Capítulo 5

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pablo gavi:

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Mi mano se aferra a la suya mientras caminamos hacia la orilla para ver la puesta de sol desde ahí. El cielo está teñido de colores anaranjados y podría decir que es uno de los atardeceres más bonitos que he visto desde que estoy en Ibiza, pero tener a tremenda mujer a mi lado agarrándome la mano opaca al resto del mundo, ya que ver sus ojos emocionados viendo el cielo, su sonrisa ladeada y lo bien que le queda mi sudadera beige en su cuerpo me acelera el corazón y hace que solo pueda centrarme en ella.

¿A donde vamos, Pablo?—pregunta mientras caminamos hacia la orilla, ya que la he levantado de la toalla hace breves instantes y no le he dicho nada más.

—A la orilla, que ahí se ve mejor.—le explico mientras camino de su mano hacia el mar.

Sus anillos y sus manos heladas hacen contraste con mis manos calientes. Soy como una puñetera estufa andante y por lo que he notado Ela siempre tiene las manos frías, así que nos complementamos bastante bien.

Como me salpiques esta vez si que no te libras de la hostia.—me avisa con esa cara de mala leche que pone y que me parece adorable, provocando mi risa.

Tiro de su mano hacia mi haciendo que quedemos juntos y paso mi brazo por sus hombros antes de dejar un suave beso en su cabeza con cariño. Soy así y me sale solo ser cariñoso.

Que poca confianza en mi, niña.—le digo vacilón mientras llegamos a la orilla y siento el agua mojarnos los pies.

Veo cómo aparta la mirada de mí por unos segundos antes de mirar hacia delante y fijarse en el sol que se esconde en el horizonte. Suelto sus hombros y vuelvo a entrelazar mis dedos con los suyos. Me encanta tener contacto físico con una persona, y más si nos estamos conociendo de estas maneras...

No puedo evitar mirar su bonito perfil mientras ella mira al frente esbozando una pequeña sonrisa. Me fijo en su rostro, ahora con un toque dorado a causa de los rayos del sol, y sobre todo en sus preciosos ojos verdes heterocromáticos, que ahora se ven de un color mucho más intenso debido también a la luz solar.

Joder...es la mujer más preciosa que he visto en mis cortos dieciocho años. Toda ella me tiene asombrado.

Gira su cabeza para mirarme con una ligera sonrisa en los labios y yo soy incapaz de no tirar de su mano para acercarla a mi. Nos miramos a los ojos ahora más cerca y mis ganas de besarla en estos momentos son criminales...
Subo mi mano a su mejilla para acariciar su piel suave y veo cómo baja la mirada a mis labios por unos segundos antes de volver a mirarme a los ojos.
Ese simple hecho me vuelve loco por completo, aunque con esta mujer presesente es difícil no perder la cabeza.

ÁGAPE ; pablo gavi. Where stories live. Discover now