Luego de viajes, idas y vueltas, peleas absurdas y hermanastras que intentaban arruinarme la vida, finalmente había decidido saltarme las clases por un día y organizar el caos que era mi casa. Sobre todo porque cada que Tom me visitaba, me temblaba el cuerpo de pensar que se encontraría con un pequeño lío en cada parte de la casa.
Mientras guardaba mucha ropa, y ponía a lavar otra. Reordenaba los libros e intentaba pasar algunos de los apuntes a limpio, noté que el celular comenzaba a sonar encima de la mesa de la cocina. Me acerqué. Y las palabras del otro lado destrozaron mi corazón por completo.
Horas más tarde, aún no podía recomponerme. Y en ese momento, como enviado por el cielo, alguien tocó el timbre de mi casa.
Tom. En toda su excelencia y elegancia, en todo su porte angelical, parado del otro lado de la puerta. Mi única actual certeza.
─¿Te encuentras bien? ─ mi psíquico personal.
─Ahora creo que me encuentro mejor. ─ sonreí, mientras abría más la puerta. Él pudo pasar, en ese tono alerta que siempre lo había identificado y que solo escuchaba cuando se trataba de mí.
─Ey... ─ dijo mientras me tomaba por los brazos con suavidad ─ me preocupó no verte hoy, ¿en serio estás bien? ¿nada ocurrió? ─ negué con la cabeza, aunque él insistió ─ ¿Ha ocurrido algo con Noa o Ian?
─No, en serio... está bien. ¿Quieres beber algo? ¿Quieres...? No lo sé, creo que nunca habías venido sin que te llame y me resulta increíble porque estaba pensando en tí.
─También pensaba en tí. ¿Crees que podamos hablar?
─Siempre que alguien propone 'hablar' es porque hay una mala noticia. ¿Está todo bien?
─Lo está, mi amor. ─ mencionó él, mientras me acariciaba una mejilla.
─Traeré algo para beber. ─ solté, mientras evitaba el contacto físico que me haría llorar. Tomé un vino de un estante, y un par de copas.
Me acerqué hacia Tom, pero bruzca como siempre, golpeé el borde de una de las copas contra la pared, haciendo que estalle tanto en mi mano como en el suelo al desprenderse de mi agarre. Suspiré mientras dejaba el vino y la copa sana sobre la mesada, y me arrodillé junto a la copa, bueno, junto a los vidrios y restos de ésta, encontrándome con un Tom muy cercano a mi, que me tomaba de uno de mis hombros en lo que yo intentaba tomar el cristal en mis manos.
─Tori, no hagas eso, estás sangrando. ─ habló, mientras dejaba el vidrio nuevamente en el suelo. ─ Vamos, dime qué ha ocurrido.
─Solo... nada- solo- ─ continuaba. Tenía la maldita costumbre de guardarme cada uno de mis malos sentimientos en una cajita, y ahora él me pedía que abra la tapa y le enseñe cada uno de ellos. Y yo... no sabía si él podría con tanto. ─ Solo-
─Vi... cuéntame ─ él seguía poniendo apodos como si eso ablandara mi corazoncito un poco más, y lo hacía.
─Acaban de llamarme, y- ─ las lagrimas llenaron mis ojos, de la nada eran mares que corrían por mi rostro. De la nada, me había roto como el cristal contra la pared. ─ Realmente no importa.
─Si, claramente importa. Mírate, es importante para tí, lo es para mí. ─ y en mi mente solo podía pensar en cuan importante era para él también.
─Antes de irnos ese fin de semana, yo- ─ no sabía cómo empezar ─ Yo... ─ suspiré, y él se afirmó a mi cuerpo, conteniéndome ─ Estaba atrasada, creí que estaba embarazada ─ solté. En su mirada, noté que la noticia le había caído como un balde de agua fría. Supe en ese momento que él no tenía en planes un bebé. Entonces, solté el resto de la información. ─ Resulta que no puedo tener hijos. ─ mencioné, mientras me doblaba aún más en mis rodillas.
Jamás había tenido el presunto instinto maternal del que todo el mundo habla. Pero sí tenía el sueño de quizás algún día, ser madre.
Ahora que esa única posibilidad había sido brutalmente arrebatada de mí... todo era desastre. Si mi cuerpo no estaba preparado para hacer esa única cosa que biológicamente debo tener el poder de ser, ¿qué me queda? nada. Y no quería sentirme nada, no quería ser nada. No quería tener nada.
Quería.. estar un día rodeada de niños, de amor, poder encontrar las facciones de aquella persona que amara en una criatura creada dentro de mí. Ni siquiera involucraba a Tom en todo eso, él hubiera sido entonces el medio para un fin, sobre todo si no quería ser padre conmigo. Pero yo, aunque no sabía si en ese exacto momento quería convertirme en madre, sabía que tarde o temprano quería hacerlo, y que me dijeran que no solo no estaba embarazada, sino que jamás podría estarlo, me destrozaba tanto como el cristal en mis manos.
Mi novio me abrazó. Me recompuso, aunque no necesitara ser recompuesta. La única cosa rota en mí no podía ser solucionada. Así que, ¿que demonios importaba?
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Bad idea, right? | Tom Hiddleston
FanfictionSu acento inglés hacía que sus clases fueran adictivas. Todo su salón se colmaba de personas, pero ¿cuántas de ellas realmente necesitaban el curso de neurología? Claro que no podía decirle a nadie que cuando nadie nos veía, besaba y tocaba al prof...