𝟘𝟙

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Rebecca apagó su alarma cuando esta comenzó a sonar justamente a las 6 de la mañana. Se levantó con mucha lentitud y se miro fijamente al espejo que tenía en frente de su cama, se miró de pies a cabeza.

Pero mira que pena das.

Eres fea.

No le importas a nadie.

Nunca conseguirás un alfa, ni siquiera un beta te va a querer.

Vaya olor tan desagradable que te cargas.

Vas a morir sola.

Las lágrimas empezaron a llenar los ojos de Rebecca. Entre más se decía mentalmente, más dolor sentía en su pecho.

El sonido de la puerta siendo abierta hizo que la castaña saliera de su mundo y se limpiara las lágrimas con rapidez.

—Oh, que bien, ya estas levantada bebé, alístate, ¿si? —dijo Rhian, una de sus dos madres.

—Si mamá —respondió con un tono apenas audible, no quería que se le entrecortara la voz y que su mamá notara que estaba llorando.

La alfa de edad media le regaló una sonrisa antes de dejar la habitación. Rebecca sonrió con tristeza, pues su madre era la única alfa que podía aguantar su aroma. No sabía si le gusta, pues nunca se lo había preguntado, pero al menos lo soportaba. De hecho Rebecca nunca le decía nada a sus madres, Rhian era algo despistada y Glaiza, su madre omega, no estaba mucho tiempo en casa, ella era fundadora de la academia de defensa personal especializada en omegas, así que siempre necesitaba estar supervisando todo. Su madre alfa trabajaba desde casa, así que convivían mucho, pero aún asi Rebecca no podía decirle lo que sentía, no quería preocuparla, ni a ella ni a Glaiza.

Se levantó de su cama y se dirigió a su cajón de ropa, tomó unos jeans y una sudadera gris, lo ideal para pasar desapercibida. Al terminar de cambiarse tomó el spray inhibidor y se roció todo el cuerpo, pudo sentir como su aroma disminuía drásticamente.

Se miró por última vez al espejo, tomó su mochila y bajó a la cocina donde Rhian estaba tomando un café.

—¿Tienes hambre, Rebecca? —la menor negó con su cabeza y le regaló una sonrisa.

La alfa se levantó de la mesa y besó a su hija en la frente.

—¿Te pusiste tu inhibidor cierto? —preguntó la rubia, Rebecca volvió a asentir— De acuerdo, pero no te pongas demasiado ¿ok? El doctor dijo que era peligroso, con que te pongas un poco en el cuello es más que suficiente. Así no puedo ni percibir tu bonito aroma, bebé.

—E-esta bien mamá, ya no me pondré tanto —dijo la castaña claramente mintiendo, pues no le importaba si tanto inhibidor le llegara a hacer daño, y si gracias a eso su aroma no volvía, para ella estaría más que perfecto.

Su madre sonrió y la dejó irse a la escuela, cuando la omega abandonó la casa soltó un suspiro, cansada. La alfa sabía que Rebecca ocultaba muchas cosas, tenía conocimiento de que a ella no le gustaba su aroma y en verdad quería ayudarla, pero Rebecca no sé abría. A veces Rhian se sentía mal al pensar que su hija no platicaba con ella sobre cómo se sentía gracias a que era alfa, como le gustaría que su esposa estuviera más tiempo en casa para poder ayudar a su pequeña retoña. No quería que nada malo le pasara.

Cuando Rebecca llegó a la escuela fue hacia su casillero para sacar los libros necesarios para las primeras tres horas de clase, ahí se encontraba Urassaya sacando también sus cosas.

—Hola Rebecca. —dijo la menor sonriéndole junto con sus cachetes inflados que se asemejaban a los de una ardilla.

—Hola Irin. —Rebecca le devolvió la sonrisa.

—¿Hiciste la tarea de ciencias? —la castaña asintió— Muy bien... mmm... sé que no te gusta que hable de tu aroma Becca, pero, estás usando mucho inhibidor, ¿no crees? No puedo percibir ni un poco de tu esencia. —preguntó algo preocupada, ella notaba como Rebecca se incomodaba siempre que ella y Mind tocaban temas como sus aromas, las parejas y demás.

—Últimamente sí... es que mi aroma ha incrementado en estos días, y sé como molesta a muchas personas. —contestó Rebecca con voz decaída.

—Becca, tu aroma es más fuerte que el de un omega promedio, sí, pero tampoco debes taparlo todo, los inhibidores causan mucho daño si se usan en exceso. En serio, créeme que tu aroma no es desagradable y cuando tu pareja predestinada llegue , él o ella amará todo de ti y eso incluye tu olor dulce. No hagas que tu esencia cambie. —dijo Urassaya agarrándola de sus hombros, pudo ver como una lágrima se derramaba de los ojos de su amiga.

Rebecca abrazó a su amiga y susurró un gracias a Urassaya. Ella y Mind siempre intentaban subirle el ánimo y le recordaban lo importante y valiosa que era. Tal vez sin ellas Rebecca estaría mucho peor de lo que ya está.

La campana sonó y las dos amigas se fueron abrazadas hacia su salón de clases. Cuando abandonaron el corredor, Sarocha Chankimha cerró la puerta de su casillero, el cual estaba cerca del de la omega de aroma dulce. Soltó un suspiro y se recargó en los lockers, ella en verdad tenía un leve enamoramiento por la omega castaña, todo de ella le gustaba, no podía encontrarle un solo defecto. Sabía de la fama que tenía, que poseía un aroma muy empalagoso y abrumador, pero eso no le importaba a la alfa, de hecho su aroma fue lo primero que le atrajo de Rebecca; en el momento en el que olió el chocolate mezclado con caramelo y jazmín que emitía la menor, Freen no se lo pudo sacar de la cabeza y cuando menos se dio cuenta se encontraba siguiéndola a todos lados y preocupándose cada vez que veía a la menor triste o decaída.

Justamente ese día Freen había notado que no podía percibir la dulce esencia de la castaña, eso la puso muy inquieta pues ese aroma siempre la tranquilizaba. Había escuchado su conversación ella y de la otra omega alta, tenía miedo de que Rebecca se hiciera daño. Necesitaba hacer algo.

—P'Freen ¿en qué piensa? Ya es tarde y tenemos clases. —la voz de su amiga Oaey la sacó de sus pensamientos.

—Lo siento Oaey, estaba pensando.

—¿En esa omega cierto? No entiendo por qué no le hablas. —dijo Oaey con fastidio.

—No es tan sencillo...

—De hecho si lo es, sólo vas con ella y te presentas, no es mucha ciencia. Nunca entenderé a los alfas y omegas, son tan raros —la menor se rascó la cabeza—. Agradezco demasiado ser beta.

Freen solo soltó una pequeña risa ante el comentario de su amiga y la tomó de los hombros.

—Andando Oaey. —dijo Freen aún con Rebecca en su mente. Su amiga tenía razón, debería hablarle y conquistarla, le llevaría tiempo, pero lo lograría.

 Su amiga tenía razón, debería hablarle y conquistarla, le llevaría tiempo, pero lo lograría

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Sweet Scent - FreenBecky-Where stories live. Discover now