Diego

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Después...

―¿Cuánto tiempo va a quedarse así? ―le oí cuestionar a mi hermano.

―No fue de gravedad, por ende... ―respondió una voz femenina.

―Despertaré en cualquier momento, un ejemplo: ahora ―interrumpí, abriendo los ojos y levantándome de golpe. Tras hacerlo, sentí una punzada de dolor en la cabeza.

―Puede irse ―indicó Dimitri, quien vestía el mismo traje dorado de la gala, a la enfermera.

―¿Qué demonios sucedió? ―quise saber. Una mirada me bastó para darme cuenta de que me encontraba en una enfermería desconocida. No era el único, un par de desconocidos oficiales rojos descansaban en las demás camillas.

―¿No te acuerdas?

―Si lo hiciera, no te lo preguntaría. Lógica, Dimitri ―expresé irónico

Desde pequeños tuve una mejor relación con Dionisio, mi hermano menor, que con él. Incluso cuando éramos niños, Dimitri se esforzaba a fondo en busca de acatar las leyes y las órdenes de nuestro padre y en su tiempo fue divertido, pero esas diferencias se convirtieron en distintas ideologías y complicaron la forma en que convivíamos, y desde lo de la noche anterior dudaba poder conversar racionalmente con él. De pronto, ingresó en la habitación un oficial.

―Qué bueno, despertó. De acuerdo, Erin Connolly desea que ambos se presenten en la sala de reuniones ―informó él brevemente.

Los dos ingresamos en la sala sin ningún inconveniente. Allí se hallaban todos los Construidos que asistían a la academia excepto una: Kaysa. ¿Por qué no estaba ella allí? ¿Dónde estaba

Entonces, mis memorias regresaron al instante. Recordé nuestra discusión, que su guardia se la llevó y finalmente recordé la explosión y los escombros cayendo entre nosotros. Evadí un terrible pensamiento. Me negué a imaginarlo. Tenía que estar, quizá todavía permanecía en su cuarto e iba a llegar en los próximos minutos. Tuve que convencerme de ello; y apenas pudiera salir de la charla informativa iría a aclarar las cosas con Kay.

―El ataque de ayer fue provocado ni más ni menos que por Destruidos. Como me oyen, el grupo terrorista ingresó con ayuda de personal que ha escapado después de concluir y el príncipe regresó de inmediato al palacio. Temo decirles que los espías están en todas partes y puede ser cualquiera ―acusó Erin Connolly mientras mi preocupación principal era que la pelirroja ingresara por esa puerta―. Además les aseguramos que fue un evento que no se repetirá otra vez, pero a modo de precaución debemos llevar a cabo el plan de evacuación, es decir, que cada heredero volverá con su respectivo clan hasta nuevo aviso.

Un repentino silencio invadió el lugar por completo.

¿Acaso nadie lo notaba?

―Disculpe. No podemos continuar si aquí falta alguien, la señorita Aaline no está ―señalé, superado por la impaciencia

Connolly soltó un suspiro y bajó la vista.

―Ella no vendrá, señor Stone ―comunicó. Mi cuerpo se congeló, y sentí como el pánico se apoderaba de mí―. Bueno, durante el ataque hubo una explosión en un sector cercano a los campos de entrenamiento y testigos aseguran que la heredera del clan Aaline se encontraba en el interior a la hora del acto. Aunque no hemos hallado su cuerpo, el pronunciado derrumbe debió causarle la muerte, y en caso contrario, los presentes sabemos a la perfección qué les hacen los rebeldes a gobernantes que toman prisioneros. En fin, Kaysa Aaline está muerta ―concluyó, más bien, yo dejé de escucharle

Di un paso para atrás, no procesando sus palabras. Era pura mierda. Imposible e irreal. Sin importarme qué podrían decir, me encaminé hacia el sitio antes mencionado y me detuve en seco al ver los restos de la columna de mármol hecha pedazos. Todo estaba menos ella, viva, conmigo.

Perdí la noción de la realidad y entré en un estado de shock. No escuchaba, no veía con claridad ni mucho menos conseguí moverme. Tampoco creí estar respirando. Tan solo en mi mente vi imágenes de ella. Desde la forma en que corría el rostro para ocultar su sonrisa y cómo sus ojos brillaban cuando se le ocurría una pregunta y las veces que nos escondimos para vernos, por más que fuera un minuto. Luego, vino la impotencia al entender que se había ido.

El peso de ello me cayó como el peor y más pesado de los acoplados; me derrumbe, como si pudiera deshacerme de esa maldita emoción. No lo hizo ni ninguna herida física compensó lo que sentí. Como si mis sentimientos por ella fueran fuego, empezó a quemarme por dentro y era un ardor frío que arrasaba y no se detenía, qué era indescriptible y me consumía hasta convertirme en cenizas. El destino había trazado una línea, ella era el límite y a mí me fascinaba cruzarlos. No obstante, ella ya se fue y yo seguí allí. Kaysa Aaline me destruyó de la manera más hermosa que existía porque si el amor era dolor, nadie me había hecho tanto daño como ella y si sentir era morir, yo fui asesinado el día en que la conocí. Y al final me di cuenta de que me había enamorado de mi asesina, entregándome a la muerte por voluntad propia, y no me arrepentía en absoluto de mi elección.

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⏰ Last updated: Feb 15 ⏰

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