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Debra

-¿A qué viene esa cara?

Crucé miradas con Rachel tras oírle.

-Se supone que estamos de celebración, Deb.

-Así es, y por partida doble. -Añadía Missy sin dejar de bailar alrededor de la mesa del reservado. -¡Al fin te quitaste al pelmazo de Chase de encima!

Las tres vitorearon esa realidad al tiempo que yo asentía con una sonrisa.

Ese hecho aún me tenía impresionada. Mackenzie fue quien nos dio la noticia en clase de que Chase había dejado la institución tras pedir el traslado a Oklahoma, al parecer su familia le necesitaba y decidió continuar sus estudios allí.

No podía negar que aquello me hizo volver a respirar con normalidad, ya no tendría que vivir en la incertidumbre de qué pasaría si volvía a tenerle frente a mí, ya nunca más estaría a solas con él y eso me tranquilizaba.

Desde el mismo instante en que Mackenzie dio la noticia, pensé enseguida que podría tratarse de una excusa para huir después de lo que me hizo. Se habría dado cuenta de que no estaría seguro en Phoenix si yo decidía demandarlo por su intento de abuso… Aún sigo pensando que debí interponer esa demanda en su contra. Lo mismo que me hizo a mí podría hacérselo a cualquier otra chica.

-¡Oh, vamos! Esta noche es para disfrutar.

La voz de la morena me hizo regresar a la realidad. De nada servía relamer mis heridas cuando el causante ya nunca más volvería a acercarse a mí.

-¡Chin, chin, chicas! -Alcé mi copa y las demás hicieron lo mismo.

Nos lo pasábamos bien. El Rome hoy parecía tener un ambiente distinto, no sabía si se trataba de la felicidad que me inundaba por lo bien que iba todo, pero se sentía especial.

Las chicas y yo continuamos bailando y bebiendo ronda tras ronda. Mandy se nos despistó en cuanto tuvo oportunidad al echarle el ojo a un rubio sentado junto a la barra.

Rachel había ido a pedir una ronda más para nosotras tres y Missy se había quedado conmigo en el reservado charlando de algunos temas de la universidad.

-Aquí llega vuestra barwoman favorita.

La rubia y yo reímos al ver cómo Rachel dejaba los vasos sobre la mesa después de haber tirado parte del contenido en su camino hacia el reservado. Definitivamente se había pasado un poco de tragos.

Se sentó a mi lado y volcó su bebida, tomándola de un único sorbo.

-Si sigues bebiendo así no encontrarás el camino al coche, Rachel.

-Tonterías. -Hipaba la pelirroja hablándome cerca del oído a causa de la música tan alta.

Missy y yo seguimos riendo por la actitud de la mayor del grupo, pero algo se llevó toda nuestra atención de golpe.

-¿Qué ocurre? -Cuestionó la más pequeña viendo a la multitud en la pista.

-No lo sé. -Respondí observando lo mismo que ella.

Todos parecieron dejar de bailar y dirigieron sus miradas a un lateral del club.

-¿Qué pasa? ¿Me he perdido algo? -Preguntaba ahora Rachel mirando en la misma dirección que todos.

La música seguía sonando, pero la gente continuaba con sus ojos junto a la puerta del Rome. ¿Qué demonios ocurría allí para que todos pareciesen prendados como locos?

-Deberíamos mirar y descubrir de qué se…

-Quieta, Rachel. -Tiró de ella Missy haciéndola sentar.

Ambas nos mantuvimos a la espera de ver qué pasaba.

-Oh, Dios mío, no puede ser.

Missy y yo nos miramos al oír aquella frase. ¿Qué pasaba?

-¡Es él!

-¿Está aquí? ¿De verdad?

Seguíamos oyendo cómo varias personas comenzaban a decir cosas ilógicas sobre la aparición de alguien. Los gestos de sorpresa se reflejaban poco a poco en las caras de la mayoría y Missy y yo tan solo seguíamos viendo para lograr ver de quién se trataba para formar semejante escándalo.

-Oh…mi…madre… -Balbuceó ahora Missy.

-¿Qué está pas…?

Rachel cortó su pregunta en cuanto alzó la mirada y vio al tipo que acababa de entrar.

-No puede ser. -Sentencié sobando mi frente al darme cuenta de quién era ese hombre.

-¡Oh, Dios mío! ¡Oh, dios mío, Missy! -Gritó en cuestión de segundos la pelirroja poniéndose en pie junto a la rubia. -¡Oh, joder, es él!

-¡Si, sí, es él! -Confirmaba la pequeña.

Yo me dejé caer sobre el respaldo del sillón, tapé mis ojos y negué en un intento por creer que todo eso no estaba ocurriendo de verdad.

-¡Oh, Dios! -Exclamaba de nuevo Rachel. -¡Daddy Rydenhat está aquí!

Así era… Hades Rydenhat era el causante de todo ese caos que se acababa de formar en el Rome. Su presencia fue la culpable de que todos los presentes alucinaran de tal forma y ahora estuviesen pendientes a él en mitad de la fiesta.

-Tenemos que ir.

-¿Qué? -Levanté la mirada de inmediato en cuanto Rachel dijo esa estupidez.

-Acaba de entrar en aquel reservado, -señaló en esa dirección -me niego a perder la oportunidad de estar cerca de daddy Rydenhat.

-Rachel, no creo que…

-Oh, vamos, Deb. -Intervino Missy apoyando de nuevo las locuras de Rachel. -¿No sientes curiosidad por estar cerca del hombre más guapo y sexy del país?

Cerré los ojos y respiré profundo ante esas palabras. Si ellas supieran la verdad…

-Vamos.

-¡Ey! ¡No, no…!

Intenté pararlas, pero Rachel había sido rápida arrastrando a Missy y poniendo rumbo hacia el reservado de Rydenhat.

Volví a tomar asiento y crucé mis brazos molesta por lo que Hades acababa de hacer.

-¿Así que este era el motivo por el que no pusiste impedimentos a que viniera después de todo, no es así? -Me decía a mí misma en voz alta mientras le observaba tan relajado en el reservado situado a unos metros del nuestro.

Se pasó los últimos días tratando de convencerme para que desistiera en la idea de venir aquí. Aceptaba que celebrara con las chicas la noticia de la sede, pero quería que fuese algo más tranquilo y alejado de, cito textualmente: “tíos que se soben contigo y antros de mala muerte como ese”.

Lo que menos me paré a pensar fue en que tendría la cara de presentarse aquí esta noche. ¿Cuál era su propósito? ¿Vigilarme?

Me mantuve viendo a Rachel y a Missy, se encontraban frente a la entrada del reservado de Rydenhat, pero al parecer uno de sus guardias no las dejaba pasar. Aquello me alivió.

-¿Pero qué…?

Me di cuenta de cómo Hades decía algo y ese guardia asentía para luego dejar paso a mis amigas. ¿Realmente las dejó entrar?

Mi respiración se congeló por un instante, justo cuando su mirada encontró la mía y me dedicó una sonrisa de las suyas. ¿Qué demonios se traía entre manos ese…?

-¿Viste quién entró?

-¿Uh?

Dejé de mirar a Hades para fijar mi mirada ahora en Mandy, acababa de llegar al reservado de la mano de ese chico de la barra.

-Hades Rydenhat. -Contesté viendo de nuevo en dirección a ese reservado.

Mandy tomó asiento junto al chico rubio y miró hacia el mismo lugar que yo.

-Rachel y Missy deben estar en el cielo en este momento. -Reía al verlas sentadas a cada lado de Hades. -Veamos quién de las dos logra cazar a Daddy Rydenhat.

Resoplé con fuerza al oír de nuevo ese adjetivo con el que se referían a él. Siempre lo hicieron, pero nunca me molestó tanto como en este estúpido momento.

-¡Uhh! Parece que nuestra diabla toma ventaja.

Retomé la compostura y me fijé en lo que quiso decir Mandy con eso, encontrándome con la imagen de Hades apartando suavemente un mechón de cabello del rostro de Rachel.

-“Maldito idiota”

La sangre parecía hervirme, pero peor fue cuando el muy imbécil se recostó en el respaldo del sillón y abrió sus brazos para dejarlos caer sobre el cabezal, justo alrededor de Missy y Rachel. Ellas no paraban de arrimarse y sonreír coquetas tratando de llamar la atención de Hades y a mí la paciencia se me estaba agotando.

-¿Quién crees que será la afortunada de llevarse ese premio, Deb?

A pesar de que Mandy me hablaba y disfrutaba del espectáculo que daban nuestras amigas, yo mantenía mis ojos en él al igual que él los mantenía sobre mí demostrándome que aquello lo estaba haciendo a propósito.

-Si se lo montan bien, -hablé al fin -puede que las dos consigan llevárselo.

Me levanté de la mesa sin dejar que Mandy dijera nada más y salí del reservado. Desconecté mi mirada de la de Hades y me perdí entre la multitud en la pista de baile, iba directa a los servicios, necesitaba recobrar la cordura para no ir a ese reservado y abofetear a ese idiota.

-Maldito desgraciado.

Golpeé el borde del lavamanos clavando mis ojos en mí misma a través del espejo.

-¿Ese era tu plan? ¿Ponerme celosa con mis propias amigas?

Abrí el grifo para humedecer mis manos, luego mi nuca.

-¿Querías darme algún tipo de lección? -Seguía hablando sola.

Y en ese momento la puerta se abrió.

Vi sus ojos por largos segundos antes de fijar de nuevo los míos en mis manos mojadas.

Oí sus pasos acercándose a mí, de modo que me giré a un lado para secarme con las toallitas haciendo parar su caminar.

Tras asegurarme de que mis manos ya estaban secas, me di la vuelta por completo, le dediqué una última mirada indiferente y traté de pasar por su lado como si nada…

-¿Por qué tanta prisa?

…traté.

Su brazo impedía mi paso. Lo sujeté e intenté apartarlo para continuar mi camino de vuelta con Mandy, pero no me dejó.

-¿Sabes lo preciosa que luces cuando estás celosa, ratoncita?

-¿Sabes lo patético que eres cuando montas este tipo de numeritos, Rydenhat?

Aparté finalmente su mano y me encaminé a la puerta… pero todo quedó en otro frustrado intento cuando sujetó mi brazo y me arrastró hasta tenerme presa entre su cuerpo y el lavamanos.

-Déjame salir de aquí. -Lo miré desafiante. -Ahora.

Sus ojos recorrieron mi rostro mostrando una dulce sonrisa que rebosaba triunfo por verme fuera de mis casillas, justo lo que él quería.

-Me encanta cuando sacas esa fiera…

Se acercó de más hasta lograr acariciar mi mejilla con sus labios.

Levanté las manos en un intento por empujarle y alejarlo de mí, pero de nuevo fue más rápido y las sujetó para dejarlas a mi espalda.

-¿De dónde sacas el coraje para atreverte a tratarme de esa forma? ¿Hum?

Sus labios seguían su cometido. Sentía mi piel erizándose a su paso y necesitaba encontrar la manera de mantenerme serena ante su estúpida provocación.

-Qué lástima, Rydenhat… -levantó la cabeza en busca de mi mirada de nuevo al oírme. -¿Tan cachondo te dejaron mis amigas que ahora pretendes buscar consuelo en mí?

Su gesto se volvió más pesado, sus labios se cerraron con demasiada presión y ese color dorado inundó su mirada.

Soltó una de mis manos para acariciar mi mejilla.

-¿Crees que ellas podrían encender mi cuerpo de la forma en que sólo tú sabes?

-¿Entonces por qué las dejaste entrar?

Liberó mi otra mano para ahora mantener las suyas en mis mejillas, acortando el espacio entre nosotros y dejándome sentir el leve roce de sus labios sobre los míos.

-¿Insinúas que debería haber sido descortés con tus amigas?

-¿Apartar mechones de sus rostros y hacerles sonreír como bobas era parte de tu cortesía?

Trató de besarme, pero giré la cara a un lado frustrando su propósito.

Me di cuenta de cómo sonrió orgulloso por tenerme al límite de esta forma, pero si quería jugar… estaba a punto de aprender a hacerlo bien.

Aproveché que había bajado la guardia y golpeé su pecho para apartarlo de mí. Hizo el intento de apresarme de nuevo, pero antes de que lo consiguiera, me deslicé entre sus manos hasta cambiar las posiciones, ahora era él quien se encontraba entre mi cuerpo y el lavamanos, con la única diferencia de que una de mis manos rodeaba su cuello.

-Cuéntame qué pretendes con esto, ratoncita…

Seguía portando esa excitante sonrisa. Se dejó caer sobre el borde del lavamanos como si mi acción no le produjera nada.

Y tan sólo sonreí ladina llevándome toda su atención.

-Enseñarte la única lección que no vas a olvidar a partir de hoy…

Entrecerró los ojos a la espera de saber más.

-Que si yo soy tu mujer… -Acorté las distancias hasta sentir de nuevo sus labios sobre los míos. -Tú eres mi hombre, Hades.

Tomé con fuerza y usando ambas manos su camisa y tiré de él para luego empujarle al interior de uno de los cubículos de ese baño.

-Mío y de nadie más.

Me senté sobre él y comencé a besarlo con demasiadas ganas. Apenas podíamos encontrar el ritmo perfecto, pero nos daba igual, sólo sentía la necesidad que crecía cada vez más en nosotros.

Mis manos desabrochaban la hebilla de su cinturón al tiempo que él deslizaba mi vestido hasta dejarlo enrollado en mi cintura.

-Debra…

-Shh…

Volví a besarle antes de deshacerme de mis bragas y retomar el asiento sobre él.

-A partir de hoy, -descendí mi mano por su abdomen -todas las mujeres de este maldito país quedan fuera del camino… -sujeté su miembro con suavidad y lo dirigí a mi entrada -…de Daddy Rydenhat.

-¡Ahhg~! -Gruñó de placer en cuanto le hice entrar en mí.

Mis ojos se cerraron y mi frente descansó sobre la suya en un intento por soportar de nuevo su hombría en mi interior.

-E…Eres m…mío… -susurré dando inicio a un suave contoneo de mis caderas sintiendo poco a poco el placer de la primera vez.

Sus manos presionaban mi cuerpo queriendo evitar que dejara de moverme, pero no era algo que mi mente contemplara. Yo quería continuar sintiéndolo de esta forma, quería experimentar este exquisito placer que sólo él podía darme.

-T…Tuyo, mi r…ratoncita… Ahhg~

Escucharle gemir de esa forma encendía cada vez más mi cuerpo y quería más. De modo que mis manos se situaron a mi espalda, sobre sus rodillas, dejando mi cuerpo completamente expuesto ante sus ojos. Me sujeté con fuerza para mantener el equilibrio y aumenté un poco la intensidad de mis movimientos logrando que su cabeza acabase hacia atrás por el placer.

-Sólo m…mío, H…Hades…

Sus manos ayudaban a mi cuerpo a moverse sobre el suyo. Presionaba contra su miembro queriendo hundirlo más en mi interior consiguiéndolo.

-Solo t…tuyo, D…Debra…

Y sonreí cuando aceptó.

Abandoné una de sus rodillas para buscar sujeción en su pecho al notar cómo el orgasmo estaba a punto de aparecer. Mi mente huía de la realidad, mi visión comenzaba a nublarse y sólo quería llegar a ese éxtasis con él.

-H…Hades…

Busqué como pude su mirada, estaba completamente ido de todo, sus sentidos estaban perdidos en lo que yo misma le hacía experimentar.

Su cuerpo se tensó, al igual que sus facciones. Su agarre en mi cuerpo se afianzó en busca de alcanzar su propio orgasmo.

Estaba listo.

-D…Dámelo…

Abrió los ojos a duras penas cuando me oyó.

Rodeé mis brazos alrededor de su cuello y besé suavemente sus labios al tiempo que subía y bajaba sintiendo como si las paredes de mi vagina estuviesen a punto de desgarrarse… pero no quería parar, no ahora.

-Tus o…orgasmos me p…pertenecen a partir de h…hoy…

Volvió a sonreír para luego morder mi labio inferior aumentando la tensión que ya existía en el ambiente.

Presionó mis caderas contra su entrepierna profundizando su miembro dentro de mí y escondió su rostro en mi cuello tras esbozar un último gemido antes de eyacular.

Mis uñas se clavaron en su piel, mi cabeza acabó echada hacia atrás y gemí por última vez al sentir su cálida esencia inundando mis entrañas hasta provocar mi orgasmo.

Trataba de mantener controlada mi respiración, pero no era fácil. Sentía mi cuerpo demasiado débil, me acababa de dar cuenta que desgastaba más llevar el control que cederlo, pero aún así había merecido la pena.

-¿Te c…cuento algo?

Lo miré como pude. Se veía demasiado sexi con sus mejillas enrojecidas tras el orgasmo y su cabello pegado en su frente por el calor del momento.

Y asentí manteniéndome sujeta de su cuello y aún ensartada en su miembro intentando recuperar el aliento.

-Es la p…primera vez… -su nariz acariciaba lentamente la mía -que una c…chica me m…monta…

Me alejé un poco de él. Estaba sorprendida por ese dato.

-Y no e…está tan m…mal…

Sonrió satisfecho y reposó su cabeza contra la pared, cerrando los ojos para encontrar la calma después de lo que acabábamos de hacer.

Ritual. © // (En revisión)Where stories live. Discover now