Capítulo 17 🕉

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17. Mi primera vez en Corea:

 

Al llegar a casa observa un mensaje de Dyland que dice que dormirá y dándole las gracias nuevamente.  A la mañana siguiente Dyland observa la llamada de su madre y recuerda que en ningún momento habló con ella, así que decide llamarla y en segundos un silencio absoluto es lo que recibe de su parte.

—¡Madre!, ¿cómo estas?, tengo una llamada perdida y una recibida de tu parte… pero no recuerdo hablar ayer contigo.

—¿Estuviste en mi vientre nueve meses, te crie, te enseñé a ser un buen hombre, responsable y educado… y ahora te has vuelto un mentiroso que desconozco por completo —habla después de tanto silencio. 

—No recuerdas esa llamada porque no fue contigo que hable… sino con la mujer que dice ser tu esposa.

Dyland coloca el teléfono en altavoz mientras escucha atento:

—En dos semanas es el cumpleaños de Queen, quiero que traigas a tu esposa a Corea para entonces o yo iré a conocerla en persona. Si no tuviste la iniciativa de confesar esto antes por lo menos discúlpate con tu familia y la familia de esa muchacha, ¿porqué no dijiste nada cuando te dimos la noticia de que te casarías con Queen?, hubieras ahorrado la humillación que pasamos y a mi la decepción de que me mintieras.

Dyland toma su corbata y de un tirón la arroja al suelo. Ella cuelga el teléfono y Dyland aprieta los puños contra la madera de la mesa, luego rompe la tasa de café contra el suelo.

—¿Por qué tenías que contestar ese teléfono Max? —dice alterado

—No tienes ni idea de lo que hiciste, ahora tendré que llevar este número de teatro a casa y pedirte que sigas fingiendo que me amas cuando lo único que quiero es: que lo sientas en serio.

Sincerándose consigo mismo, Dyland toma su saco y se dirige al garaje, luego pone en marcha su auto rojo y sale a buscar a Max de inmediato.

Al llegar a la puerta este se detiene al intentar tocarla:

—¿Pero que le digo a Oma?.

Miles de pensamientos pasaban por su cabeza en ese momento, pero no precisamente el que necesitaba ahora.

—¡Vamos!, sólo dile que hay una emergencia y sácala de la casa.

Justamente, cuando se preparaba para tocar, alguien lo detiene y lo hace girar fuertemente haciendo que su cuerpo quede entre la persona frente a él y la puerta.

—¿Qué haces en la puerta de mi casa? —Max lo observa y luego mira hacia los lados.

—¡Necesito hablar contigo! —Max lo jala hacia el auto mientras le quita las llaves.

—¡No quiero que te acerques a mi madre!, ¡tampoco que vengas aquí!, está calle tiene muchas mujeres que no dudarían ni un segundo en decirle a Oma lo que ven sólo para buscar un rato de entretenimiento.

Max hace que él entre al auto y luego ella lo pone en marcha fuera de ahí. Él la observa y luego le pregunta:

—Yo… no sabía que puedes conducir un auto de esto—Max gira el volante mientras lo observa.

—Leo no me enseñó con un automático, él es bueno en muchas cosas.

Dyland afloja su camisa en señal de que ese comentario no le agradó. Solo observa por la ventana y luego comenta:

—¡Gracias a Dios por Leo!, ¿me preguntó que más te enseñó? —Max nota su sarcasmo.

—Se que no te agrada, pero es una buena persona —Dyland baja la ventana.

—Es un sentimiento bilateral, el tampoco me ama precisamente —Max ríe. 

—Es muy sobreprotector contigo, como esa noche que te trajo a tu casa y te dejo en tu cama sana y salva.

Max frena el auto de repente haciendo que él pegué la frente de la guantera:

—¡Ahhhhs!... ¡Max! —frota el lugar y Max lo observa sin quitarle los ojos de encima.

—¿Me seguiste a casa esa noche? —lo observa, él esconde su cabeza como una tortuga. 

—¡Sólo quería asegurarme de que llegarás segura a tu casa! —Max lo fulmina con la mirada.

—¿Segura?... con el hombre con el que me crie desde que éramos niños, Leonardo es casi como un hermano para mí ¿porqué desconfías de él?.

—¡Porqué tengo razones y ya Max!.

Ella coloca el seguro en las puertas y él intenta abrirlas luego, ¡estaba atrapado!.

—¿Cuáles razones? —Dyland niega.

—¡Dije!... ¿cuáles razones?.

Max no deja de mirarlo y él peina su cabello hacia atrás.

—Tengo razones para creer que el te ama en secreto.

Max se toma un breve silencio, luego comienza a reír en el auto y él la observa confundido mientras la mira taparse la cara con ambas manos riendo desquiciadamente.

—Ya veo, entonces… ¡Era eso!.

Él se cruza de brazos sin comprender lo que acaba de ocurrir. Solo la observa —¿así que lo sabías? —Max sigue riendo.

—¡Claro que lo sé!, cuando éramos niños estaba enamorada de él, fue mi primer amor.  Nunca me despegaba de él y él jamás se alejaba de mi lado, éramos bastante cercanos, hasta que yo comencé a enamorarme de Leo; pero sólo me veía como su hermana menor a la que tenía que salvar y proteger.  Cuando crecimos me di cuenta que ese sentimiento jamás daría frutos en él, así que termine por borrarlo cuando el destino me trajo a un nuevo horizonte al que mirar. Otro chico que sí me confesó su amor. Él fue mi verdadero amor y jamás encontraré a alguien como él en mi vida, no sabes cuánto me dolió que se fuera —Dyland bufea.

—¿Qué te ocurre?.

«Acaba de darme con un martillo en la cara y me pregunta: ¿Qué te ocurre?. ¡Mujer eres cruel e insencible» pensaba Dyland mientras se frotaba el golpe de hace un rato. 

—Leo sólo es un hermano para mí, ¿crees que soy tan tonta para no ver cuando alguien intenta conquistarme?, se que está enamorado de mi desde hace tiempo, pero él decidió ignorar ese sentimiento y jamás me lo confesó, así que puede sufrir por ser un cobarde y no aprovechar cuando tuvo la oportunidad.

«¡Dios ayúdame con esta mujer!, ¡o pasaré a ser otro… Leo en su lista!». Rogaba mientras Max volvía a encender el auto y seguían su camino a la Editorial.

Al llegar, ambos se encuentran con Diego y al observar a Max, él oculta su mirada y se va al ascensor.  Ella corre tras él logrando meterse a tiempo mientras Dyland se dirige a la Oficina.

—¡Ahora sí!, tu y yo vamos a hablar, ¿Qué demonios te ocurre? —detiene el elevador.

—¿Qué estas haciendo?.

Diego intenta oprimir los botones pero Max logra arrinconarlo y luego tumbarlo al suelo sentándose sobre él.

—¡Estas loca!, ¿porqué haces esto? —pregunta confundido con Max sobre él.

—Oma dice que ser mujer no significa ser indefensa, así que a los 18 me inscribió en clase de defensa personal con el Señor Yen Heist y el me enseñó que sin importar lo fuerte que sea tu oponente siempre tiene una debilidad y la tuya es que te pones nervioso cuando se te acercan algunas mujeres —Diego grita y Max le ordena silencio.

—¿Qué te ocurre?, ¿porqué huiste de mí así? —se acerca.

—¡No es por ti!, ¡es por él Max! —cierra los ojos.

—¿Dyland?... ¿Qué te hizo él ahora?.

Diego intenta esquivar las miradas de Max, pero es imposible aguantar los sentimientos que permanecen atorados en nuestra garganta aunque los forzamos a bajar al estómago. Él decide ser sincero, no solo con la chica sobre él... También consigo mismo.

—Fui uno de los primeros en enterarme de la relación de ustedes dos.  ¡Max yo lo amo desde la primera vez que lo vi!.

Diego confiesa y Max suelta el agarre que mantenía sobre sus manos.

—¿Estás enamorado de Dyland?.

Diego afirma esquivando la mirada de Max nuevamente.

—¡Yo no tenía idea!, ocultas muy bien lo que sientes hacia él.

—¡Por favor te lo ruego no le digas a nadie jamás de esto mis lectores piensan que soy un Casanova!.

—¡Oye no es un delito que te gusten los hombres! —se cruza de brazos.

—¡Me gustan las mujeres Max!, pero ese hombre también me atrae me ha hecho dudar de mi sexualidad ¿entiendes como me siento?.

Max recuerda el libro más famoso de Diego, recuerda que la trama se centra en un chico que no puede confesarle su amor a su compañero de cuarto mientras este está completamente enamorado de su profesora de matemáticas. Luego de ambos graduarse, se convierte en su socio descubriendo que nunca olvido ese sentimiento que lo mantuvo en conflicto durante toda su adolescencia.

—¿Dos lunas opuestas?... ¡No puede ser!, tú eres el chico que se enamoró de su jefe en tu novela Dos Lunas Opuestas —Diego la observa impresionado.

—¿Desde cuándo llegaste a esa conclusión? —Max ríe y lo abraza.

—Desde este momento, te diré algo, si nadie detrás de esa puerta puede aceptarte cuando decidas que camino escoger yo te aceptaré totalmente. ¿Me escuchaste?, si sientes lo que escribiste en esa novela te mereces ser feliz... ¡Pero no con Dyland!.

—¿Y si escogí ambos caminos? —Max palmea su pecho y luego comenta:

—¡Está bien!... eso está bien, solo asegúrate de no tener miedo.  Aunque el destino parezca llevarte por el camino incorrecto, recuerda que los caminos que transitamos en la vida tienen memoria propia... Muchos caminaron por el antes de que tú lo hicieras. ¡Así que sigue caminando!, y sé tú mismo.

Diego cierra los ojos luego suspira, para luego asentir con la cabeza.

—¡Por favor!, podrías liberarme, estás demasiado cerca y te dije que si me gustan las mujeres... ¿Recuerdas?.

Max se levanta, luego lo ayuda a ponerse de pie mientras le brinda un abrazo cálido a Diego.

—¿Te gustaría ser mi representante? —Max ríe.

—¡Ni se te ocurra!, te enamoras fácilmente, solamente estuve unos minutos sobre ti.

El ascensor se abre y justo frente a ellos se encuentra Dyland asesinándolos a ambos con la mirada, junto algunas personas del área de imprenta que los observaban a él y luego a ellos aún dentro del ascensor.

—¿Qué está pasando aquí? —Diego se separa de Max.

—Diego... le teme a los espacios cerrados así que tenía que calmarlo, ¿no es así Diego? —Max le da palmaditas en la espalda y Diego simula estar mareado.

—¡Así es!, de no ser por tu novia me habría desmayado ahí dentro.

—Ustedes... por favor llévenlo a la enfermería y que lo revisen pronto, luego le diré a Roberto que lo lleve a su casa.

Siguiendo las órdenes directas, dos chicas lo ayudan mientras lo llevan a la enfermería, Dyland observa luego a Max.

—¿Estás bien corazón?, seguro fue difícil para ti mantenerlo calmado —algunos miembros del personal se le quedan mirando a Dyland mientras él saca a Max del ascensor— ¡ven aquí amor!.

—En realidad no fue nada. No fue difícil... como cuidarte a ti mientras estabas enfermo ayer.

Ella acaricia su cabello y luego baja a su pecho lentamente sacando suspiros de las chicas a su alrededor. Él se acerca un poco siguiéndole la corriente, pero Max lo detiene al ver que está demasiado cerca de ella.

—¿Qué hacen aquí?, no están viendo que ya todo terminó... ¡Vamos todos a trabajar!.

Un hombre que observaba de lejos les grita a todos al observar que se quedaron mirando a Dyland y Max mientras aprovechaban el momento para mostrarse algo “cariñosos”.

—¡Vamos! —une su mano a la de Max— tenemos algo urgente que discutir mi amor.

En la oficina Max se sienta en la silla, luego Sofía se inicia apareciendo en el hombro de él.

—¿Qué haces en mi silla?, ¡nadie se sienta en mi silla!.

—Soy tu esposa corazón así que tienes que aguantarte, lo mío es tuyo y lo tuyo es todo mío.

Dyland se acerca y luego coloca sus manos en ambos extremos de esta mientras observa a Max a los ojos.

—Tú... no tienes ni la más mínima idea de todo lo que he tenido que aguantarme desde que estoy contigo.

Max le sonríe maliciosamente frente a su cara pensando que lo molestaba mientras él se aleja evitando caer en tentaciones ajenas al momento. Él se sienta en el escritorio luego la observa.

—¡Escucha!, ¿ayer hablaste con mi madre no es así?.

Max inmediatamente borra su sonrisa mientras se tapa la cara con ambas manos.

—¡Lo hice!, yo no tenía idea de que en ese teléfono dijera el nombre de tu madre... ¡Perdóname!.

Dyland sonríe, luego toma una hoja y un papel del escritorio, después escribe en ella, al terminar se lo muestra a Max:

—“Madre” en coreano es “Omoni” (어머니). “Mamá”, una palabra menos formal, en Coreano es “Omma” (엄마), lo que viste fue el primero —Max observa el papel.

—¡Tranquila!, no importa que hablaras con mi madre, el problema es que ella te quiere conocer.

—Eso no es problema, yo también puedo hacer que ella me crea.

Dyland niega quitándole la hoja de las manos para luego tirarla a la basura.

—Ese no es el problema en sí. Ella quiere que te lleve a casa para conocerte y no únicamente ella... toda mi familia Max —Max se levanta de la silla.

—Eso no me lo esperaba, ¡yo no quiero ir!, convencer a tu madre sería algo un poco arriesgado, pero convencer a toda tu familia sería suicida —ella se sienta al lado de Dyland en el escritorio.

—Ellos van a descubrir que no somos pareja en realidad, aquí se tragan el cuento porque nadie te conoce, pero allá sabrán la verdad rápidamente —él comprende su punto.

—Además ¡mírame! —se aleja del escritorio y luego da vueltas— ¿te parece que me veo como tu novia?.

Dyland observa su ropa ajustada. Luego retira la mirada pensando en algo más.

—Para ellos, hasta ahora lo único que sabían de ti es que eras mi nuevo prospecto a escritora y terminé enamorado de ti, seguidamente se enterarán ¡los que aún no lo saben!, que tú y yo estamos casados. Hace días mandé a investigar a ese juez que colocó la cláusula.  Yo rechacé un borrador de su propio sobrino hace un año. Mi padre no sabe de eso y estoy 100% seguro de que llegó a ese acuerdo con mi padre y el padre de Queen para vengarse de mí por lo que hice... los libros de su sobrino se venden a cinco dólares con el nombre de una de las Editoriales con las que mantengo competencia en mi país y sigo pensando que el niño de papi y mami ¡no tiene talento alguno!.

—Además, yo ni siquiera tengo pasaporte.

Max camina alrededor del escritorio y luego se detiene, Dyland ríe al ver que Max se da la vuelta ignorándolo observando la ciudad.

—¿En serio no te gustaría ir? —camina hacia ella.

—¿Mirar otras personas? —la abraza por detrás mientras habla cada vez más bajo.

—¿Observar otro país? —se acerca a su oído susurrándole.

—¿Comer otro tipo de comidas y viajar totalmente gratis con un hombre que está dispuesto a pagarte lo que tú desees?.  Solo imaginarlo, es el sueño de toda chica —Max se recuesta de su pecho.

—Solamente la parte de la comida y el dinero me gustó, ¡nunca he tenido vacaciones!, además por más que rogara a Oma y a papá ellos jamás me quisieron llevar allá.

—Solamente acepta, además el cumpleaños de mis abuelos será en un mes, volveremos después de celebrarlo... además por ser mi esposa y estar casados, allá te hace ser una ciudadana más de Corea.

—¿En serio crees que me van a creer? —la observa a los ojos.

—¡Ellos te van a adorar!, pero primero, te llevaré de compras antes de irnos. Haré que te veas de su... (agrado).

—Se supone que soy tú esposa, debería ser de tu agrado, me pondré una linda mini falda para ti y le causaré un infarto a tu madre mientras tu padre te deshereda.

—Entendí tu sarcasmo. Solo debemos ser cuidadosos y ellos creerán todo, además ya nos estamos familiarizando mejor en esto.

Roberto lleva a Max a su casa y luego regresa a buscar a Dyland. Al llegar, Max se dirige a la habitación de Oma, luego se recuesta con ella despertándola al instante.

—Ya llegaste mi bebe, perdón por no esperarte, pero estaba viendo la TV y me quedé dormida ¿quieres que te preparé algo de cenar? —niega.

—¡No Oma!, solo quiero quedarme aquí contigo en la cama está noche... ¿Puedo quedarme contigo está noche? —Oma abre sus brazos y Max va hacia ella.

—¡Claro que puedes!, podrás ser una mujer, pero para mí siempre serás mi niña —confiesa.

—¿Oma?, tengo que irme de viaje con Dyland a su país por todo un mes. Parece que tiene un evento grande y tiene que llevarme, ya que soy, su secretaria —Oma suspira.

—¿No le dices jefe ahora?, ¿por qué te refieres a él con tanta confianza?.

—Por qué lo juzgué mal. Juzgue mal a ese hombre sin conocerlo Oma, es gentil, comprensivo, atento, caballeroso... y un buen hijo también.

—¿Max? —Oma la cubre y luego la abraza.

—¿No te gustará ese tal Dyland verdad? —dice observando sus ojos.

—Tengo que confesarte algo, no quería decirte por qué faltan algunos días para que Leo regresé... él me pidió tu mano antes de regresar a su casa, pero me hizo jurar que no te dijera nada porque él mismo te lo propondrá después cuando regrese.

—¡No me casaré con Leo mamá! —Max se levanta y Oma también.

—Lo que tú decidas con tu vida y tu corazón te apoyaré, pero primero respóndeme.  ¿Te gusta tu jefe? —Max niega.

—Dyland constantemente está rodeado de mujeres hermosas y poderosas Oma, él jamás se ficharía en mí, porque habría de hacerlo si tiene tantas opciones disponibles —Max ríe ante las sospechas de Oma.

—Precisamente por eso, toda su vida quizás si estuvo rodeado de mujeres como la que tú me dices, ¿crees que no se vería atraído hacia alguien completamente diferente a ellas?.  ¿Alguien aparentemente transparente, como tú?.

Max se acomoda en la cama ignorando a Oma mientras la abraza.  En unas horas Dyland llega a su casa junto a Roberto.

—Una pregunta antes de irme, ¿tienes tu pasaporte al día?.

Roberto saca de la guantera un organizador, luego se lo entrega.

—¡Excelente!, en tres días irás a Corea del sur conmigo y con Max.

—¿Qué? —se le cae el teléfono.

—Necesito a alguien que la apoye mientras estemos allá. Quiero que te leas esto —Le extiende un libro a Roberto.

—“Cincuenta habilidades para una atención al cliente exitosa”, ¿cómo quiere que me lea esto en tres días? —Dyland se baja del auto.

—Adentro están marcadas aquellas que te tienes que memorizar, serás el representante oficial de Max y la apoyaremos en todo lo que podamos —le entiende un sobre y una tarjeta de crédito a Roberto—. No se lo dije porque no quiero asustarla... pero no tiene ni idea al mundo al que se enfrentará.

—¡Solamente tú puedes hacerlo! —abre el sobre.

—Firma ese contrato y serás oficialmente un representante de mi compañía. Y en esa tarjeta está tu primer pago, ve mañana a cortarte el cabello y a cambiar tu guardarropa, serás un hombre de negocios ahora. Confío mucho en ti hermano.

De no tenerlo frente a él, Roberto, seguramente lloraría con la última frase que salió de la boca de su jefe. Él no lo sabía, pero en ese mismo instante le recordó a Roberto la última frase que dijo su hermano antes de morir en ese trágico accidente aquella noche.

—He tenido a muchos hombres trabajando conmigo pero, jamás confié en ellos, pero a ti te confiaría mi vida y ahora te confío algo muy importante para mí… Cuida de la Señorita Kim en todo momento.

Dyland se despide y entra a su casa. Roberto comprende que le acaban de confiar un secreto y una tarea muy importante: cuidar a la mujer que enamoró a su mejor amigo. Él no lo dijo exactamente con esas palabras, pero ahora, su única preocupación era cuidar esa “mentira” que para él, era más que una “verdad”:

—Hermano… he conocido a un gran hombre. Sé qué tú estarías muy orgulloso de tu hermano menor… ¡Donde quieras que estés!.

Comenta Roberto con lágrimas en los ojos recordando a su hermano y mirando una estrella muy cerca de la Luna. Imaginando que era este quien guiaba su camino a partir de ahora.

Érase Una Vez Un Kdrama (Version Completa) Disponible En Físico Por AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora