Capitulo 5:

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Las voces son lejanas y no puedo distinguirlas

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Las voces son lejanas y no puedo distinguirlas.

—¿Quién la encontró? — oh, esa voz si la reconozco y está muy enojado.

—El chico — esa voz me suena —.

—¿¡Viste quien hizo esto!? —.

—N-no Coronel, yo... yo la estaba llamando al telefono y no contestaba. Seguí el sonido y...

—Ya König, el chico es su amigo — sí, ese era Horangi.

Incluso volteada al lado contrario puedo sentir la respiración pesada del Coronel.

Trato de abrir mis ojos, para reaccionar a impedir que maten a Percy, pero al abrirlos me duele incluso hasta el maldito cerebro. Y es peor cuando intento mover mis brazos o piernas. Es como si tuviera astillas clavadas en la piel.

—Maldita mierda — gimo apretando los dientes. Las respiraciones se estancan y cuando volteo a mi espalda no solo me doy cuenta de que no estoy en mi habitación, es una más grande definitivamente con las paredes blancas y pulcras y cerca de la puerta hay tres personas.

Percy abre la boca para hablar pero Horangi le pone una mano en el pecho.

—Afuera — la orden de König es clara como el agua. Su segundo al mando y Percy se van de la habitación aunque Percy lo hace con la expresión preocupada. Trato de moverme cuando König da dos grandes zancadas y se acerca sentándose en el borde de la cama —.

—No te muevas — su voz está ceñida de una oscuridad que hace me encoja mientras me mira —.

—Mierda — me miro los brazos, con varios moretones —.

—¿Tienes una idea de quien pudo haberte hecho ésto? —.

Trato de sentarme para verlo mejor, él se inclina poniendo un brazo en mi espalda y bajo mis piernas y me acomoda las almohadas con cuidado. Su perfume y el calor de su cuerpo me hipnotizan por un momento y olvido lo que me ha preguntado.

Kätzchen, responde — me vuelve a tapar y entonces me doy cuenta que abajo solo traigo bragas y arriba una enorme camiseta que tiene su olor. Lo miro a los ojos, mareada y miro a la mesa de noche. Hay varias medicinas, opioides. Un par de frascos —.

—¿Me doparon? —.

—Gritabas mucho — sus dedos enguantados se deslizan por mis mejillas después de taparme y su mano permanece ahí cuando ladeo la cabeza — y calma tu dolor — él hace una pausa para hablar más calmado — ¿Sabes quien te hizo esto, Liebling?

—¿Liebling? —.

Una risita despiadada se le escapa.

—Responde la pregunta, no colmes mi paciencia — y ahora su voz es dura. Joder, que carácter.

𝑩𝑨𝑫 𝑹𝑶𝑴𝑨𝑵𝑪𝑬 ➝ 𝑲𝑶̈𝑵𝑰𝑮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora