La calma que no llegó... ¿O sí?

1.7K 83 9
                                    

Oh mis dioses, oh mis dioses. De pronto mi visión se torna azul y un frío azotador me eriza la piel, sí, estoy dentro del océano. Abro los ojos en la poca medida que puedo y veo a Chimuelo nadar hasta mí.

...

— ¡Puagh! —Toso algo de agua y lo primero que veo al abrir mis ojos es a mi furia nocturna, levanto mi diestra y toco su frente— ¿Estas bien amigo? —Le oigo emitir su rugido de afirmación— ¡No puede ser! ¡¿Y Astrid?! ¡¿Dónde está Astrid?!

Me levanto de sobresalto a lo que mi pierna de metal se resbala haciéndome caer de nuevo al piso, estamos en la orilla de lo que parece ser una isla y todo está congelado en este lugar. Sobo mi cabeza, ese fue un golpe fuerte, miro que Chimuelo me hace unas señas con su cabeza, volteo al lado que me indica y veo a Astrid tumbada boca abajo en el hielo, completamente mojada. Me dispongo a correr hasta ella, me arrodillo y la recuesto en mi regazo.

— Astrid, oye ¡Astrid! Vamos, despierta —no obtengo respuesta, siento unas pequeñas punzadas en mi corazón y son, dolorosas. Miro hacia el frente y veo a Torméntula mover la mano de Astrid con su hocico.

La vuelvo a recostar en el piso y oprimo un poco su pecho en esperanza de que saque el agua que creo, tragó. Ahora es cuando veo la importancia de los primeros auxilios... ¡Ya sé! Con mi zurda tapo la nariz de Astrid y con la diestra me aseguro que su barbilla esté bien levantada; inhalo todo el aire que cabe en mis pulmones para exhalarlo poco a poco dentro de ella, haciendo una respiración boca a boca.

Una vez termino veo como frunce un poco el ceño.

— ¿Astrid? ¿Estás bien? —pregunto y le ayudo a sentarse, en cuanto se sienta comienza toser escandalosamente, sacando todo el agua y algo de polvillo que traía dentro. Su respiración es agitada, toco su frente que pareciera le va a dar una fiebre pronto, le doy unas cuantas palmaditas en la espalda esperando a que saque todo lo que tenía en su interior.

La veo tomar una gran bocanada de aire y voltea a verme, su primer instinto es abrazarme rodeándome por el cuello, le correspondo.

— Hipo... gracias a Thor estas bien... cielos... estaba asustada.

— ¿Entonces ahora es cuando me golpeas y después me besas? No me vendría mal —bromeo y le escucho reír levemente, eso me tranquiliza.

Levanto su quijada y beso con delicadeza sus labios, rozándolos con los míos, están muy fríos y queriendo tornarse morados.

— Ahora de verdad.... ¿te sientes mejor? —Le pregunto y mi diestra se pasa por su mejilla, acariciándola— No podremos regresar a Berk hasta que baje la tormenta, creo que lo mejor es caminar y ver si encontramos una cueva o algo donde dormir, el frío no nos hará bien estando así de mojados.

— S-Sí —titubea un poco poniéndose de pie, Astrid a pesar de su dureza exterior siempre le hace un poco más el frío que a cualquier otro vikingo.

Me pongo de pie a su lado y decido cargarla en mi espalda, a caballito.

— Esp- ¿Qué haces? —me pregunta sosteniéndose de mi cuello.

— Cargándote, mira, caminaremos al norte primero

— Puedo caminar sola

— Con los zapatos totalmente empapados, ese vestido untado por el agua y con ese dolor que tienes en la rodilla, no lo creo.

— ¿Q-Qué dolor? —me pregunta mientras camino hacia el norte, Chimuelo y Torméntula van tras nosotros, con sus alas extendidas para cubrirnos lo más que pueden del aire y la lluvia.

— Sé que cuando hace mucho frío tu rodilla comienza a doler, es un problema de familia ¿no? Varía según la persona, a algunos los deja incapacitados hasta que el frío se va, otros caminan con un bastón y otros hasta lloran de dolor ¿no es así?

Descubriendo el amor a la manera VikingaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant