Capítulo 42 (Parte 1 y 2)

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Pacto de sangre

La morada de Jared es enorme, es... descomunal, la mayoría de los pasillos tienen grandes ventanales, y algunos les falta la pared entera, decido ignorar esos e irme por las zonas seguras. Lo menos que quiero es que alguien me mire desde los cielos.

Jared no me habla más, debería tomar eso como una señal de advertencia, pero si las Jerarquías no notaron mi presencia hace minutos... quiere decir que he sido silenciosa. Bered debe estar a una distancia prudente por si algo sale mal en nuestro plan de liberar a Jared.

Evito jadear mientras corro y me detengo en una encrucijada de pasillos. Quisiera preguntarle a Jared que dónde carajos está, pero sería peligroso.

Joder.

Me paso la mano libre por la cara y tomo respiraciones profundas. Si él dijo que mi éter aclamaba el suyo... eso quiere decir que si me concentro podría encontrarlo.

Pasan algunos segundos, pero la vergüenza de saber que tuve sexo con Jared no me deja. Es como si... hubiese roto un código importante, pero a la vez no me importa haberlo roto.

Ruedo los ojos al ver el camino por donde han ido mis pensamientos y decido tomar la ruta a mi izquierda. Camino con afán sosteniendo la espada de Bered con mi mano derecha mientras avanzo hacia lo que parece ser aquel salón donde Jared me alimentó luego de haberme sacado de la morada de Haziel cuando decidí buscar el Princek allí.

A medida que me acerco mi oído sobrenatural capta un jadeo doloroso, eso produce que trote al entender que lo he encontrado.

Cuando irrumpo en el salón mis ojos se abren desmesuradamente al ver la escena a continuación.

Es atroz. No hay otra explicación.

Jared está arrodillado y encadenado a la pared por cadenas del mismo material con las cuales una vez até a Haziel en Calipse. Su cuerpo está sostenido por las cadenas, ya que él parece estar inconsciente. Sus alas son visibles, enormes y plegadas. Lo que me acelera la respiración de la ira son las dos espadas que tiene enterrada en su espalda, justo en la base de sus alas, ambas plateadas, las cuales atraviesan su cuerpo hasta sobresalir de su pecho.

Jared tiene unas Veljeax plateadas atravesando su pecho.

Jared.

Las manos me tiemblan amenazando con destruirme desde adentro. Mis ojos no se apartan de él, no lo pueden creer, no lo pueden tolerar.

Me trago un grito de ira y corro hacia él, cuando estoy cerca él percibe mi presencia y alza la cabeza para mirarme con horror. No se esperaba verme, lo sé, sin embargo, hay algo más en su expresión.

No entiendo su mirada y es demasiado tarde cuando impacto con un escudo invisible que me quema el alma enviándome hacia atrás con ímpetu. La Veljeax de Bered se escapa de mi mano, pero ni siquiera escucho su sonido cuando cae al piso.

Dolor, dolor, dolor.

El aire no me entra a los pulmones por algunos segundos y no sé si estoy gritando o intentando gritar. Me toco el pecho mirando mi reflejo en el piso pulido y cuando toso la sangre salpica todo. Mis oídos no perciben nada durante los primeros segundos, hasta que poco a poco mi sentido auditivo vuelve.

― Niamh, Niamh, hey Niamh... ―él me está llamando con voz preocupada desde algún punto y cuando alzo mi cabeza noto que estoy a más de diez metros del lugar donde está el maldito escudo invisible.

Jadeo sin poder evitarlo intentando ponerme de pie y me tambaleo. Duele.

― Niamh, no, espera unos minutos.

Sangre de arcángel [+21]Where stories live. Discover now