Capítulo 28

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La soledad siempre me ha acompañado.

Es un viejo amigo, mirándome a la lejanía y esperando su momento de volver. No podía decir nada, mi tristeza era grande y ya conocía mi dolor.

Estaba allí. Tan presente. Tan vivaz.

Casi siempre estaba allí, esperando volver una y otra vez.

Luffy la había espantado, la había alejado y ella simplemente decidió tomar vacaciones. ¿Y yo? Un pájaro herido que no puede volver a su nido, porque ese nido fue ocupado por otro pájaro malévolo.

Entonces, ahora que decidí tomar toda la remesa de alcohol, caí a mi cama, pidiendo piedad.

¿Piedad? Algo que no debía obtener. Tal vez Luffy debía odiarme ahora, pero en mi mente alcoholizada y llena de frustración, no podía importarme.

Porque él fallo primero.

De mis labios salió un gruñido fastidiado al sentir mi cabeza doler, tomando la pastilla azulada que tanto odiaba. Aunque la anhelaba, mi mente inconsciente la repudiaba. Sólo me hacía perder todo lo que pude construir.

Sólo alejaba los sentimientos tarde en obtener.

Tropecé con mis propios pies, un grazno ofendido escapando de mis labios. Fui a la cocina, un vaso de agua hidratando mi pobre cerebro.

Pensé que una semana sería suficiente para olvidar todo, pero ya vi que estaba equivocado. Tal vez no olvidaría nunca esa imagen que se repetía cada día.

Ella, besándolo con cuidado y él correspondiendo.

Ja, que iluso fui.

Salí a tomar aire, debía tomar aire fresco. Caí en el columpio de porche, echando mi cabeza hacia atrás y un largo gemido resonó desde mi garganta.

Una risa amarga ventilo, tan vivida y oscura. Tarareé con somnolencia, frunciendo el ceño al sentir una presencia en mi isla. ¿Quién carajos la descubrió?

¿Por qué alguien estaba aquí?

La irritación me golpeo, así que de forma tambaleante, me pare y comencé a caminar. 

Mis ojos nublados por el alcohol, cayeron en la presencia parada frente a mí. Entrecerré mis ojos, un hipido saliendo de mis labios y reí.

Vaya.

—¡Lucci! Pensé que habías muerto—Él hombre frunció el ceño ante mi estado, acercándose con cuidado.

—Señor, sabe muy bien que no debe beber con las pastillas—Comunico con tranquilidad, ignorando mi resoplido molesto.

—¿Qué haces aquí?—Pregunté—¡Los salve de esos malditos! Deberían vivir su vida lejos de la marina—Regañe, incluso si mis palabras salían arrastradas, con un hipo como acompañante.

Ellos los hicieron una arma y yo los liberé, ¿era difícil olvidar?

—¿Usted es de la marina?—Preguntó, la seriedad en su mirar contrastaba con la sonrisa en sus labios.

Vaya, no soy ellos al final del día.

Solté una carcajada, negando con un encogimiento de hombros. Increíble, podía reír con esas pastillas, que nuevo descubrimiento.

—Las pastillas deshacen un poco su efecto cuando bebe, debe preguntarse eso, ¿no?—

Asentí, dándome la vuelta para caminar, sin importarme la presencia de mi ex‐subordinado. Tropecé con una piedra, siendo atajado con rapidez y una mirada divertida.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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