Capítulo 32: Corazones en Conflicto

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El tiempo parecía detenerse mientras la nieve caía con una suave lentitud. Villalobos sostenía a Violeta con fuerza, quien forcejeaba en un intento desesperado por liberarse. En medio de la lucha, Violeta trató de usar su daga, pero se detuvo abruptamente al sentir el impacto de la hoja en el cuerpo de Villalobos.

Sus ojos se abrieron lentamente, revelando la sorpresa y el terror de lo que acababa de hacer. Percibió el aroma metálico que comenzó a deslizarse desde la empuñadura de madera hasta sus manos, abrumándola.

Violeta: Y-yo, no... no quería...

Pero antes de que pudiera terminar la frase, Villalobos se alzó sobre ella, gruñendo con firmeza. Sintió una presión en su pecho y un tirón que arrancó la hoja de su cuerpo, dejando un rastro rojizo sobre la nieve a su alrededor.

La respiración de Villalobos era pesada, y con manos temblorosas, utilizó el mismo artefacto para rasgar la máscara que ocultaba su rostro. Un destello de determinación brilló en sus ojos, como si estuviera decidido a mostrar su verdadero ser, sin importar las consecuencias.

Violeta se quedó abrumada al ver cómo Villalobos arrancaba la máscara que había ocultado su rostro durante las últimas semanas. La piel pálida de Villalobos resaltaba en contraste con la nieve que comenzaba a caer a su alrededor. Sus ojos rojizos brillaban con una intensidad que irradiaba determinación, mostrando el verdadero cambio que había experimentado tras su mutación.

El corazón de Violeta latía con fuerza, y sus emociones estaban completamente desbordadas. Villalobos, con la boca entreabierta, dejó al descubierto unos colmillos que habían comenzado a crecer. No gritó de dolor ni de desesperación, sino de una mezcla de emociones intensas al enfrentarse a ella de esa manera una vez más.

Violeta: Villalobos, yo... L-lo siento...

Trató de explicarse, pero Villalobos, determinado, se inclinó hacia ella, silenciándola con su cercanía. Exclamó que no quería sus disculpas ni sus palabras, sino a ella, pese a todo.

Villalobos: No necesito tus disculpas ni tus palabras, Violeta. Solo quiero tenerte a mi lado.

Sus palabras resonaron en los oídos de Violeta, y su corazón comenzó a latir con fuerza en su pecho. El tormento emocional que estaba pasando Villalobos se reflejaba en su mirada, lo que le hizo gruñir con frustración. Sin más, dejó caer sus manos sobre los hombros de Violeta, mirándola a los ojos con una mezcla de desesperación y anhelo.

Un silencio profundo envolvió a Violeta, permitiéndole escuchar el palpitar acelerado del corazón de Villalobos. Él tomó un respiro profundo, buscando las palabras adecuadas para expresarse.

Villalobos: Violeta, escucha... No estoy dispuesto a perderte de nuevo. No importa lo que haya pasado. Quiero que seas parte de mi vida.

Cada palabra resonó en el corazón de Violeta, abrumándola por completo. Sus ojos se cristalizaron, reflejando la intensidad de sus emociones. Trató de negar con la cabeza, consciente del peligro que representaba para él.

Violeta: No, Villalobos, no puedes... No debes...

Sin embargo, Villalobos la interrumpió, acercándose a ella con determinación, reafirmando sus sentimientos por ella.

Villalobos: Esta es mi primera confesión, Violeta. No pienso perderte. 

Ambos corazones se detuvieron con brevedad ante la firmeza de los sentimientos que se desbordaban entre ellos. El frío invierno testigo de aquella confesión, mientras la nieve caía como si el mundo mismo se hubiera detenido para presenciar ese momento.

Sus ojos se buscaron lentamente, sumergiéndose el uno en el otro mientras el silencio reinaba en el gélido paraje. Sin embargo, en medio de ese silencio, Villalobos sintió un frío punzante en su abdomen que lo hizo apartarse de Violeta. Se dejó caer sobre la nieve a un lado, extrañamente sin sentir dolor físico, pero consciente de que algo en su interior comenzaba a despertar.

Villalobos: Estoy seguro, Violeta... No importa lo que pueda pasar. Estoy dispuesto a arriesgarme por ti.

Un zumbido agudo resonó en los oídos de Violeta, haciéndola darse cuenta de que Villalobos se había arriesgado nuevamente por ella. No era la primera vez que lo hacía, y esa revelación la abrumó. Optó por arriesgarse, esta vez, por él. Sentándose en la nieve, balbuceó, intentando expresarse, pero aún temiendo que pudiera lastimarlo de nuevo, como ya lo había herido en esta ocasión.

Violeta: Yo... no quería herirte, Villalobos. No quiero hacerte daño...

Sin embargo, sus palabras se desvanecieron lentamente en el aire. Villalobos, habiéndose sentado a su lado, se inclinó hacia ella y depositó un cálido beso en su mejilla. Con ese gesto, dejó que la calidez de su cariño la envolviera lentamente, como si intentara disipar sus preocupaciones y reflejar la intensidad de sus sentimientos, aunque de una manera aún tímida. La nieve testigo de ese encuentro, ahora caía con mayor intensidad a su alrededor, como si la naturaleza misma celebrara la conexión que comenzaba a forjarse entre los dos. 

Mientras tanto, en la casa, Hikary reprendía a Fish por lo que había ocurrido con Villalobos. Las palabras de su madre la abrumaban, y Fish intentaba explicarse, buscando desesperadamente hacer entender sus razones.

Hikary: Fish, no puedo creer que hayas tenido una pelea con tu hermano. Debes entender que Villalobos tiene derecho a elegir a quién ama y con quién quiere estar.

Fish: Pero, mamá, ¡ella es una asesina! No puedo creer que él esté dispuesto a ponerla por encima de su propia familia.

Clementine, aunque con dificultad para expresarse debido a su sordera, balbuceaba con frustración al ver que Fish no comprendía que Villalobos amaba a Violeta desde siempre. Sus torpes palabras resonaban en la sala, preocupando a Hikary al ver cómo su hija temblaba con frustración.

Clementine: F... Fish, n... no en... entendes... el am... mor de... Vi-Villalobos.

En ese momento, la puerta de la casa se abrió y Villalobos entró tambaleándose, evidentemente sorprendido al escuchar a su hermana sordomuda expresar su molestia. Desconcertado, trató de cuestionarla, pero Clementine se aproximó a él y lo abrazó, balbuceando en un intento de expresar su sentir.

Clementine: No... e... elijas... a... elige ser... f... felí... z.

Sus palabras, aunque torpes, eran una súplica para que Villalobos entendiera que merecía ser feliz y libre para amar a quien su corazón eligiera. La mirada de Clementine estaba llena de preocupación y amor fraternal, deseando fervientemente que su hermano pudiera encontrar la felicidad que merecía. 

Villalobos, aunque abrumado por la intensidad de las palabras de Clementine, sonrío ligeramente antes de tomar sus mejillas y besar su frente. Rodeó a su hermana con sus brazos lentamente, balbuceando sobre su amor por la familia, y cómo estaba firme en lo que quería hacer con su vida.

Villalobos: Amo a mi familia, Clem. Siempre lo haré, pese a todo.

Clementine sonrió al escucharlo y asintió, aferrándose a él con cariño. Hikary observaba la escena con preocupación, deseando que sus hijos pudieran finalmente superar las tensiones y sanar las heridas que los separaban.

Mientras tanto, Fish se sentía atrapada entre sus creencias y el amor de su hermano por Violeta, sin saber cómo superar esa barrera que parecía cada vez más insuperable. Sus ojos reflejaban la confusión y el conflicto que bullían en su interior, y sabía que tendría que encontrar una manera de reconciliar sus sentimientos y aceptar la realidad que ahora se les presentaba.

-"El Resurgimiento de Villalelphia"- @YumenonakadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora