Capítulo 4

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Esto si que era un jodido dolor en el culo.

Ya había pasado un mes desde que su padre había dejado los negocios en el extranjero y había decidido permanecer en casa; vigilandolo como un zorro.

El ambiente en la casa se había vuelto un verdadero infierno. Sobre todo la hora de la cena. La mirada de Hérmes sobre él era asfixiante y pesada. Era como si esperara a que metiera la pata para lanzarse directo a su yugular.

Dado que las cosas estaban así había dejado los cigarrillos y las salidas de madrugada. Tenía que hacer algo o iba a volverse loco.

Bajó las escaleras sin cuidado alguno. Entro en la cocina dispuesto a asaltar la alacena pero una presencia lo detuvo en seco junto en la entrada. Hermes bebía café y parecía absorto con la vista de la ventana que daba a los jardines.

Giro de inmediato al sentir a su cachorro cerca.

-Buenos días... que sorpresa verte tan temprano en casa.

Aquerôn no respondió sólo se limito a hacer un movimiento de cabeza. Entró como si nada y empezó a buscar el pan tostado.

La verdad era que ambos eran prácticamente desconocidos. Hérmes viajaba constantemente y difícilmente pudo estar con él más de un día entero así que... romper el estúpido silencio era complicado. Podía sentir el gran abismo entre ambos. Y es que no eran una familia normal. De esas que van de vacaciones o que ven los partidos los fines de semana. Que salen y comen pizza. No. Eso era cosa de familias comunes. Odette lo sabía. Y lo había aceptado.

El sonido del cuchillo raspando el pan era agobiante y un poco molesto.

Aquerôn arqueo una ceja y una sonrisa pequeña y ladina curvo sus labios.

-...y que sorpresa tenerte aun en casa. Antes solías salir de aquí en cuanto le hacías el amor a mamá y les limpiabas las narices a los betas de la manada. ¿O era el culo? Como sea... que sorpresa.

Hérmes se quedó atónito.

Aquerôn tomó su desayuno y salió de la cocina dejando a un Hérmes totalmente descolocado.

En cuanto terminó aprovecho eso para salir a toda velocidad en la motocicleta.

Strike one.

La puerta se abrió de golpe asustando a Odette. Hérmes entró echo una furia. Esta sólo pudo mirar como luchaba por acomodar los botones de su camisa de vestir.

-¿Pero que sucede? ¿Por que estas tan alterado

Hérmes se detuvo y la miro fijamente.

-¡¿Desde cuando nuestro hijo esta al tanto de nuestra vida sexual?!

Odette abrió los ojos algo sorprendida.
¿Que?

-...olvidalo. Ya voy bastante tarde y Cicerón quiere hablar conmigo. Dijo que tenía algo importante que decirme así que espero no sean malas noticias.

Odette se levanto y se paro justo frente a ese hombre tan apuesto. Su pecho era grande y amplio. Sus brazos eran gruesos y fuertes. Pero lo que más le encantaba era como su ceño se fruncia tanto por hacer rabietas. Ese era el Hérmes que conocía. El que amaba.

-Hérmes, nuestro hijo ya no es un pequeño. Así que el sexo es parte de su educación así que... no te sorprendas tanto. Pareces un viejo. Y si te dijo eso sin vomitar seguro que lo hizo solo para molestarte.

Sus delgados dedos abotonaban delicadamente cada uno de los botones y con agilidad deslizó la corbata por su cuello.

-¡¿Molestar?! Créeme, nada me hubiera gustado más. Al contrario, me dejo sin palabras. ¡Demonios! Es igual que...

Alfas Caidos©Where stories live. Discover now