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Pasas de largo el bar. Alguna vez en esa la playa de surtidores debio haber más que el único que aún sobrevive al paso del tiempo.
Delante de una extinta tienda de mascotas pasas viendo una heladera afuera, por el escaparate polvoriento adentro se ven jaulas vacías.
Hay un pasacalles que invita a ir a la inauguración de la piscina olímpica, (¡Gran inauguración Agosto de 1951!¡Abierto a todo público!). Debió ser de las últimas innovaciones que hicieron antes que la población empezara a abandonar el pueblo.
Doblas a la izquierda, en la esquina donde hubo una farmacia. Algo más adelante la calle está levantada por lo que bajas de un salto. El suelo está levantado hasta las rodillas.
La noche empieza a caer. A lo lejos ves que la Sutro Tower se ilumina de rojo, extrañamente futurista al lado del paisaje anacrónico y abandonado que te rodea.

A este lugar el tiempo ya lo ha reclamado

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A este lugar el tiempo ya lo ha reclamado. Sintes que estás invadiendo un sitio prohibido. Es como la maqueta de un pueblo y tu una pequeña pieza de un transeúnte.
En las colinas los molinos, ya sin aspas son monolitos, de un tiempo anterior. Lucen como rocas negras. En la colina superior se ve un camino a las casas de la colina, una pequeña villa que debió pertenecer a la clase alta de Mills Hills. Igualmente te sobrevino la idea de que parecían más montículos creados por hormigas. A la naturaleza le bastaria con un soplo de tiempo desbaratar cualquier rastro de lo humano.
De repente unas voces cortan el silencio. Te apresuras a esconderte tras una casa. Primero prestas atención a las voces luego te asomas espiando.
Solo un grupo de desconocidos.
Te acercas. Uno de ellos da un pequeño salto al oír tu voz.
Ya es casi denoche cuando cae un rayo ensordecedor. 
Entre ellas una chica rubia, un sujeto robusto, y otro hombre de barba y calvo y ya mayor.

—¡Hola, Disculpen!¡Me perdí al venir aquí!

Parecen sorprendidos por tu presencia.

—Soy Darren Foyd y me quedé sin combustible. Mi auto quedó varado. ¿Será posible que alguno pueda venderme combustible?

Ambos se pusieron bajo el porche y se dan un apretón de manos.

—Señor Foyd, soy Eric Selting. Ella es Blair mi hija y el es Joe.

Viste a la rubia te veía con desinterés y al hombre calvo y mayor que te observaba con curiosidad, a los que saludas con un gesto que estos corresponden.

— Debio darse un susto de muerte... —continuó— .Puedo venderle el combustible. Lo llevaré de vuelta a su auto.

—Muchas gracias, Señor Selting.

Ya mientras volvían.

—Es cierto que es muy fácil perderse. Debio tener más cuidado.

Sonríes nervioso.

—Mucho gusto. Soy paisajista. Vine a tomar unas fotos. Creo que eso ya no será posible por la oscuridad.

—¿De camino no vio a mi hija Skyler? Ella está en el bar.

—No, pasé de largo. ¿Viven aquí?

—No solo vengo con mi hija de ves en cuando.

De repente la radio empieza es emitir un ruido molesto y Eric la apaga.

De repente ven una bengala roja subir en el cielo.

—¿Qué demonios?¿

Eric por un momento te observo. En sus ojos pensaba que hacer. Luego tomó la radio.

—¡Blair!... ¡Skyler!... ¡Joe!...

Maldijo. Empezó a conducir hacia la bengala.

—¿Que raros estará pasando?

Ambos se dirigen hacia el suroeste, cerca de la entrada del pueblo. Tampoco entiendes qué podría pasar.

—¿Animales?

—No, el bosque está lleno de grietas y cuevas. Solo viven alimañas... Esta tormenta hace que las radios no funcionen. Oiga...

Abrió la guantera allí se vio un arma.

Ya tienes la tuya le dices, ve al 22.

La tomas de todas formas ve al 28.

Siren Head (Interactivo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora