Descubriendo el amor a la manera Vikinga

A través del agua

{Hipo POV}

Entro descaradamente a la extraña forma masiva de agua que además brilla —no suena una buena idea puesto así pero soy un vikingo curioso, que más da—. A mí, no me causa vergüenza de ningún tipo el desnudarme y mucho menos frente a mi novia, es decir, somos adultos y tenemos una relación lo bastante fuerte que además se basa en la confianza, no creo que pase nada malo.

Mientras sigo perdido y divagando en mis pensamientos me giro hacia la derecha pues escucho los pasos de Astrid acercarse, realmente yo-...

— A-A-Astrid... —me quedo observándola, titubeando y boquiabierto

No puedo evitar el seguirla con la mirada mientras entra en el agua, se sienta a más o menos un metro de distancia de mí. Nadie dice nada, cierro mi boca y trago algo de saliva. Ay Dioses... Odín, Thor... Gracias por darme a esta mujer...

— Hipo, no te quedes viendo así... —me dice y la veo cubrirse con su diestra su pecho y con la zurda su parte baja.

— O-Oh... Lo siento, ha... —se me escapa una risa nerviosa y volteo hacia otro lado, inevitablemente miro de reojo hacia ella.

Se genera rápidamente un silencio incomodo en el lugar, trato de ver hacia Chimuelo para ver si tiene la respuesta a esta situación.

— Chimuelo —le susurro lo más bajo posible.

Me gruñe de regreso pero sin despertar, al parecer el clima tibio de aquí le sienta bien de momento, Torméntula está igual, están acurrucados por allí... Gracias por nada amigo.

Oigo una carcajada de pronto.

— ¿Astrid?

— Es sólo que, míranos, es como si fuera hace cinco años cuando éramos niños y tu suspirabas cada que me veías y yo me hacia la que "no estaba interesada" en ti.

—Sí... —me río de vuelta— ¡Espera! ¿T-Tu sabías que me gustabas? —me acerco un poco a ella.

— ¿Qué? Claro que sí

— No puede ser ¡que embarazoso!

Le oigo reír nuevamente.

— ¿Quién te dijo? —le pregunto.

— Los gemelos

— Esos chicos... pero, ni siquiera éramos amigos en ese entonces... ¿cómo fue que...?

— Oh, a mí no me preguntes, ellos son los que tienen sus trucos

— Eso es cierto —río un poco— viejos tiempos, aún sigo avergonzado de que supieras de eso

— Era lindo... —me sonríe

— ¿Lindo?

— Sí, es decir, tú no eras exactamente el más atractivo

— Oh...

— Ni tampoco el más gracioso, ni el más talentoso-

— Ya entendí

— Ni siquiera tenías gracia para las más simples cosas como tomar con firmeza un hacha, eras serio y diferente de todos los demás —me dice.

— Me ha quedado bastante claro Astrid... —le respondo en tono fastidiado, la escucho reír.

— Pero para mí... Eras el mejor de todos los vikingos en Berk...

— ¿Qué? Pensé que me odiabas a muerte y aún más cuando comencé a ganar las competencias de dragones

— En realidad nunca te odié, siempre tuve la curiosidad de conocerte, de entablar conversación contigo y cuando empezaste a ser popular yo sólo estaba celosa de tu inesperado éxito y de que fueras mejor que yo. Soy bastante competitiva Hipo