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-Muchas felicidades- con cansancio una joven mujer, quien portaba una gran bata de laboratorio. Se trataba ni mas ni menos que de Henrietta Biggle, una ex compañera y ahora ginecóloga especialista en fertilidad, quien había estado siguiendo el caso de los dos esposos, desde los inicios de su matrimonio.

-¿Henrietta, podrias siquiera cambiar ese rostro aburrido y sonreir por tus pacientes?- criticó su hermano, a su lado, quien a diferencia de la mayor, se encontraba como el apoyo obstetra en aquella clínica familiar -parece que todo está en orden... Aún hay que hacer seguimiento, pero está en una posición perfecta- dijo con una gran sonrisa dirigida hacia ambos esposos.

Tanto la rubia, recostada en aquella camilla de hospital, como el castaño, que estaba sujetando su mano con toda las fuerza que pudo reunir en ese momento, miraron a ambos hermanos como si sus palabras fueran un conjunto de oraciones sin ningún sentido aparente, como si toda aquella nueva información fuera alguna clase de broma cruel y mal intencionada.

-¿E..embarazada?- Bebe se llevó ambas manos a la boca, recordando por un segundo las palabras que Tweek había utilizado para animarla ("Bebe, tu ya eres una gran madre") ¿Se trató, a caso, de alguna clase de hechizo mágico?

Las lagrimas recorriendo por sus mejillas solo deshicieron todos aquellos pensamientos, mientras su esposo apretaba su agarre tratando de pasarle de alguna forma la poca estabilidad que le quedaba, incluso a si mismo.

-¡No lo entiendo!- Clyde no quería gritar en ese momento, pero su agitado corazón no le permitió tener aquella serenidad que lo definia normalmente -lo intentamos muchas veces... invertimos en ello y nos rendimos y... y ahora... ¿cómo?-

-Siempre se recomienda a los pacientes que empleen el metodo natural, a pesar de que sea imposible- comentó la pelinegra con cierto aburrimiento y rechazo por el frágil y confuso estado emocional de sus pacientes -a veces la vida se aferra por sí misma... lo cual ya está fuera del control médico-

Bradley solo codeó a su hermana en las costillas, al no hablar claramente. Despues de todo, su discurso solo fueron murmuraciones que ambos esposos seguro no pudieron ni escuchar -lo que mi hermana quiere decir, es que a pesar de nuestro diagnostico inicial, y lo difícil que resultaba una implantación exitosa, siempre pueden ocurrir casos como estos. Si bien no es algo común, siempre se les recomienda a los pacientes no perder la fe y seguir intentandolo por el medio natural-

-Yo... yo- la rubia hizo cuentas con ambas manos y un miedo la invadió casi al instante -bebí alcohol... Dios estuve ebria, el bebé, ¿él bebé estará bien?-

El rubio solo sonrió con paciencia ante la desesperación de aquella tan recurrente pregunta -no tienes de qué preocuparte. El alcohol y la concepción no son enemigos, pero el desarrollo es un tema completamente a parte, por lo que de ahora en adelante definitivamente lo evitaremos a toda costa, ¿de acuerdo?-

Ambos esposos suspiraron con cierto alivio. Todo aquello era una gran y tormentosa sorpresa, definitivamente no una mala... pero aún así una sorpresa.

Para el castaño, que se había preparado y estudiado tanto por si aquel momento llegaba a suceder, resultaba increíble como toda aquella noticia lo había afectado. Estaba ciertamente feliz, pero también muy confundido. Despues de todo, lo habían planeado tanto, lo habían anhelado tanto, que ahora que estaba aquí de forma tan inesperada, simplemente, parecia un sueño del cual creía que en cualquier momento se iba a despertar.

Pero claro, ver a Craig atropellando a una enfermera definitivamente no ayudaba con esa duda.

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Desde que llegó a South Park, Tweek, no pudo evitar analizar su nueva vida, casi obsesivamente, desde muchos angulos distintos.

Casados por accidente || CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora