60 - Pesadilla vs sueño

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—Algo no va bien…

El omega lo había susurrado aterrado. Fenrir quiso animarle, pero él estaba incluso peor.

La doctora les dedicó un amago de sonrisa que quedó en una mueca comprometida. —Según se mire…

Por unos segundos agónicos, se miraron todos y luego ella señaló una parte de la pantalla con el dedo.

—Aquí tenemos un feto…

—Ok —contestaron siguiendo el dedo de la doctora.

—Aquí tenemos otro feto…

—¡¿Qué?! —exclamaron a la vez.

—Y aquí, otro feto.

—¡Ay! Señoooor…

—Tres fetos, papás.

—¡Sí! —Fenrir rugió de felicidad agitando los puños en el aire—. ¡Sí, SÍ! ¡Ja, ja, ja!

—Son trillizos tricigóticos… — explicaba la doctora mientras Bill parecía desfallecer y Fenrir reía de felicidad.

—No, no, no, noooo… No puedo, no puedo…

—¡Por la gran Diosa! ¡Una camadita!

—Significa que tres óvulos han sido fecundados por tres espermatozoides.

—A-alfa… me-me… aaaah… tres… No…

—Sí, señor Weasley; uno, dos y tres.

—Ja, ja, ja… ¡Qué grande es la Diosa, joder!

—Vamos a ver cómo están.

Bill intentó incorporarse gimoteando de ansiedad. —Son muchos… n-no caben…

—¡Claro que caben, mi vida! —Le besó la frente tumbándolo de nuevo para que la doctora lo examinara.

—Mi culo, no, no… no puedo expulsar tres bebés de mi culo.

—¡Mi amor, una camadita! —dijo con las manos aferradas a su omega y riendo lloroso.

—Los latidos-

—¡Me cago en la puta, Fenrir! ¡Si los tuvieras que parir tú, no estarías tan contento!

—¡Si pudiera, llevaría yo el embarazo y los pariría, te lo juro porque me muera ahora mismo!

Bill apretó su mano con fuerza y la expresión aterrada. —¡Son demasiados, maldita sea! ¡Va-vamos a morir! ¡Esto es una pesadilla!

—No hay tres latidos-

—¡Es un sueño! —Continuaron discutiendo, haciendo caso omiso a la doctora—. ¡Nuestro sueño! Tú querías tres y yo quería camadita.

—Pe-pe-pe-pero, ¡no a la vez!

—¡Mejor! Tres en uno y nos ahorramos embarazos, partos y postpartos.

—¡Aaaaaah! ¡Tengo miedo, joder! Demasiados, voy a explotaaaaar. Tres a la vez es un infierno…

—¡Es el paraíso!

—Solo hay un latido.

—¡No tengo tres tetas ni tres manos!

—¿No decías que mis sueños eran tuyos? Pues ahí lo tienes, mi amor. Te juro que no voy a estar al cincuenta por cien, ¡sino al trescientos!

—¡Más te vale! —masculló amenazador mientras lloraba—. O si no, serás alfa mueeeertoooo…

—¡Señores Greyback!

Ambos, que usaban sus manos apretadas como un pulso de fuerzas y discutían entre felices, enfadados y llorosos, se detuvieron de repente para prestarle por fin atención a la doctora.

IV En el corazón del lobo (Saga lobo)Where stories live. Discover now