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Hades



Tras oír ese leve gemido no pude evitar mirar hacia abajo. El camisón que vestía se encontraba levemente subido, apenas tenía visión de lo que estaba haciendo, aunque la pequeña mancha plasmada en la tela de mi pantalón justo en la zona de la rodilla me hizo sonreír orgulloso.

—Te mojaste con sólo sentir mi rodilla, ratoncita.

Por la forma en la que forzó el cierre de sus ojos y sus manos se presionaron más, me di cuenta de que se sentía avergonzada por la veracidad en mis palabras.

No me importaba.

—Manchaste mi pantalón con lo que salió de tu vagina, ¿lo sabías?

—D-Degenerado… —Murmuró llamando mi atención.

—¿Qué dijiste?

Entrecerré los ojos y fruncí el ceño a la espera de corroborar lo que creí haber oído. Y entonces me miró de nuevo.

—E-Eres un puto p-pervertido. —Su voz seguía entrecortada ya que no cesé en lo que le estaba haciendo. —E-Eres un j-jodido depravado al p-presentarte en mi c-casa y hacerme e-esto.

Sonreí de lado provocando que ella contuviese la respiración y tragase duro al ver mi reacción.

—¿Ah, sí?

Esa pequeña tenía ganas de retarme, y al parecer en todo este tiempo no se dio el momento de averiguar sobre la persona con la que estaba tratando y a quién tenía frente a ella, sometiéndola de la forma en la que lo hacía.

Y ni siquiera lo pensé.

—¡No, no…! ¡Ahh~!

Tomé aire profundamente sin despegar mis ojos de los suyos.

En cuanto me habló de aquella manera, alejé mi pierna, sujeté sus manos sobre su cabeza con una sola de las mías, y la que dejé libre la llevé de inmediato a su entrepierna para comenzar a acariciarla con algo de rapidez arrancándole enseguida aquel excitante gemido que llenó mis oídos al instante.

Seguía retorciéndose bajo mi toque luchando entre el deseo de huir de aquello que le hacía y la necesidad obvia de que no dejara de tocarla como lo hacía.

—Para ser todo eso que me dijiste… —continuaba pasando mis dedos sobre aquella zona sin parar —tus bragas están completamente empapadas, ratoncita.

—D-Deja de t-tocarme… —pedía totalmente acelerada negándose a cruzar su mirada con la mía.

—¿Es lo que quieres?

—¡Hmm~!

Presioné justo en su clítoris logrando que sus piernas se separasen un poco más de manera involuntaria.

—¿Ves? Tu cuerpo pide lo contrario.

—No q-quiero que… ¡Ahh~!

Apenas la dejé hablar cuando la velocidad de mis dedos aumentó tanto que apenas podía formar palabra. Tan sólo oía sus gemidos intentando ser torpemente ahogados, pero de nada servía.

Ya ni siquiera podía oponer resistencia ante mi tacto. Al contrario, su cuerpo se estremeció de tal forma que su espalda se arqueó acercando su pecho al mío.

—¿Por qué me trajiste?

Sabía que apenas estaba consciente por el placer, de modo que disminuí considerablemente mi acción viendo cómo su pecho subía y bajaba junto a su cuerpo, que se relajaba momentáneamente.

Ritual. © // (En revisión)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα