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Disfrutando aún de las cálidas y cómodas sábanas de su esponjosa cama, una coreana se tapaba los oídos con una almohada, queriendo con todo su corazón ignorar el incesante sonido de la alarma

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Disfrutando aún de las cálidas y cómodas sábanas de su esponjosa cama, una coreana se tapaba los oídos con una almohada, queriendo con todo su corazón ignorar el incesante sonido de la alarma.

Cuando decidió dejar la escuela para no tener que levantarse temprano nunca más, no lo pensó muy bien, la vida del trabajador tampoco resultaba algo bueno.

Sin tener otra opción, se despojó de las sábanas encaminándose al baño para cumplir con su higiene diaria.

Ahora vestida con una sencilla camisa blanca y unos pantalones deportivos, estaba lista para un día de trabajo.

Un asqueroso día de trabajo.

Tzuyu vivía en un sencillo departamento en un barrio cómodo de Seúl, después de que su madre se divorciara del padre de su hermanastra Jeongyeon, ella decidió quedarse en Seúl bajo la excusa de que estudiaría en la prestigiosa universidad de dicho país.

Una vil mentira.

Estuvo viviendo como nini bajo el dinero de sus padres durante dos años, hasta que estos se enteraron de la verdad y la obligaron a qué mínimo, buscara un empleo.

Y así fue terminó trabajando en el rancho de Jeongyeon, su querida hermana.

Aunque se quejaba todo el tiempo de tener que trabajar, la verdad es que no es tan malo, de hecho es bastante divertido sumándole poder trabajar con sus mejores amigas, Chaeyoung y Momo.

El teléfono de Tzuyu vibró mostrándole que tenía una llamada.

Hablando de la reina de Roma.

—¿Sí? —Dijo Tzuyu al teléfono, sin perder de vista la calle a la espera del autobús.

—¿¡Tzuyu dónde andas!? —Gritan del otro lado haciendo que aleje el teléfono.

Varias personas la miran mal a lo que ella hace una leve reverencia murmurando: "Disculpen."

—¿Que putas madres quieres?

—Uy tú, que carácter. —Contesta Momo.— No pos' nada, nada más que una gallina se cagó en el zapato de Chaeyoung y quería que lo vieras.

De fondo se escuchan los gritos de la pequeña, Tzuyu ríe viendo el autobús asomarse

—Saca una foto, ya voy en camino.

—¡Ahí no vemos!

Tzuyu guarda el teléfono para formarse, por estar hablando es la última en la fila.

A la distancia dos chicas que venían caminando tomadas de la mano, tomándole fotos a cualquier cosa que veían, desde el puesto de quesadillas de doña Mary, hasta al borracho peleando con una ardilla en un callejón.

Un ambiente totalmente exótico para las jóvenes Minatozaki y Myoui.

Sus padres les tenían totalmente prohibido ir a los barrios bajos de la ciudad, como ellos les decían, y que por nada del mundo hablaron con gente de esa zona.

Los padres deberían de saber que al prohibirles algo a sus hijos, es como encender la mecha de una dinamita.

Tras subir la publicación, Sana le enseñaba la foto emocionada a Mina, alegando que varios de sus amigos decían lo pintoresco y naco que era

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Tras subir la publicación, Sana le enseñaba la foto emocionada a Mina, alegando que varios de sus amigos decían lo pintoresco y naco que era.

Hasta que gracias al potente sonido de un motor, toda la atención de Sana se pierde en una parada de autobús, más específicamente en una chica parada ahí.

Una chica alta, delgada pero con un cuerpo tonificado, largos cabellos castaños, distintos y coloridos tatuajes en su brazo izquierdo, en una mano cargaba una lata de cerveza dándole un extraño pero atrayente encanto.

Decir que Sana estaba cautivada era poco.

—¿Sana? —La llama Mina moviendo su mano frente el rostro de la rubia. — ¿Sana me oyes?

 — ¿Sana me oyes?

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Marihuano. || Satzu AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora