Capítulo 4

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Shanks se alarmó cuando el niño despertó, exaltado.

El niño miró hacia todos lados con terror, sus ojos nublados de pánico. Pánico que nublaba su juicio y lo hacía temblar.

No parecía reconocer nada, como si estuviera en otro lugar, su mente parecía fuera de él.

El niño se alejó hasta la esquina de la camilla con sus rodillas pegadas a su pecho, quitándose la intravenosa con miedo y pudor.

Eso fue hasta que alzó su mirada y se estrelló con la suya.

Y eso sólo parecía empeorar todo.

El niño abrió su boca y clavó sus uñas en el colchón, echándose hacia atrás y jadeando pesadamente.

Se miro a sí mismo con terror, viendo que las únicas prendas que tenía habían desaparecido.

Las lágrimas parecían inundar sus ojos, la rabia repentina tomaban sus iris y alzo su mirada hacia él.

—¿Vas a entregarme a ellos, cierto? ¡¿También quieres tenerme?! ¡¿Vas a venderme?!—

Gritaba, su voz subía de tono y comenzaba a respirar con mucha fuerza, tocando su pecho.

Shanks salió de su aturdimiento, negando rápidamente, con el afán de acercarse. Pero eso sólo empeoró la situación.

—¡Aléjate! ¡Aléjate de mi!—Grito, con lagrimas bajando por sus ojos—¡No dejaré que me entreguen de nuevo! ¡No volveré a ese lugar!—

—¡No te voy a entregar!—Exclamo Shanks, esperando que esa declaración calmara al chico alterado.

Lo cual fue inútil, porque el niño no parecía creerle y negaba con fuerza, sollozando.

—No…no volveré—

Murmuró, su respiración se aceleraba y tomaba su pecho con fuerza. Hasta que comenzó a jadear por aire y Shanks tuvo que intervenir.

Expuso su haki, esperando que el niño cayera y calmara su respiración. Pero obtuvo una mirada de muerte y un jadeo ahogado.

El niño parecía debilitado por el haki, pero no se desmayó. Seguía temblando y jadeando, con las lágrimas saladas inundando su rostro.

Shanks se acercó con cuidado, alzando sus manos en son de paz, esperando sólo poder ayudar.

El niño lo miraba fijamente con rabia y pánico creciendo en sus ojos, estaba inmóvil.

Mátame—Dijo—¡Mátame si vas a entregarme!

La determinación en sus ojos hizo que Shanks parpadeara, como si no esperara más que miedo en los ojos del chiquillo.

Entonces, Shanks rió.

El niño no parecía menos tenso, pero sus ojos cambiaron a una nueva emoción; confusión.

Escucho la risa del hombre. No se escuchaba malvada, ni con arrogancia ni nada de eso, parecía incrédula.

Shanks sonrió suavemente, sentándose en la otra esquina de la camilla, tensando al niño.

Lo miró fijamente por unos momentos y luego sonrió.

—Soy Akagami No Shanks—Se presentó—Este lugar es mi enfermería y estas en mi barco—Dijo con calma.

El niño lo miro fijamente sin pestañar, y Shanks sintió como una victoria el hecho de que parecía más relajado.

—¿Cuál es tu nombre?—Preguntó al ver que el muchacho no respondía.

ᴡʜʏ ᴅɪᴅ ʏᴏᴜ ꜱᴇᴘᴀʀᴀᴛᴇ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora