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Hades



—¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!

Golpeaba cada cosa que encontraba a mi paso. Estampaba cada pequeña figurita del despacho contra la pared. Tiraba de mi cabello totalmente frustrado.

Estaba de vuelta tras haber estado de nuevo con esa chica.

—¡No puede ser, joder!

Me sentía totalmente fuera de mí. La había tenido de nuevo en mis brazos, a punto de sonsacarle la información que necesitaba, sólo quería su nombre. Necesitaba encontrarla, y ahora lo tenía más claro que nunca.

La puerta del despacho se escuchó. Alguien llamaba.

—¡Dejadme tranquilo! —Grité sin dejar de romper cosas.

No podía dejar de pensar en que había logrado volver a estar con ella después de casi dos semanas. Tiempo que pasé buscándola a como diese lugar, y seguía sin una pequeña pista que me ayudase a localizarla.

Y la puerta volvió a sonar.

Estaba irritado, totalmente fuera de mí, así que caminé con paso firme hacia la puerta de mi despacho y, tras abrirla, encontré a quien menos deseaba tener frente a mí en estos momentos.

—¡Acaso eres sorda!

—Lo s-siento. —Hablaba asustada. —Oí unos r-ruidos y…

—¿¡Acaso te pedí explicaciones!? -Le grité interrumpiéndole. —¡Largo de aquí!

En cuanto le exigí aquello, me di cuenta de las palabras que usé, las mismas palabras que esa castaña insolente usó conmigo… y no pude evitar sonreír cínico.

—Sí, Amo.

La voz de Bryanna me hizo regresar por un momento a la realidad. Vi cómo dio media vuelta con la intención de irse y dejarme sólo.

—No irás a ningún lado.

La sujeté del brazo y la metí dentro de la estancia.

—A-Amo… —pronunciaba temerosa.

No le hice caso. Quité mi cinturón y acto seguido bajé la bragueta de mi pantalón.

—Quítate las bragas. —Le ordené. —¡Ahora!

Su respiración se aceleraba y su rostro mostraba ese temor que disparaba mi deseo. Me hizo caso. Metió sus manos bajo el camisón que usaba para dormir y eliminó esa prenda.

—Buena chica.

Tomé de nuevo su brazo llevándola hasta la mesa. La puse de espaldas a mí, presioné sobre su nuca y la hice reclinarse hasta dejar su pecho contra la madera. Subí su vestido hasta su cintura dejando su precioso culo ante mi vista.

—No te muevas. —Le exigí golpeando con fuerza una de sus nalgas arrancándole un pequeño quejido de dolor.

Estiré mi brazo hacia los cajones del escritorio para sacar un condón del segundo cajón, lo abrí, me lo coloqué y metí mi miembro en ella haciéndola gemir en el momento. Estaba tan mojada… su vagina se contrajo en cuanto me sintió en ella.

Estaba enfadado, realmente cabreado con esa descarada que volvió a atreverse a retarme.

—No va a quedar así. —Dije en voz alta propinándole otra nalgada mientras asestaba estocadas más rudas.

Cerré mis ojos y su imagen vino a mi mente. La forma en la que sus ojos esmeralda no dejaban de ver los míos. Su cuerpo temblando al sentirme cerca de ella. Su pecho descontrolado por la falta de respiración cuando sujeté su suave cuello…

Ritual. © // (En revisión)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα