_17_

116 16 3
                                    

_______☆☆☆_______

Debra

Pasé toda la mañana molesta. La razón no era otra más que ese tipo, Rydenhat, y la conversación que se dio entre nosotros antes de ir a dormir.

No pude sacar de mi cabeza lo que hablamos anoche ni siquiera en mitad de las explicaciones de clase. Incluso las dos horas de repaso que pasé encerrada en la biblioteca de la universidad tampoco me sirvieron, pues al leer mis propios apuntes tenía la sensación de que las palabras frente a mí se entremezclaban formando al instante lo que hablamos la noche antes plasmándolo imaginariamente en el libro sobre la mesa.

Seguía dándole vueltas a su descaro, a la osadía de creerse importante para mí cuando ni siquiera había pasado un mes desde la primera vez que nos conocimos, pero… yo no podía sacármelo de la cabeza y era un hecho que me frustraba demasiado.

Cuando regresé a casa tras finalizar las clases, continuaba sin encontrar la forma de dejar de pensar en lo que hablamos. Se me había añadido el hándicap de que se sumó a mi problema la primera conversación telefónica que tuvimos.

Todo me resultó incontrolable, un auténtico fastidio. Mi mente jugaba conmigo, boicoteando mis pensamientos y desestabilizándome por completo.

Y decidí irme a dormir.

Era demasiado temprano. Quedaba mucho para que anocheciese, pero encontré en el sueño la posible respuesta a dejar de pensar en él por un momento. Y me marché a la cama.

Pasaban los minutos.

Mantenía mis ojos cerrados a la espera de que el sueño me alejase de mis pensamientos, pero no lograba pegar ojo. Al contrario… el recuerdo de su voz y de lo que hablamos se hacía cada vez más latente, incluso más palpable y sentido cuando comencé a sentirme acelerada. Mi cuerpo se inquietaba, comencé a sentirlo caliente de a poco cuando las palabras que él dijo se paseaban por mi mente una y otra vez logrando que todo en mí se empezase a sentir demasiado incómodo.

No entendía por qué, pero me sentía ansiosa, no dejaba de dar vueltas en la cama. Mi cuerpo quemaba cada vez más por culpa de las ganas que se hacían con él. Mi piel inexplicablemente lo extrañaba, necesitaba de su tacto.

-No... no puede ser…

Seguía rotando de lado a lado sin poder alejar de mi mente las cortas conversaciones telefónicas que había mantenido con él, el suficiente tiempo para desbaratar mis sentidos y alterar mi cuerpo de la manera en la que lo hizo.

-¡Mierda, Debra! -me auto regañaba. -¡Deja de pensar en ese idiota!

Pero por mucho que intentaba convencer a mis sentidos y mandar la orden desde mi cerebro a mi cuerpo, éste continuaba ignorándome.

Sin poder contenerme más, mis manos iniciaron un leve son de caricias, calmando poco a poco la ansiedad que sentía... pero no era suficiente.

-No me hagas esto... -Seguía peleando con mi deseo.

Después de varias vueltas más, quedé de costado, cerré los ojos con fuerza intentando pensar en cualquier cosa que me mantuviera en mis cinco sentidos.

     -...ratoncita.

Su voz retumbó de la nada en mi cabeza. Suave melodía para mí en ese momento, pronunciando aquel odioso apodo que me puso la primera vez...

Ritual. © // (En revisión)Where stories live. Discover now