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—Novata.

Blake estaba frente a su escritorio, con los brazos cruzados y esta vez mirándola fijamente. Levantó rápido la vista del ordenador para prestarle atención. No se lo admitiría ni a ella misma, pero su aura la imponía bastante, además de todo el respeto que mostraban el resto de los policías ante su presencia, que no ayudaba.

—Te vas a patrullar con el subinspector Rodríguez, sintoniza la frecuencia en radio y haz todo lo que él te diga. Te está esperando en cocheras.

Ella asintió y procedió a cerrar sesión en el ordenador ante la atenta vigilancia de su superior, que comprobó si seguía correctamente el procedimiento. Sí. Incluso acercó la silla a la mesa. Gruñó para sus adentros. No podía regañarla, aunque sí cuando se iba le gritó "rápido novata", que también le sirvió de despedida.

Gala bajó por unas escaleras situadas junto a recepción que desembocaban en una abertura oscura con una puerta pesada y azul. Al abrirla con la manivela ya se podía ver un gran garaje subterráneo, lleno de tuberías por el techo, espacios libres y vehículos aparcados.

Con el eco que generaba el lugar no se podía ser nada discreto. Los pasos de ella retumbaban en las paredes y advirtieron a Aitor de su llegada. Este le sonrió ligeramente desde el asiento del piloto, y arrancó el coche. Se dio prisa por subir junto a él, y, nada más cerrada la puerta del copiloto, el subinspector aceleró para salir del aparcamiento.

Se ajustó el cinturón, algo incómoda. Ellos dos ya habían coincidido en varias ocasiones por comisaría a lo largo de estas dos semanas de trabajo, pero aún les costaba iniciar conversación. Permanecieron callados un rato, con el sonido de la radio interrumpiendo de cuando en cuando con avisos. El hombre carraspeó y decidió hablar, ya que supuso que la novata estaría cohibida por ser él su superior:

—¿Eres nueva en la ciudad, cierto? Además de en la comisaría. Ayer hablamos de que fuiste inspectora, pero no sé si fuera del país.

Ella giró un poco el cuerpo hacia él, acomodándose en el asiento, y respondió.

—Así es, aunque mi familia vivió aquí mucho tiempo, mis mejores amigos son de aquí, de mi etapa del colegio. Luego a mi padre lo ascendieron en su trabajo —evitó decir que también era policía— y nos mudamos a Andorra. He vuelto al origen, se podría decir.

—Entiendo. Isidoro dice que no sabe qué haces aquí, que solo hay montañas y frío, pero es que a él le gusta mucho la playa y el calor. Hace unos años estaba a gusto, pero debe ser la edad, ahora no para de quejarse y solo quiere irse a su querida Marbella.

—¿Y tú eres de aquí?

—¿Yo? —la miró y luego devolvió la vista a la carretera—. Yo vengo de buenas tierras, del lugar más bonito del universo: el País Vasco. Ay, qué bien y qué barato se come allí. Hablando de eso, vamos a aparcar cerca de este barrio, tiene una panadería con las mejores palmeras de la ciudad, mentira, ¡de la región! Ya verás, está siempre lleno de policías de la comisaría del norte.

Tras comprar los suministros (unas cajas de más, porque si no Ford se enfada) dieron un paseo con el objetivo de, según el subinspector, "familiarizarse de nuevo con la ciudad, que de este sitio huyes dos semanas y ya hay cinco tiendas nuevas". A Gala le pareció una persona agradable, y notó su esfuerzo por establecer conversación. Ella, por su parte, intentaba no mostrarse tan fría y distante como podía parecer, influida por los numerosos días anteriores en los que no había tenido mucho contacto con nadie y los comisarios no hacían más que hostigarla.

Se fijó también en que se mostraba amable ante los civiles siempre que podía. Las mujeres se le quedaban mirando, y no era de extrañar, pues era bastante atractivo, como ya notó el primer día que lo vio en la sala de archivos. Su mandíbula marcada y el pelo largo hasta los ojos hacía la mayor parte, en conjunto con sus pobladas cejas que sí le hacían un favor en embellecerlo. Hacía unos días había oído gritar a Isidoro que tenía treinta y tres años, que le gustaba la parte oeste de la ciudad porque era la más tranquila y también había descubierto que tenía novia de hacía muchos años.

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