Tan libres como lobos hambrientos [3] ✔

Capítulo 17 - Fortaleza de sangre

Camille

Por fin. Por fin, por fin, por fin.

Ya me encargué de infiltrarme en las reuniones del Escuadrón Militar de Comercio. Convencí a los Segundos de Yelena para que vacíen dos cargamentos y medio de vino por accidente. Esparcí rumores de que los culpables fueron las Tropas Estacionarias, lo cual tendría mucho sentido porque es un borracho. También entablé una pequeña amistad con la esposa de Darius Zackly, quien casualmente me invita todos los sábados a tomar un poco de té. Y, por último, fingí un pequeño desmayo por anemia durante mi estadía, de tal forma que la pobre mujer fue corriendo a buscar a una enfermera y sus sirvientas más cercanas para asistirme, dejándome algunos minutos con los documentos de Zackly. Quién diría que en sus documentos albergaran la llegada de algunos barquitos de más para abastecer la pérdida sin que nadie se dé cuenta.

Parece simple, pero no fue nada fácil. Me pasé los últimos meses pensando cómo podría traer a la isla a mis Primeros, a mis voluntarios. Cuando servíamos a Marley, cada uno de nosotros teníamos grupos de eldianos a nuestros servicios. Claro que todos ellos debían ser aceptados y evaluados por Zeke. Era muy simple: nosotros le llevábamos una lista de candidatos, él seleccionaba algunos, los ponía a prueba y por último, terminaban bajo nuestro mando si conseguían demostrar su valía. Yelena y Onyankopon tenían Primeros, Segundos y Terceros.

Yo, en cambio, solo tuve a un pequeño grupo que murió en la guerra. Posteriormente, le llevé otra lista de candidatos conformada principalmente por mi familia. Zeke los rechazó antes de que pueda siquiera presentárselos físicamente. En ese entonces acepté su rechazo. Refugié mi angustia en Yelena y me guardé la humillación de ser la única sin siquiera Primeros.

Seguí adelante con mi vida, pero no me rendí. Así como no me di por vencida cuando los marleyanos aprovechaban cada ocasión para arruinarme la vida. Así como tampoco me rendí cuando conocimos a Zeke y nos dio un propósito para seguir viviendo.

Seguí hacia delante por mi familia y porque Zeke nos dio herramientas para luchar por ellos. Yelena también fue la razón de mi lucha. Durante todas esas noches recé para que algún día pueda devolverles a todos ellos algo de todo lo que sacrificaron por mí.

Por eso continué insistiéndole a Zeke. Le rogué. Le supliqué, pero los volvió a rechazar. Lo entiendo, mis Primeros no eran militares, ni jefes de mafias, ni refugiados exiliados de otras tierras. El cabecilla de mis Primeros era mi hermano lisiado, la segunda al mano la casera que nos alojó y la tercera mi abuela, que tiene más años que el mismísimo Helos.

Tras el rechazo, me quedé al lado de Zeke para demostrarle que soy igual de fiel que Yelena y Onyankopon. Aguanté todos los abusos de los guetos, las carpas militares y la guerra, como todos los eldianos. Resistí, seguí hacia delante con la boca cerrada y tomé ese barco junto con mis compañeros.

Me gané el derecho a tener Primeros con esfuerzo y lágrimas. Esperé meses mientras Zeke los sometía a pruebas mucho más duras que los otros candidatos (aunque Yelena no piense lo mismo). Y las superaron. Vivieron.

Durante todo este tiempo les escribí cartas. A todos y cada uno de ellos, cartas que nunca envié dado los peligros que nos rodeaban. Pero ya no tengo que guardarlas durante mucho más tiempo, porque estarán conmigo dentro de poco. Siendo mis Primeros.

Aguardo su llegada mientras visto un uniforme de la Legión de Reconocimiento, robado, por supuesto. El castillo principal de Mitras es majestuoso y colosal. Se alza con elegancia en medio de las murallas, siendo una imponente estructura de piedra y mármol. Sus altos muros están coronados con almenas y torres de vigilancia, pequeños puntos altos donde la Policía Militar nos vigila segundo a segundo. Lo cual es obvio, debido a que la gran boda de Historia Reiss significa para la Isla una oportunidad para relacionarse con el mundo exterior.