CAPÍTULO 26: DESPUES DE LA OBSESION VIENE EL PÁNICO

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Creía que todo estaba bien, pero estaba muy equivocada. Lunes por la mañana. Desperté con una sensación de deja vu, un presentimiento me recorría hasta erizar mi piel. Mi madre siempre me decía que descendemos de brujas, que nuestra familia era poderosa, yo siempre me burlé de ella. 

Y no. No es que hoy vaya a ser mi despertar y de repente me aparezcan poderes. Pero desde siempre he tenido sensaciones, igual que tu también te habrás notado alguna. Es igual a  cuando pasas junto a alguien y de repente se te eriza la piel. Es una respuesta inmunológica del cuerpo, y ocurre cuando algo nos da sensaciones negativas como, el miedo, la desconfianza, o malas vibras. También ocurre cuando recibimos emociones positivas como la excitación, el cariño de alguien a quien queremos…

Y yo me desperté con todas las alertas posibles que mi cuerpo me podía dar.   

Había pasado casi un mes desde que me fui de casa de mis compañeras de trabajo, las cuales ahora considero mis amigas y parte de mi familia. Al principio me acompañaban a casa, porque era evidente que aún me sentía intranquila, luego aprendí a calmarme. Pero nunca baje la guardia, o eso creía. 

Lunes por la tarde, me encontraba de camino a mi heladería favorita. El calor del verano había abandonado por completo la ciudad, se acercaba el frío. Era notorio en cada fibra de mi cuerpo y en la gente que caminaba a mi alrededor. Por supuesto aunque mi cuerpo hubiera notado el cambio mi cerebro aun seguía exigiendo un helado. 

Abrí la puerta escuchando el tintineo tan particular de la tienda.

—¿Lo de siempre?—Preguntó Lydia, era la nueva dependienta.

Empezó poco después de que volviera ...bueno de ya sabéis donde. Debería de tener unos dieciocho años, pues se notaba que era su primer trabajo. 

—Hoy no. Me apetece probar algo nuevo. Sorpréndeme.

—Yo no sabría…—le dediqué una sonrisa de absoluta confianza porque así era, confiaba en ella—Esta bien, esperame fuera, ahora te lo traigo. 

Minutos después tenía en mis manos una tarrina grande que llevaba una pequeña bola de yogur, otra de galletas y una tercera de algún tipo de fruta, encima del yogur se encontraba adornadas trozos de fresa a medio congelar dándole un aspecto delicioso. Le dediqué la mayor sonrisa de felicidad que podía expresar cuando fui a pagar y la saludé al salir  volviendo a escuchar ese tintineo que ahora me generaba el deseo de querer ponerme a bailar. 

Una cita conmigo misma, en eso se basaba el día de hoy. Llegué a unos merenderos en mitad de un parque, la sombra caía sobre las mesas de madera. Una pareja se encontraba disfrutando de un picnic entre risas. Terminé mi helado y tiré el envase a la basura antes de sentarme y sacar un libro de mi bolso junto con los auriculares que conecté a mi móvil. 

Una notificación me sacó del trance en el que me encontraba. 

Imbécil: foto

Imbécil:  ¿Qué opinas? ¿celosa?

No sabia porque debería de estarlo así que, entré en el mensaje abriendo la foto. 

Me relamí los labios mientras mis ojos recorrían la imagen. Un pelo azabache ligeramente mojado, gotas deslizándose por la clavícula perdiéndose en esos pectorales  que apenas pude ver porque justo empezaban al borde de la foto, volví a subir la vista fijándome en cada vena contemplando cómo se le marcaba el hueso y entonces lo vi. Un tatuaje nuevo que antes no estaba. Debajo de la oreja, aun en la parte del cuello se encontraba una pequeña nutria sosteniendo un libro. 

Leira: Un nuevo tatuaje, que tierno. Pero ¿por qué debería de estar celosa? 

Imbécil: Se que te distraigo pero haz el favor de mirarla con otros ojos que no sean de lujuria. Pervertida.

Eso hice, volviendo a repasar la foto. Por supuesto ya sabía que se trataba de la forma en la que él me veía. Solo quería ponerle nervioso y funciono. 

Leira: ¿Representa que soy yo? 

Imbécil: Claro que eres tu. No estás celosa de que este dibujo esté en mi piel todos los  días a todas horas y tu no puedas estarlo. 

L: Solo un imbécil estaría celoso de algo así, aunque es precioso, casi que parece un acto de amor si no viniera de ti. Por cierto gracias, es muy tierno. 

Imbécil: De  tierno nada, eres una vaga que se pasa medio día durmiendo y el otro leyendo, en un bucle constante esa es la esencia del tatuaje, es penoso la verdad. 

L:  Si si, lo que tu digas. Yo tambien te echo de menos idiota.

No obtuve respuesta, lo conocía lo suficiente como para saber que se lo hizo porque me echaba de menos, el hablar conmigo no era suficiente, quería sentirme cerca y notar que aun estaba ahí. Cerré el chat dándome cuenta de los números que aparecían en mi pantalla 20:15. Llevo casi cuatro horas perdida en mi mundo. 

Guarde mis cosas y  eche a andar mientras marcaba el número de Sami, también la echaba de menos. Salto el contestador, debería de estar ocupada. Le dejé unos mensajes sobre cómo me había ido el día y la tontería tan cursi y bonita que hizo Rein. 

Al pasar delante de la casa de las chicas, mi cuerpo empezó a erizarse, eche la culpa al frío y seguí avanzando. Cuando algo en mi interior me hizo cambiar la ruta. Cuando mis alucinaciones me la jugaban  Mandy me aconsejaba que entrara por la puerta trasera. Así me sentía más segura.  

Eso hice, gire sobre mis pies y fui directa a la calle de atrás. Cuando ya estaba alcanzando la puerta, sentí unas manos agarrandome, empecé a forcejear pero mis fuerzas se desvanecieron. Todo daba  vueltas como cuando vas en barco y las olas producen ese vaivén que a veces causa mareo, salvo que cada vez iba a peor. Note como mi cuerpo se apagaba, mis ojos se cerraron sin previo aviso y la oscuridad me consumió. 

My happy ending #1«Saga A.L.A.S.»حيث تعيش القصص. اكتشف الآن