31. Art deco

7 1 0
                                    

Esa misma tarde, después de almorzar, acompañé a Piper hasta su casa que antes compartía con sus compañeros de arte.

- Este es mi gran hogar, bueno gran, quiero decir no es mucho pero a veces es cómodo estar aquí.

Era un apartamento para nada incómodo a mí parecer, sonreí al notar que tenía la impronta de ella. Tenía muchas pinturas, cuadros y bocetos pegados por todos lados.

- Dibujas más que antes.

- Cuando no estoy trabajando mi vida se basa en dibujar, hay muchas cosas que nunca termino pero otras...

Se levantó y busco un cuadro entre muchos que estaban apilados.

- Quería mostrarte un cuadro que de seguro te pertenece.

Me sorprendí al vernos perfectamente pintados y retratados a Edward y a mi, en el momento me pareció raro pero luego me tomé un minuto en apreciar el dote artístico que tenía Piper.

-¿Puedo preguntar por qué retrataste esto?

La pregunta era bastante obvia, era la portada de la película que filmé junto a Edward, la vez que nos conocimos, me traían los mejores recuerdos.

- Debo ser honesta, es mi película favorita tuya - contestó mirando fijamente los trazos - por más que siempre odié a tu ex, no puedo negar que es un increíble actor y que hizo un papel estupendo junto a ti.

Y si lo era, y también fue la película que más disfruté grabar. Pero de eso ya no tenía ningún buen recuerdo.

-¿Te gusta?

- Eres increíble Pip, no puedo creer que ninguna academia de arte valore lo que haces.

- Esto no se lo conté a nadie, ni siquiera a mis padres, pero cuando presenté un par de mis obras me acusaron de "clásica" y "poco moderna". No es lo que buscaban.

- Lo siento.

- No, en realidad al principio me sentí muy mal, pero después me di cuenta de que estaba bien, porque yo no quería ver cómo mi vida y mi arte se desperdiciaban por millonarios que compren mis obras por la necesidad de gastar un par de dólares. Así que solo tomé las palabras del agente de arte como una segunda oportunidad.

-¿Tu sueño no era exactamente lo contrario?

- Lo era, pero busqué mis prioridades. Y mi prioridad siempre va a ser pintar y dibujar para mí, no para los demás. ¿De qué me sirve que un crítico de arte, por ejemplo, deje un mal comentario sobre lo que hago? Mira esta pintura, muchos dirían que es una vasta copia sin originalidad de la portada de tu película.

Me sentí culpable por todas las veces que tuve que ser consolada por las malas críticas que hacían los periodistas sobre mí: por mi ropa, por mi relación con mis fans, por mi actuación. Piper tenía lo que yo no, una visión madurada sobre la clave del éxito.

- Estoy segura que en muchos años vas a ser reconocida por esto sin la necesidad de venderle lo que haces a cualquiera.

Sonrió y tomó unos botes de pintura, me los dió, yo la miré algo confundida.

- Pip, no sé pintar ni dibujar.

- Sé que te mueres por lanzarle pintura azul a este cuadro, admitelo, no soportas ver a Edward ahí.

La miré horrorizada - Estás loca, no voy a hacer eso, no puedo arruinar esto.

No tenía cinco años, odiaba a Edward y estaba resentida con el por supuesto, pero no tenía por qué meterme con lo que pintó Piper.

- Vamos Pearl, no me importa este cuadro, tengo como trescientos más y no es mi favorito, solo lo conservo porque estás tú ahí - seguí sin reaccionar así que ella rodó los ojos - es una buena terapia contra la ira. Mira.

Lanzó pintura roja contra mi cara, arruinando parte de mi figura en el cuadro, la miré mal.

-¿Y eso por qué fué?

Se encogió de hombros - Si quieres un motivo puedo decir que fue por haberme abandonado.

Ambas sonreímos, me volvió a ofrecer el bote de pintura azul. Agarre con mi mano un puñado de pintura azul y lo restregue contra la perfecta cara de Edward. Se sentía muy bien.

- Te lo dije, es como terapia pero gratis, continúemos.

Seguimos lanzando pintura, entre risas y comentarios, lo hicimos hasta que el gran cuadro quedó repleto de manchas azules y rojas.

- Esto también es el arte - dijo - no creas que me olvidé de la promesa que hicimos, debes contarme con quién saliste anoche.

Suspiré jugando con los restos de pintura que quedaron en mis dedos.

- Su nombre es Vincent, tuvimos una cita increíble y al final de la noche tuvimos relaciones. Y no suelo admitirlo, pero me encantó hacerlo con él.

Los labios de Piper formaron una "o" - ¿Y como lo conociste?

- Digamos que fue durante unas semanas mi terapeuta.

La carcajada que soltó hizo que me sobresalte.

- Tienes muchos problemas amiga mía, pero si te gusta, adelante. Nada mejor que un hombre que sirva para el sexo, y te lo digo siendo lesbiana.

-¿Crees que... podría funcionar entre nosotros dos? - pregunté nerviosa mordiéndome el labio.

- No creo que influya mucho que haya sido tu terapeuta, pero preocúpate si compara sus actos sexuales con la teoría de Freud.

Las flechas de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora