CAPITULO 16

105 7 0
                                    

Mis ojos no se separaban de los de Conrad.

— Di... — Dice Conrad.
— Connie — Le contesto.

Veo como sin quitarme la vista apaga su cigarro, imito su acción y así, poco a poco nos vamos acercando.

Él pone su mano en mi mejilla y me atrae hacia él... Así por primera vez, unimos nuestros labios.

Cuando el aire desaparece de nuestros pulmones, nos separamos. Conrad toma la iniciativa de juntar su frente con la mía.

— ¿Te he dicho lo mucho que me ponen las rubias? — Dice y yo río.
— No tenía idea. — Digo siguiéndole el juego.
— Pues me ponen loco. — Dice.

Nos separamos y nos sentamos a ver el mar.

— Creo que deberíamos de volver. — Le digo.
— Si es lo que quieres, volvamos. — Dice parándose y me tiende la mano.

La tomo y él me ayuda a levantarme. Caminamos en silencio hasta la casa, no era un silencio incómodo. Entramos en silencio, para después subir al segundo piso.

Primero vamos a mi cuarto.

— ¿Quieres entrar? — Le pregunto.
— Claro, solo voy a cambiarme. — Dice, asiento y él camina a su cuarto.

Me apresuro a cambiarme, no lo iba a engañar poniéndome una pijama sexy cuando siempre me a visto que duermo con pans y camisas holgadas.

Unos golpes en la puerta, la abro y era Conrad. Me hago a un lado y veo que Belly había abierto su puerta, me hace una cara... Esas que le haces a las personas que te caen mal, la ignoro y cierro la puerta.

— ¿Ese es Connie? — Pregunta viendo el panda rojo que  me regaló.
— Sí. — Le paso a Connie.
— Recuerdo que pase un muy buen rato tratando de ganarlo para ti. — Me comenta.

— ¿Qué no era por la chica del puesto? — Le pregunto.
— No, claro que no. — Dice mientras me mira.
— Bueno... Gracias. ¿Dormimos? — Le pregunto.
— Escoge el lado que quieras. — Dice.

Escojo el derecho y él queda en el izquierdo. A los minutos él estira su brazo, entonces yo me recuesto en su pecho.

— Buenas noches, Di. — Dice Conrad y es lo último que escuchó antes de caer ante morfeo.  

AL DÍA SIGUIENTE:

Los rayos de sol me despiertan, me remuevo en mi cama y estiro la mano buscando a alguien, pero nada.

Me levanto y veo que estoy durmiendo sola... Podría jurar que anoche me acosté con un Conrad Fisher en mi cama.

Veo mi teléfono para saber la hora, nueve de la mañana... Me levanto de mi cama y justo mi puerta se abre.

Veo a Conrad con una bandeja de comida.

— Buenos días. — Dice mientras me regala una sonrisa. — No se supone que fuera así, tu tenías que estar en la cama y yo te traería el desayuno.

— ¿Quieres que vuelva a la cama? Prometo hacerme la dormida. — Digo y Conrad asiente.

Me río y vuelvo a la cama para hacerme la dormida. Escucho como la puerta se cierra y se vuelve a abrir.

— Buenos días, Di. — Dice con un tono suave, me río aún fingiendo estar dormida. — Así no era.

Me siento en la cama.

— Lo siento Con, es lo mejor que recibirás. — Digo riendo.
— Te hice el desayuno. — Dice mostrándolo.
— ¿De verdad? ¿No tenías porque? ¡Oh Dios! Son los panqueques de Damon. — Digo viéndolos.
— Claro, tus chicos dijeron que era tu desayuno favorito. — Dice.

Nos sentamos en mi cama y empezamos a desayunar.

— ¿Tienes planes para hoy? — Me pregunta.
— Tengo que ir a buscar mi vestido para lo de las debutantes. — Le digo. — ¿Quieres acompañarme? No creo que a los chicos les importe mucho un acompañante más.

— Claro. — Dice viéndome y hace que suelte una risita tonta.

Terminamos de comer y cada quien se va a su habitación para cambiarnos. Luego nos juntamos en el pasillo y bajamos a la primera planta. Vemos a Susannah, nos acercamos.

— Buenos días. — La saludamos ambos.
— Buenos días, chicos. ¿Quieren desayunar? — Nos pregunta con su sonrisa característica.
— No gracias, Susannah. — Le digo.
— ¿Y... tienen planes para hoy? — Nos pregunta.

— Saldremos en busca de un vestido para Di. — Explica Conrad.
— ¿De verdad? ¿Ambos? — Pregunta.
— Sí. Bueno y con mis amigos. — Le digo.
— Qué se diviertan. — Nos vuelve a sonreír.

Nosotros caminamos a la puerta.

— Diana. — La escucho llamarme.
— Ahora voy, dame un segundo Connie. — Vuelvo a la cocina. — ¿Sí?
— Recuerda que tienes mi bendición y... El rubio se te ve mil veces mejor. — Dice Susannah, yo río.
— Claro, gracias. — Vuelvo con Conrad. — Vamos.

My Best Summer - Conrad Fisher © ✔Where stories live. Discover now