Harry's family

¿La charla?

"Supongamos que..." Harry alzó con su mano derecha una banana sin madurar. Todas los pliegues de su cara eran prominentes,  su cabello negro y desordenado sin cortar caí por todo su rostro, habia grandes ojeras debajo de sus ojos, haciendolo lucir cansando bajo la luz natural de la habitacion. Pese a su apariencia, lucía orgulloso, más de lo que debería a ojos de James.  "Este es el aparato reproductor masculino."

James gimió exasperando, mientras se expandía por todo el sofá. Sintió una sacudida incómoda e insoportable en su pecho, y un escalofrío en su columna vertebral. ¿Eso era vergüenza? Sí, lo era. Con su marco delgado trató de ocultar el rubor que se extendía desde su cuello hasta sus mejillas, normalmente pálidas, y volteo en diferentes direcciones, no queriendo hacer contacto visual con su padre. La sala se sentía sofocante e incómoda y Jamie hubiese preferido estar en cualquier otro lugar

"Y esto..." Con ayuda de su mano izquierda su papá alzo un pequeño pedazo de plástico de color plateado y de forma rectangular con una textura circular en el medio. Llevaba un jersey hecho por su abuela Molly la navidad pasada lo que provoca que inconscientemente pensara en sus abuelo, haciéndolo sentir más miserable, al imaginarlos viéndolo en ese instante.  "Es un condón."

Mierda.

James había pasado muchos tipos de vergüenza a lo largo de su corta vida. Como cuando tenía ocho años y se hizo del baño en medio de un centro comercial en Londres muggle por acompañar a su padre a comprar un traje para una cena importante en el Ministerio a la que asistirían esa noche, lo peor fue que tuvo que quedarse en ese estado hasta que encontraron un lugar lo suficientemente abandonado para limpiar el desastre en sus pantalones sin exponer al mundo mágico. O cuando tenía 10 y en un intento desesperado por parecerse a Teddy, se quiso imitar su corte de cabello y terminó desaparejándolo, dejando mechas largas de un lado y casi calvo del otro. O a los doce años cuando cachó a sus padres apunto de tener sexo.

Cada una de esos momentos, los tendrá en su memoria reproduciéndose como una mala película; pero estaba completamente seguro que este momento superaba a cualquier otro que hubiese vivido.

"James escucha con atención esto" dijo su padre con firmeza, como si en lugar de hablar con su hijo de 16 estuviera hablando con algún novato en su formación de auror. "Este pequeño objeto de aquí, evitará un embarazo no deseado o alguna infección de transmisión sexual." Hizo un pequeña pausa para subir sus anteojos del puente de su nariz. "También existen métodos anticonceptivos mágicos y pociones para eso, pero hablaremos de ellos después." Su papá dejó la banana a un lado y empezó a abrir el sobrecito rectangular con los dedos. James se encontraba petrificado; estaba seguro que no existía una palabra para describir cómo se sentía en ese momento "Ahora te enseñaré la forma correcta de colocar un condón para cuando quieras tener se... relaciones sexuales." En lugar de poner los ojos en blanco, frunció el ceño y se atrevió a levantar su mirada por primera vez en todo el rato que llevaba ahí. De lo que se arrepintió en seguida al ver como empezaba a deslizar el condón en la fruta.

Su padre no tendría porque preocuparse por un embarazo no deseado o una ITS, porque acababa de matar cualquier intención de querer tener sexo. Moriría a los 16 de vergüenza y totalmente virgen.

James miró hacia otro lado, obstinado firmemente a no mirar al frente, lastima que no pudo hacer algo para bloquear la voz de su padre . Claramente podía imaginar a su papá poner el condón en la fruta. Harry estaba tan concentrado en su explicación que no noto la poca atención que su hijo le prestaba. Se escuchaba más serio que nunca, sacando datos curiosos de la manga como en el año que se inventó el condón y citaba algunos estudios que demostraron su efectividad.

Era tan vergonzoso.

No lo malinterpreten, James adora a su padre;  es cariñoso, atento, fuerte y una gran figura paterna, ha hecho un excelente trabajo criándolos y hace hasta lo imposible para hacer felices a sus hijos y su marido. Pero si pudiera evitar esta conversación con él, lo haría sin dudar.