Capítulo 31: La Danza de la Nieve y el Fuego

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La noche avanzaba lentamente, y con ella, la nieve comenzaba a caer, creando un ambiente gélido que amenazaba con helar los huesos. El parque estaba cubierto por un manto blanco, y las huellas de quienes habían caminado por allí se desvanecían con rapidez.

Villalobos, tras avistar a Violeta cerca de la casa del árbol que había sido parte de su infancia y adolescencia, tomó un respiro que le heló los pulmones. El frío lo estremeció, pero no pudo evitar llamar a Violeta.

Villalobos: ¡Violeta!

A pesar de haber escuchado claramente su nombre, Violeta hizo como si no lo hubiera oído. Suspiró con pesar, maldiciéndose a sí misma por no poder dejar atrás su pasado y maldiciendo a Villalobos por seguir persiguiéndola, incluso en este momento.

Violeta: ¿Por qué no puedes entender que es mejor así, Villalobos? Por tu bien y por el mío... 

Sin terminar de pronunciar sus palabras de autorreproche, fue sorprendida por la aparición repentina de Villalobos frente a ella, intentando detenerla.

Villalobos: Violeta, necesitamos hablar.

Su aparición repentina hizo que ambos perdieran el equilibrio en su forcejeo y terminaron cayendo juntos sobre la nieve. La escena estaba impregnada de una tensión que parecía no querer desaparecer, mientras la noche continuaba su avance, cubriéndolos con su frío manto.

Villalobos jadeaba, sintiendo el frío penetrar en sus pulmones mientras intentaba explicarse. Sin embargo, fue interrumpido por las palabras de Violeta, quien le reprochaba por no comprender que ambos debían distanciarse.

Violeta: ¡No entiendes, Villalobos! Esto no puede ser...

Pero Villalobos no permitió que terminara. Se inclinó hacia ella con una determinación férrea, su aliento escapando en pequeñas nubes de vapor en el gélido aire.

Villalobos: Violeta, no... No de nuevo.

Sus ojos rojizos se clavaron en los suyos, su cabello cayendo sobre su rostro, contorneando la máscara que le ocultaba parcialmente. El calor que irradiaba la abrumaba, y ella se encontraba en una encrucijada. No quería separarse de él, pero tampoco quería ser la causa de la distancia entre Fish y Villalobos.

El momento estaba cargado de emociones, y la nieve que los rodeaba parecía ser el único testigo de la intensa escena que se desarrollaba. Sin embargo, una risa retorcida resonó en el ambiente, seguida de aplausos pausados que hicieron estremecer a Violeta al reconocer la voz.

SU: ¡Oh, qué conmovedoras palabras, pelirrojo!

Una figura albina se aproximó a ellos, su sonrisa retorcida se insinuaba en su rostro. La escasa luz dejaba entrever su presencia siniestra.

SU: Vaya, vaya... ¿VBW en una situación comprometedora? Qué interesante.

Antes de que SU pudiera continuar, Villalobos, desconcertado, exclamó:

Villalobos: ¿¡Quién eres!?

Su mano pasó por la cintura de Violeta, apretándola contra él. Su mirada brillante se fijó en la silueta blanquecina que se acercaba.

SU, sonriente, continuó con el enigma de su identidad, pareciendo reconocer a Villalobos, pero restándole importancia. Luego, con malicia, quiso saludar a Violeta.

SU: ¿Te sorprende verme?

Un gruñido ensordecedor de Villalobos lo silenció de inmediato. Violeta, inconscientemente, se aferró a él. SU, observando la pose protectora del pelirrojo, decidió despedirse, pero no sin antes asegurarles que se volverían a ver.

SU: Será un hasta luego, VBW. No olviden que siempre estoy cerca.

Una risa siniestra resonó en el ambiente mientras la nieve parecía desvanecerse, dejando solo un eco inquietante de su presencia. Villalobos bufó al no visualizar más a SU. Sin embargo, Violeta lo empujó, intentando quitárselo de encima.

Violeta: ¡Villalobos, debes alejarte de mí! Soy peligrosa para ti.

Las palabras de Violeta desconcertaron a Villalobos. Sintió cómo ella buscaba apartarlo de ella. 

Villalobos: ¿Qué... qué estás haciendo?

Sin embargo, al sentarse sobre su abdomen y tomar sus manos, la cuestión de Violeta lo dejó perplejo.

Violeta: ¡No quiero... seguir tus órdenes SU! No... puedo...

El nombre de SU resonó en los oídos de Villalobos. Aunque no lo reconocía, intentó cuestionarla nuevamente. Sin embargo, se quedó en silencio cuando Violeta realizó una maniobra que lo inmovilizó contra la nieve. Gruñía mientras intentaba liberarse, pero las palabras de Violeta resonaron en el aire.

Violeta: SU fue quien... me sometió a ese proceso...  ¡Él es el responsable de que haya tenido que matarte, Villalobos!

Sus palabras resonaron en el aire, y sus ojos brillaban en un tono índigo que inquietó a Villalobos, finalmente comprendió. Aquella silueta albina, SU, era el responsable de su secuestro y el proceso de lobotomía al que lo sometió. Fue ese proceso el que obligó a Violeta a matarlo la última vez que se encontraron.

Los ojos de Violeta brillaban con emociones cruzadas, y Villalobos supo que estaba luchando consigo misma. Sin pensarlo, Villalobos decidió actuar. Imitando la maniobra de Violeta, la sometió contra la nieve, haciéndola detonar con una ira irreconocible para ambos.

Violeta: ¡Déjame, Villalobos! ¡No entiendes!

No obstante, él utilizó sus rodillas para sujetar sus manos y le exclamó con determinación que esa vez ninguno de los dos moriría.

Villalobos: Esta vez no, Violeta. Ninguno de los dos morirá.

Pero Violeta, perdiendo el control, trató de quitárselo de encima, lo que provocó una pelea intensa entre ambos. 

Violeta: ¡No puedes detenerme! ¡No puedes...!

El aire se llenó de electricidad mientras los dos combatientes se enfrentaban en medio de la nieve. Violeta se movía con una agilidad impresionante, sus movimientos eran fluidos y precisos, demostrando su destreza en combate cuerpo a cuerpo. Cada golpe era ejecutado con rapidez y fuerza, su aguda habilidad le permitía atacar limpiamente.

Villalobos, por su parte, conocía a la perfección las técnicas de Violeta. Sus sentidos agudizados por la mutación le permitían anticipar los movimientos de su amiga. Con una destreza mejorada, evitaba los ataques con agilidad, moviéndose con una precisión casi sobrenatural.

Violeta atacaba con firmeza, como si en ese momento no reconociera la amistad que los unía. Cada golpe iba dirigido con determinación, sin mostrar señales de clemencia. Villalobos, en cambio, se enfocaba en defenderse, bloqueando los ataques con movimientos calculados.

Villalobos: ¡Violeta, por favor! ¡Debes calmarte!

A pesar de la intensidad del enfrentamiento, sus palabras resonaban con un tono de súplica. El choque entre los dos amigos era una danza frenética de poder y agresión. La nieve se teñía con destellos de sus poderes, creando una escena de fuerza y desesperación en aquel paraje invernal.

En medio del tumulto, Villalobos percibió un destello que captó su atención. Reconoció la forma de la daga que Violeta siempre portaba entre su abrigo. Era evidente que ella estaba dispuesta a usarla en su contra. Con una determinación que lo sorprendió incluso a él, se lanzó hacia ella.

El frío punzante de la hoja atravesó su costado, pero Villalobos no flaqueó. En lugar de responder con agresión, exclamó con voz cargada de advertencia:

Villalobos: ¡Violeta, detente! No quiero lastimarte.

Sus palabras resonaron en el aire, seguidas por el jadeo de sus respiraciones entrecortadas. La situación estaba al borde de la violencia, pero Villalobos se mantenía firme en su determinación de no responder a la agresión de su amiga con más violencia. Su deseo era claro: proteger a Violeta, incluso de sí misma.

-"El Resurgimiento de Villalelphia"- @YumenonakadeTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang