Después de la tormenta viene la calma ¿no?

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— Chimuelo —le susurro— ¿hueles a Astrid o a Torméntula?

Me quedo viéndole pues levanta sus orejas, percibiendo algo.

— ¿Entonces? —Pregunto algo desesperado a lo que se da media vuelta, ignorándome— "Gracias por la ayuda"

Respondo sarcástico y para cuando me vuelvo a ver el cielo-

— ¡A-Astrid! —paso mi zurda por mi nuca e inevitablemente abro bien mis ojos al verla, me quedo literalmente boquiabierto y doy un paso al frente.

— Torméntula, ve  descansar con Chimuelo —le dice a su Nadder que obedece— Entonces...

— Entonces yo... Ah... No, espera... ¡Argh! —Apuño mis manos y me doy unos golpes ligeros en la cabeza— Astrid pensé que estaría bien —miro hacia el lado contrario, evitando verla a los ojos— ¿no?, ya sabes, esto —señalo el lugar completo— Mmm... los dioses me odian ¿por qué estoy tan nervioso? Lo-Lo siento... yo... tan solo... —me observa fijamente mientras yo trato totalmente de evitar encontrar nuestras miradas, soy un completo cobarde— Astrid...

— ¿Si?

Me pongo erguido a nueva cuenta respirando profundamente para tratar de recuperar el aliento, ni siquiera estoy pensando lo que digo antes de hablar pero estoy seguro de que hay algo que puedo o podría decir sin tiritar.

— Estás increíblemente hermosa, es decir, demasiado... —veo un ligero rubor en sus mejillas que me hace sentir más seguro con lo que digo— De verdad, nunca te había visto tan hermosa como hoy —hago una pausa ligera— ¡No! Espera, no es que no seas hermosa todos los días, es solo que hoy, siento que estas superando todos los límites

Le sonrío de la forma más sincera que puedo y doy un paso al frente, ella retrocede uno y honestamente, la entiendo, creo que haría lo mismo en su lugar.

— A propósito, pre-preparé esto para ti, bueno, para nosotros.

Me muevo hasta la izquierda un metro más o menos y me dirijo hacia Chimuelo quien es el que cubre el picnic para dejarlo a sorpresa para ella.

— Amigo, ya te puedes levantar —le digo.

Se queda quieto.

— Un momento Astrid.

Voy hacia Chimuelo y lo empujo —que obviamente no hace diferencia— después de casi un minuto molestándolo abre un ojo y exhala para irse a recostar a otro lado, Torméntula le sigue— "Gracias" —respondo sarcástico.

— Hipo...

La veo recorrer el camino, pasa sus dedos por el árbol que decoré, camino hasta la manta en el suelo y recojo el ramo de rosas.

— Son para ti —le miro a lo que las toma y las huele.

— Son preciosas... —le veo acariciar los pétalos— Sabes... Es la primera vez que me regalan flores y sobre todo, son unas de mis flores favoritas... gracias —menciona sin verme.

— Hmm... —aclaro mi garganta— Señorita, por favor tome asiento —le oigo soltar una risita pero acata la sugerencia que le hice.

— Oh... Estos cojines son increíblemente cómodos Hipo

Astrid es curiosa por naturaleza así que cada pequeño detalle lo nota, lo observa con cuidado para después tocarlo con sus manos, así es ella y el que sea así me parece algo demasiado adorable. Creo que sinceramente esta radiante hoy, si se hubiera puesto esto hace cinco años hubiera pensado solo en lo hermosa que se miraría pero hoy, no sólo la veo hermosa, sino que la veo sexy, tierna, adorable, preciosa y hasta un tanto erótica. No me molesta en absoluto eso.

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