Capítulo 18. Herida de pecho

1K 157 84
                                    

—¡No me toques! ¡Aléjate de mí!

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡No me toques! ¡Aléjate de mí!

Tuve que colocarme sobre ella para inmovilizarla y tratar de llevármela.

—Madeleine no te resistas. Mis hermanos van a llegar en cualquier momento o las Draconias. Tenemos que irnos ¡Deja de moverte!

—¡Jamás! ¡Estás loco! Yo no soy nada tuyo.

Sacudí sus hombros para enfrentarme a su mirada de asesina, de una maldita vez iba a romper con todo esto.

—Eres. Mi. Esposa, Madeleine. Mi hermano Warren te apartó de mi lado y vine por ti, vives en Estados Unidos conmigo y estudias medicina, carajo, tienes que recordarlo.

Ella parpadeaba atónita, intentaba alejarse, pero le impedí cada movimiento. No quería esparcir mi humo paralizador con ella y esperaba que no me obligara a eso.

—No, no, no. No puede ser, yo soy una...

—No eres una asesina. Eres una estudiante de medicina muy brillante que se ha casado con un vampiro.

Su cabeza la sacudía de manera impetuosa, la levanté para cargarla en mis brazos y llevármela muy lejos.

—No ¡No! ¡No voy a ir contigo!

Me detuve para mirarla de nuevo, sus palabras me hervían las entrañas. Esto era más complicado de lo que creí, el lado asesino de Maddy se imponía con su verdadera esencia.

—Deja de negarte, eres mía.

De pronto vi como una chispa saltó de sus ojos, empezó a contraerse y sujetó su cabeza con mucha fuerza; chilló por debajo como si algo le estuviera causando un fuerte dolor que no era capaz de soportar.

—Maddy.

—¡Mi cabeza! —exclamó entre gemidos que destilaban dolor, su mandíbula la había apretado tanto que pensé que terminaría rompiéndosela.

Estaba sucediendo, su mente colapsaba por la mezcla de información de sus mundos, una como estudiante de medicina y otra como una Draconia controlada.

—Tienes que recordarme, por favor, Maddy. Soy tu esposo —conecté mi frente con la suya—. Tienes que recordar todo lo que vivimos. No tuvimos un inicio de cuento de hadas, pero nos enamorados con el paso del tiempo.

Tenía un ojo entrecerrado debido a las fuertes pulsaciones en su cabeza. No podía permitir que ganara su lado asesino.

—No, yo... no...

—Recuerda a Max, es tu hermano mayor. A tus amigas Janis y la irritante rubia Nora.

La aflicción de su mirada subía, su necesidad por acabar con el dolor mental era más grande que sus ganas de escucharme.

Aunque en sus ojos hubo un brillo de asombro.

—¿Max?

Asentí expectante.

2° El amo de la destrucciónWhere stories live. Discover now