y él renunció al castaño, no pudo pelear cuando los dedos de su madre acariciaron sus cicatrices y le pidió perdón, le dijo todo lo que quería escuchar para remediar falsamente su daño y él, no pudo evitar no romper en lágrimas.

En 22 años siendo un hijo, esa fue la única vez que sintió que tenía una madre.

Sabe que son traumas, lo reconoció yendo a terapia con la excusa de "curar su homosexualidad", intentando hacer todo lo posible para mantener aquella versión de su mamá.
Ahora lo agradece, por eso mantiene contacto con la mujer que lo salvó, Tina, pero en aquellos momentos, agonizó entre lágrimas durante cada sesión intentando contrastar su realidad con lo que verdaderamente estaba sucediendo.
Eso es actualmente lo único que lo mantiene en pie, reconocer que no todo es su culpa, que es una víctima que hirió a otra.

Porque sus traumas y respuestas no lo permiten olvidar que destruyó y abandonó al único que estuvo ahí, sin respuestas a los cuestionamientos entre gritos que todos le pedían. Es odiar u odiarse, culpar a la madre por criar o culpar al hijo por esperar ser criado. El jodido ciclo de la vida que no lo favoreció y lo condenó a herir al único al que nunca pudo exigirle.

Amó, amará y ama a George con cada fibra de su cuerpo, con cada hueso fracturado y costilla rota entre patadas de su progenitor. Con la marca del tacón de su madre tatuada en su espalda, con las quemaduras en sus piernas y antebrazos, ama a George con cada recuerdo lastimero y precioso. Ama a George con cada gota de tinta usada para escribir aquellas cartas de amor que guarda en una caja bajo su cama y relee en los días nublados, con los destellos de besos en sus labios lastimados, con los collares de piedras encontradas en la playa que solían visitar, con cada dolor y anhelo, ama a George consigo mismo.
Ama tanto a George que haría lo que él le pidiera, porque él no cree saber qué es lo mejor para él chico que yace preciado en el descanso de una camilla.
Ama tanto a George que lo único que desea es mejorar junto a él, pero cuando nadie más puede separarlos, los únicos con ese don son ellos mismos.

Toma la mano del chico de forma débil, está tan cálida como la recuerda, como pudo sentirla estos últimos días. Lo observa dormir, tranquilo como pocos. La imagen lo traslada a cuando descansaban acurrucados en el parque más cercano, ocultos del mundo y del abuso, siendo ellos dos contra la existencia, porque a Clay no le importaba ser odiado por sus vecinos si George lo amaba.
Pocas veces sintió tanto como en esos momentos, donde sólo puede pensar en lo mucho que el castaño merece y en lo dispuesto que está a dar todo de si para el bien del alma que ama.
Quiere, desea y anhela que George logre confiar en él, pero no importa cuánto tiempo tenga que quedarse a su lado, nadie más tiene la autoridad para alejarlo, solo George.

Quiere, desea y anhela que George logre confiar en él, pero no importa cuánto tiempo tenga que quedarse a su lado, nadie más tiene la autoridad para alejarlo, solo George

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no acepto comentarios d odio para clay, clay mi protegido

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