Capítulo CLXIX - Lamentos en la oscuridad

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La esperanza titilaba en mi pecho al verla caer, pensando que quizás ella había protegido al bebé en un último acto desesperado, descendí rápidamente las escaleras, mi corazón estaba palpitando con una mezcla de temor y anhelo, cuando finalmente llegué junto a ellos, mis ojos se llenaron de lágrimas, la mujer yacía en el suelo, rota por la caída, mi mirada se posó en el bebé que descansaba cerca, y mi corazón se hundió, a pesar de todo, el bebé no había sobrevivido.

Mis manos temblorosas lo recogieron con delicadeza, su cuerpecito estaba inmóvil, la culpa y el dolor me abrumaron, la obsesión egoísta había sellado el destino del bebé inocente, con lágrimas rodando por mis mejillas, acuné al bebé en mis brazos, mis sollozos se mezclaban con el viento que susurraba, mis manos acariciaban su pequeña forma, como si mi toque pudiera transmitirle consuelo en la muerte, las lágrimas caían sobre su rostro, una expresión silenciosa de mi lamento, había deseado salvarlo, protegerlo de los horrores de este mundo, pero en mi búsqueda, había perdido lo que realmente importaba.

Me puse de pie con cuidado, sosteniendo al bebé cerca de mí, caminé con el hasta que finalmente llego la noche, misma que paso a ser un recordatorio constante de mis errores, con cada paso sentía mas el peso de la responsabilidad y la tristeza, a mi mente venian todos los recuerdos, la primera vez que lo encontramos en aquel centro comercial, la vez que enfermo, Dios... ¿porque...?, y allí me quedé sola con mis pensamientos y con mis lamentos en la oscuridad.

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