Salida

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Era Sábado, pero era uno de esos días tranquilos, solo un grupo de cuatro chicas cantando en la mesa de la esquina y dos señores mayores jugando una partida en la mesa de billar.

Tomé mi teléfono un momento para revisar un poco las notificaciones, viendo inmediatamente tres mensajes de Jungkook. Estaba a punto de responderle cuando una voz me llamó.

— ¿Taehyung?

Levanté la mirada hacia el frente para toparme con unos ojos color miel y una sonrisa radiante de labios carnosos.

— ¿Nick?

— Wow, que sorpresa. Nunca esperé volver a verte para serte sincero. — soltó entre risas. — Pasaba por la calle y decidí pasar a comprar una cerveza, te vi desde la entrada pero no estaba seguro si eras tú de verdad hasta que me acerqué.

— Tampoco pensé que te volvería a ver. — sonreí hacia él.

— Taehyung. — me llamó mi jefe por lo que giré mi rostro hacia él. — Vete a casa, chico. Ya cierro yo, y no, no quiero tu ayuda para cerrar. — cortó mis protestas sin siquiera poder formularlas.

Asentí hacia mi jefe guardando mi celular en mi pantalón después de bloquearlo.

— ¿Te vas a casa ya? — cuestionó Nick. 

— Sí, me han despachado temprano, por lo visto.

— ¿Sería un atrevimiento de mi parte invitarte a tomar algo? Puede ser en otro bar, o en mi casa si te apetece.

Me quede observándolo por unos segundos.

Realmente estaba analizando su propuesta, por un lado quería llegar a casa y acostarme a dormir, o tal vez hablar un rato con Jungkook sobre nuestro día. Pero por otro lado quería ir a otro lado que no sea la casa de mi prima, convivir con alguien que no sea mi prima, su esposo y mi sobrina; además, Nick era malditamente atractivo y era muy obvio que yo le atraía. Ya podía adivinar cómo terminaría la noche si me iba con él.

— Solo si quieres. Si no, está bien. Lamento ser tan atrevid... —

— Está bien. Una copa en tu casa suena como un buen plan.

Me sonrió con esos dientes perfectamente alineados y esos ojos que prometían una buena noche.

Tomé mi chaqueta, me despedí de Héctor y me reuní con Nick afuera del bar. De camino a su casa hablamos de cosas banales y sin sentido como el clima o por qué los autobuses tardaban tanto los fines de semana. 

Lo cierto es que ni siquiera llegamos a tomar esa copa. Una vez llegamos a su casa fueron cinco minutos de conversación trivial antes que me lanzara a su cuello ya que él no hizo ningún movimiento para acercarse a mí, y yo era una persona muy impaciente. Entre lamidas, mordidas y toqueteos llegamos a su habitación donde nos desnudamos entre forcejeos y risas cómplices.

No sabía lo mucho que extrañaba y necesitaba el sexo ultimamente,  hasta que lo tuve con Nick. Él era muy bueno en lo que hacía, sabía dónde tocar, cómo tocar y con qué velocidad hacerlo.

Las horas pasaron sin darnos cuenta hasta que la leve luz del sol comenzó a filtrarse por la cortina, haciendonos saber que estaba amaneciendo, eso quería decir que eran aproximadamente las cinco de la mañana.

— Debo irme. — solté entre suspiros.

— No. — se quejó con sus labios rozando la piel de mi cuello.

Sus brazos apretaron más fuerte mi cintura pegando mi cuerpo al suyo, me dejé hacer unos segundos más mientras su lengua humedecía la piel de mi cuello. Fue dejando un camino de besos húmedos por mi cuello, subiendo a mi mandibula, cuando estaba a punto de llegar a mis labios voltee mi rostro hacia el lado contrario.

My Story | KookVWhere stories live. Discover now