Capítulo 27 🕉

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27. El paraguas rojo:



Horas más tarde se marchan y Dyland deja a Max cerca del edificio donde vive Queen.

—Está vez no dejes que se embriague… terminará lanzándoles huevos a las personas en la calle —bromea mientras se aleja.

—¡Bien!, Dyland me dio dinero en dos ocasiones… veamos que puedo hacer.

Max se aleja un poco del edificio entrando a las tiendas que se encontraban por ahí. Muy cerca también se encontraba Roberto… escogiendo un regalo perfecto para Queen.

—¿Qué se supone que le daré?, ella debe estar acostumbrada a regalos finos y caros. ¿Qué se supone que debería regalarle?. Desearía saber que podría regalarle —un hombre con paraguas rojo lo golpea sin querer al intentar cruzar la calle.

—Discúlpeme, no lo vi caballero —el hombre se gira— ¿qué estoy diciendo?, probablemente ni me entendió lo que dije.

—Discúlpeme usted, he llegado de un viaje muy largo y me da gusto haberme cruzado contigo —el hombre sube el paraguas revelando su rostro con una agradable sonrisa. 

—Y… perdón por llegar tarde. 

El hombre le sonríe por última vez mientras Roberto lo observaba confundido. Aquel caballero vestido de blanco se aleja cruzando la calle desapareciendo después entre las personas. Roberto acaricia el lugar donde chocó hace un rato con el caballero volviendo nuevamente a las tiendas. Él entraba y salía de ellas terminando por arreglárselas con el traductor de su teléfono.

Después de perder las esperanzas se sienta en una fuente hasta que al fin, un regalo inesperado llega a sus pies pidiendo algo de comer.

—¡Oye!, ¿hola compañero?.

A sus pies, una pequeña gata de color blanco, negro y marrón frotaba su cola con mucha gracia contra su ropa mientras alegremente se tiraba luego en el suelo.

—¡Vete!, no tengo comida ahora conmigo… ve a buscar a otra parte —el animal se sienta en el suelo sin quitarle la mirada de encima.

—Supongo que tienes hambre, ¡ven aquí!.

Él compra un poco de comida en una tienda de animales y se la ofrece al gato, este inmediatamente lo come. Un chico que acomodaba los collares para perros deja su trabajo y se acerca a Roberto.

—¿Puedo ayudarle? —pregunta el chico mientras se acerca a Roberto. 

—Este pequeño se acercó a mí y ahora solo voy a alimentarlo… luego lo dejaré donde lo encontré —asegura mientras el gato termina de comer y regresa a sus pies.

En minutos. Ambos llegan al lugar donde se celebraría la fiesta de Queen, al llegar, son recibidos por ella y Roberto. 

—Él estaba de más —Rang se aleja— ¿lo sabías no? —Queen sonríe y él la abraza luego.

—Él solo quiso ayudarme… además es su trabajo —observan a Rang comer de una mesa.

—¡Si claro!, míralo que bien trabaja —Roberto lo toma por los hombros mientras lo dirige adentro.

—Tu familia llegó hace media hora, se supone que Queen no quería mucha gente aquí y al parecer las personas que recibieron la invitación invitaron a otras personas más.

Dyland observa a lo lejos al padre de Queen, luego se dirige a otra parte con Max.

—¿Qué haces? —Max ríe al observar como él la toma de la cintura y la aleja de las mesas.

—No creo que quiera escuchar las palabras del padre de Queen ahora —Dyland la lleva junto a las personas que están bailando y riendo, luego se les unen.

—¿Sabes?, no te he dicho lo bien que te ves con ese vestigio azul ¿no es así? —pregunta mientras le da algunas vueltas.

—Lo has hecho desde que te quedaste mirándome al salir del baño con él… querido —asegura Max mientras acomoda su cabello.

—¡Debo parecer un tonto! —Dyland se acerca poco a poco.

—¡Siii!, ¡claro qué sí!.

Ambos se besan y él parece observar a Leo entre la gente, luego cree que fue solo una jugada de su imaginación.

—¿Qué ocurre? —Max nota el cambio drástico en la cara de Dyland. 
—¿Qué ocurre? —dice observando al lugar que él miraba tan fijamente.

—¡Nada!, solo me pareció ver algo. Fue algo sin importancia.

Leo observaba a Dyland y a Max desde cierta distancia. Él se da vuelta y luego se dirige a la cocina. Robando uno de los uniformes de los camareros se une a la fiesta con un antifaz negro en su rostro, el mismo que están llevando todos los demás camareros como parte de su uniforme.

—Dígame algo Oma, ¿le gustan las flores?... supongo que sí. Está se vería muy bien en su tienda —el padre de Dyland le obsequia una flor roja a Oma. 

—¿Cree que logrará asustarme?, reconozco la LYCORIS RADIATA hasta con los ojos cerrados —asegura Oma rechazando la flor.

—“La flor del infierno”, una flor tan cautivante y exquisita. Prefiere zonas sombrías y húmedas sobre pendientes, lugares rocosos y las orillas de corrientes de agua.  Es tan magnífica visualmente que no parece de este mundo… ¿No lo cree? —él toma la mano de Oma y luego hace que ella la tomé entre sus manos a la fuerza.

—Dígame algo Oma, acaso las perlas que lleva ahora en su cuello son aquellas que sus padres fabricaban, ¿aún las llaman?... “Las perlas de la muerte” —Oma aparta la mirada al no escuchar ese nombre en mucho tiempo.

—Mi familia eran personas honorables. No como usted señor.  Mi madre tenía una tienda donde vendían pescado y mi padre tenía una funeraria, a mí me gustaban mucho las perlas por eso se iniciaron en el negocio. 

Cuando Oma era niña, sus padres lograron posicionarse entre las mejores funerarias gracias al método que ofrecían. Al morir, los familiares de dicha persona podían mandar a hacer una perla a través de las cenizas de su familiar. Tras el proceso las personas podían llevarse a su hogar una hermosa perla en lugar de una pequeña urna con las cenizas de su ser amado. El negocio funcionó muchos años, hasta que el hombre con el que Oma se casó, decidió tomar las riendas del negocio considerando que una mujer no era apta para dirigir dicho negocio. Poco después dejó a Oma sin la funeraria, el padre de Dyland. Era el mejor amigo de ese hombre.

—¡Escúcheme bien!, solo quiero que aleje a su hija de mi hijo lo más pronto posible y su teatro caerá al instante en que la vea a usted entrar a ese salón; ahora, ¿quiere acompañarme adentro? —él abre la puerta y sale del auto con Oma a su lado.

—Recupere la funeraria, será suya después que usted y Max estén lejos de nosotros, ahora ¿qué le parece si se sienta aquí y espera un poco?. Pronto verá a su hija mi señora.

Los hombres que acompañan al padre de Dyland llevan a Oma a la parte superior del lugar mientras él interrumpe al DJ en medio de la fiesta.

—Buenas noches, damas y caballeros, espero que estén disfrutando de esta fiesta, por favor un aplauso para la cumpleañera y a su nuevo novio también.

Todas las personas presentes comienzan a aplaudir, menos Queen.

—El tiempo es engañoso, antes correteabas por mi casa con tus pies descalzos mientras molestabas a mi hijo.  Ahora eres una mujer que hace que los jóvenes corran detrás de ella —todos ríen y Max observa a Queen.

—Con el permiso de la reina de esta noche quisiera llamar aquí a Max, mi hermosa nueva hija de América, la esposa de mi muchacho —las luces enfocan y él aprieta su mano para no dejarla ir con él.

—¡Tranquilo muchacho!, solo quiero que ellos la conozcan, a la nueva integrante de la Familia Wang —él baja del escenario y se acerca a ambos.

—Alguien me dijo que sabías cantar muy bien, ¿qué te parece si nos regalas tu voz esta noche?.

Dyland es el que toma la mano de su padre acercándolo a él. En su oído le susurra:

—¿Qué es lo que tramas?, te conozco lo suficiente para saber cuando estás mintiendo —él ríe y suelta el agarre de su hijo. 

Mientras todos gritaban el nombre de Max ella observa a Queen rogarle desde lejos para que suba a cantar.

—No lo hagas para nosotros… esta noche; ¡hazlo para ella!, solo obsérvala —la señala.

Max toma el micrófono y se acerca al escenario mientras Queen la jala hacia ella dándole un abrazo.

—¿Qué te gustaría cantar? —le pregunta el DJ a Max y ella le confía su teléfono. 

—Está canción es especial para mí —Max toma el teléfono y lo conecta al equipo del hombre.

—¿Estás segura de que te sabes esto?.

Max lo toma del hombro y le sonríe. El hombre la sigue mientras ella comienza a cantar. Toda la sala se queda en silencio mientras Dyland observa maravillado a Max desde abajo. Oma observa la expresión de Dyland y puede observar que aquello que gritan sus ojos no es una mentira.  Mientras él sonríe y aplaude no puede evitar recordar aquella historia que tanto le gustó:

“El Rey Mantis y la princesa que le cantaba a las flores…
El rey Mantis conoció a la princesa violeta mientras ella le cantaba a las flores, fue en ese mismo instante que se dio cuenta de que su corazón le pertenecía por completo”.

Max termina de cantar y para su sorpresa todos se levantan de sus asientos para aplaudirle. El padre de Dyland creyendo que podría humillarla, no tarda en acercarse a ella con una sonrisa falsa en su rostro.

—¡Increíble!... ¿No lo creen?.  Eres como un bello Ángel caído del cielo. Perdóname mi amor… tú eres mi diosa.

Dice dirigiéndose a la madre de Dyland. Sus verdaderas intenciones no tardan en salir a flote.  Él observa a Max y luego acaricia su cabello lentamente, Dyland sabe que su padre podría tramar algo en cualquier momento, así que mantiene la guardia permaneciendo alerta.

—Lástima, señoras y señores, tienen ante ustedes a una mujer mentirosa y cazafortunas ¡muy profesional! —el silencio inunda el lugar tras escucharse esas palabras.

—¿Por qué no saludas a tu madre? —las luces enfocan a Oma y una lágrima se desliza por el rostro de Max al observarla.

—Así como lo oyen. Está mujer, era la secretaria de mi hijo y decidió envolverlo en sus redes para poder llegar a su bolsillo, solo porque ella no tiene los medios para publicar un insignificante libro —Dyland se acerca al escenario posicionándose entre él y Max.

—En serio creí que dejarías tu prejuicio y tus estúpidos estándares por la felicidad de tu hijo —Dyland le arrebata el micrófono a su padre y lo tira luego al suelo.

—¡Entiéndelo de una vez!, ella está contigo solo por dinero, ¡por nada más!.

Roberto sube al escenario tras observar que Dyland se acerca furioso a su padre y lo separa de él inmediatamente.

—Por favor señores, están en el cumpleaños de Queen bajen y arreglen esto fuera de la vista de las personas —le ruega a ambos.

Queen sube al escenario y aparta a Max llevándola hacia atrás.  Los hombres que custodiaban a Oma la dejan sola y ella aprovecha para bajar por Max.

—¡Lo sabía!. Sabía que tramaba algo, siempre quiere controlar todo y a todos sin importarle a quién se lleve por el medio —decía Queen tras observar a su amiga comenzar a llorar.

—¡Es mentira!, ese hombre no sabe lo que dice, él no tiene la razón —Queen se levanta cruzada de brazos.

—¡No!, ¡no tiene la razón!. Max ustedes se enamoraron el uno del otro, todo lo que paso tenía que pasar para que ustedes dos pudieran estar juntos… ¿No lo ves?.  Ustedes dos me hicieron creer que tal vez si existen los finales felices y de no ser por ti… no me hubiera enamorado también. 

Max seca sus lágrimas y sale del lugar.

—¿A dónde vas Max?.

Queen la pierde de vista y luego regresa por el teléfono. En él, ella observa aquel vídeo de la presentación de Dyland en el colegio en la galería de Max que se encontraba abierta, luego observa al padre de Dyland discutir con él en el escenario mientras Rick y madre se unen a ellos.

—¡Quiero esto en esa pantalla!, ¡ahora!.

El hombre comienza a transmitirlo en la gran pantalla que se encontraba en el escenario atrayendo la atención de todos. Luego camina hacia ellos y se detiene frente al hombre que causó todo:

—Ese día, no fuiste a su presentación. Yo lo vi cantar con pasión y luego llorar con dolor porque su padre no quiso asistir, ya que —su trabajo era más importante que su hijo

—. No lo apoyaste cuando te dijo que quería ser policía, no conociste jamás a tu hijo ni siquiera conoces a tu propia familia —el DJ coloca una foto de la pareja en la pantalla.

—Está chica salvo a tu hijo del terrible destino que le asechaba... ser igual, o peor que usted.  Jamás vi a mi hermano sonreír como lo ha hecho por ella, usted debería agradecerle a esa chica porque gracias a ella, él regresó aquí —todos dirigen su atención a Queen incluyendo la familia de su amigo.

—¡Diles!... en secreto me dijiste que no regresarías porque estabas cansado de que otros dirigieran tu vida —él observa a sus padres y luego a Queen.

—La escogí a ella desde hace mucho tiempo, su sencillez, su locura y su manera de ser tan extraordinaria me hizo caer rendido a sus pies.  En ella encontré el calor y el amor que no había sentido jamás, yo... la amo y si ese hombre no entiende eso —lo señala—, me iré con mi esposa para nunca más volver... Y junto a su madre también —él observa a Oma ir en la dirección donde se fue Max, ella se detiene al ver a Dyland.

—Si ella quiere aceptarme desde ahora —Oma se acerca a él viéndolo a la cara por primera vez y luego habla:.

—En ocasiones, creemos que hacemos lo mejor controlando las decisiones y el destino de nuestros hijos, pero es imposible detener el agua de un río con las manos cuando esta ha comenzado a fluir libremente —Oma coloca su mano en el pecho de Dyland y lo lleva con ella afuera del lugar.

—Señoras y señores —toma la mano de Roberto— está fiesta ha terminado, ¡gracias a todos por venir! —observa al Señor Wang— en realidad... ¡No a todos!.

Roberto baja la mirada y luego se marcha con Queen, lo siguen Rick y Madre, dejando solo en el escenario al padre de Dyland. Afuera, Max se encontraba llorando y un hombre se acerca a ella hablando en Coreano.

—Señor no entiendo lo que dice, ¡por favor déjeme sola! —el hombre retira el antifaz y luego se inclina:

—Dije: tu rabia no cabe en esas lágrimas, así que no las desperdicies por esto —Max observa el rostro de Leo y él la levanta para luego abrazarla.

—No podía pasar ni un minuto más ahí dentro.  ¿Qué haces tú aquí?, ¿por qué estás vestido como los hombres ahí? —Leo ríe y luego le enseña la invitación. 

—Recibí esto en mi puerta, junto con unas fotos tuyas decoradas como si de un asesino en serie se tratara, ese hombre también aparecía contigo en ellas, vine aquí porque temía que estuvieras en peligro —Leo jala a Max hacia el estacionamiento.

—No me iré de aquí sin él, es el más afectado en esto... ni siquiera yo cuando la mayoría de esas personas ahora me odian.

—Déjame llevarte al departamento a ti y a Oma. La vi también, debes dejarlo resolver esto solo Max, él conoce mejor a su familia que tú... déjalo resolver esto Max.

En poco tiempo, algunos reporteros se acercan a Max y luego la bombardean de preguntas, Leo intenta apartarlos y al observar que ellos no se rendirán fácilmente la toma de la mano llevándola hasta su auto con los reporteros detrás de ellos.

—¡Vámonos!, no se rendirán tan fácilmente.

Leo enciende el auto y luego se marcha con Max.  Dyland sale del lugar justo cuando la observa correr tomada de la mano de un hombre directo hacia su auto y luego marcharse con él.

—¿Quién es ese hombre?, que está haciendo ella con él? —se pregunta Oma mientras observa el auto alejarse.

—¡No lo sé!, pero no me quedaré de brazos cruzados viendo como un desconocido se lleva a mi esposa frente a mis ojos.

Una chica llega al lugar y al salir, Dyland roba su auto antes de que este sea estacionado afuera

—¡Oye!, ¿qué crees que haces? —la chica le grita a Dyland y él le lanza las llaves de su auto.

—Discúlpame por esto... ¿Vez ese auto rojo?. Vale más que tu auto, el vestido y ese bolso que llevas contigo... ¡Quédatelo!.

Dyland detiene el auto junto a Oma y ella entra junto a él. Luego lo pone en marcha. 

—Sofía, necesito la ubicación de Max ¡ahora! —dice al teléfono y Oma lo observa extrañada de que le hable de esa manera a su teléfono.

—¿Con quién hablas?, aquí no hay nadie llamado Sofía —Dyland ríe y luego gira el volante.

—Es una historia muy larga, así que se lo contaré al llegar a casa.

Sofía le manda la dirección desde el GPS y este refleja a Max un poco más adelante de ellos.

—¡No están muy lejos!, lo alcanzaremos si tomo un atajo.

Él se desvía de la autopista y luego de unos minutos se encuentran detrás del auto de Leo. Él toca la bocina, pero no se detienen.

—¿Qué pasa?, ¿por qué no se detienen? —Oma intenta llamarla a su teléfono, este vibra en bolso de Queen.

—¡Ok!, entonces... a mi manera será.

Él acelera y luego logra pasarlos. Frente a ellos, gira el auto impidiendo el paso y Leo baja la velocidad al fin. Ambos bajan de los autos ya estacionados seguidos de Oma y Max.

—¿Por qué no te detuviste?, pensé que un extraño la había llevado en contra de su voluntad—Dyland se acerca cuando observa que Leo fue el hombre misterioso todo este tiempo.

—¿Cómo piensas que me voy a detener cuando seguramente medio país sabe lo que paso?, pensé que eras un reportero —se excusa.

Oma va hacia Max y ella al observarla le baja la mirada.

—¡Lo sé todo!, y estoy de su lado, él se encargó de decirme todo detalladamente,

Oma la abraza y luego ambas observan como Leo golpea a Dyland inesperadamente.

—Ese golpe fue una promesa, una que ahora mismo estoy cumpliendo... te di la oportunidad de que me lo dijeras todo y me mentiste, jamás pensé que aquella esposa de la que hablabas... era Max —Dyland limpia un poco de sangre en sus labios.

—¡Yo te lo advertí!, ahora pretendes que yo te acepte... ¡Jamás te aceptaré! —le grita a mitad de la carretera.

—¡Eres un cobarde!, jamás aprobarás está unión porque yo tuve el valor de hacer todo por ella y lanzarme al vacío solo con la esperanza de que el amor que siento me hiciera volar hacia arriba. ¿Sabes que?, ¡volé!, y volé tan alto que ahora mis pies no tocan el suelo. Ella me llevo al cielo y me trajo de regreso, ¡ella me ama! Y esa... es tu karma. 

Leo golpea a Dyland nuevamente y está vez él le devuelve el golpe haciéndole sangrar la nariz. Ambos se pelean frente a los autos, Oma aparta a Max de la pelea y ellos no se separan sin importarle lo mucho que ella se esfuerce gritándoles desde aún lado de los autos.

—¿Sabes?, no te guardo rencor, gracias a ti tuve el camino libre con ella todo este tiempo y tuve el privilegio, de sentir su cuerpo desnudo bajo el mío, golpéame si quieres... ¡Pero yo ya gané! —lo reta.

Leo lo golpea nuevamente sacándolo de la esquina y volviendo a golpearse esta vez en el medio de la calle. Un auto que se acercaba rápidamente intenta bajar la velocidad, pero es muy tarde, aquel auto golpea a Dyland y a Leo.  El hombre se baja del auto para llamar a una ambulancia y otros autos que pasaban por ahí se detuvieron al observar lo que ocurría. Max se acerca a Dyland y él solo puede oír un silencioso grito de su boca antes de desmayarse en el pavimento.

—¡Dyland!, mi amor resiste una ambulancia viene en camino ¿me escuchas?... todo saldrá bien —Max llora de rodillas mientras él toma su mano.

Érase Una Vez Un Kdrama (Version Completa) Disponible En Físico Por AmazonWhere stories live. Discover now