Capítulo 15,

3K 181 17
                                    

elara ortiz:

elara ortiz:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

_____



Calor.

Tengo mucha calor.

Saco el brazo del edredón para a ver si así me refresco un poco para seguir durmiendo y es cuando me muevo para enterrar mi cara en la almohada cuando un fuerte olor a hierbabuena y limón me inunda.
Un brazo rodea mi cintura con decisión y recuerdo la noche de ayer y que estoy en casa de Pablo durmiendo.

Me muevo hacia atrás haciendo que mi espalda toque su pecho y su aliento me roce la nuca. Suspiro al ver lo calentito que está y lo bien que se siente despertarse con este hombre a tu lado mientras te abraza contra él. Suspiro cerrando los ojos de nuevo mientras mis dedos dan suaves caricias sobre su brazo intentando volver a dormir.

Al poco rato puedo notar como aprieta mi cintura contra él antes de posar sus labios en mi nuca, dándome la señal para girarme en la cama para poder mirarlo a la cara ya que está despierto. Sonrío al verlo con sus ojos aún cerrados, el pelo revuelto y la cara aplastada contra la almohada. Es que es monísimo.

Mi mano acaricia su mejilla con delicadeza mientras observo todos los pequeños lunares de su cara, su cuello y su pecho que parecen constelaciones. Cuando no me lo espero me coge de la cintura con decisión haciendo que mi cuerpo se pegue al suyo y entierra su cara en el hueco de mi cuello mientras suspira.

—Buenos días, dormilón.—le susurro con media sonrisa mientras sus labios buscan mi cuello.

—Aún no ha sonado la alarma, no hay que levantarse aún.—me dice con voz ronca mientras su cuerpo se pega por completo al mío.

Sonrío con ternura mientras acaricio su nuca bajando después por su espalda desnuda mientras dejo que sea mimoso conmigo.

—¿A qué hora tienes entreno de recuperación?—le pregunto en un susurro mientras siento sus labios en mi cuello dando suaves besos.

—A las doce, pero tengo que irme antes de casa que me dijo Fermín si lo llevaba yo.—me cuenta mientras sus manos acarician uno de mis brazos.

—Vale, pues ya me pillo un taxi a casa cuando tú te vayas.—le digo ya que tampoco le quiero incomodar.

Pablo levanta la cabeza para mirarme a los ojos y yo no puedo evitar sonreír al ver su pelo revuelto y su cara de recién levantado.

—Que taxi ni que nada, en todo caso te llevo yo. Aunque yo te iba a decir que te quedarás aquí mientras yo voy a entrenar y luego comemos juntos y por la tarde vamos al centro comercial que tengo que mirar unas cosas.—me dice acariciándome la mejilla. —¿Te parece bien?

ÁGAPE ; pablo gavi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora