3. Edward Cullen.

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I can't do this




—Es un poco raro, ¿no crees?— preguntó Laney

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—Es un poco raro, ¿no crees?— preguntó Laney.

—Si, pero está bien lindo, ¿o no?

—Pues si... pero es que no lo entiendo, un día me habla y al día siguiente simplemente me ignora, yo no estoy para esas tontadas.

—Tal vez es tímido.— Tereza se encogió de hombros.

—¿Tímido? Ja, no lo creo.— dijo negando. —ese tiene cara de todo menos de tímido, lo que es es un presumido.

—No entendí, ¿que no te gustaba?

—Si, pero es que...

—¿Es que? ¿Por qué le estás tirando hate al pobre?

—Es que me estresa... siento que me habla solo cuando el quiere... ¿y después? Simplemente me ignora y... no entiendo para nada a que quiere llegar conmigo. Literalmente me dijo que era mejor si no éramos amigos y al día siguiente simplemente me estaba hablando como si nada.

—Ay Lana no lo sé... si te soy sincera toda la familia Cullen es medio rarita, ¿quien te mando a ti a que te gustara Edward?

Laney suspiró y miró a Tereza con una sonrisa resignada.

—Ya sé que tienes razón, los Cullen son definitivamente raritos. Pero algo en Edward me atrae, aunque no entienda su comportamiento... es tan... él.

—¿Que significa eso?

—Me encantaría explicártelo, pero no lo sé.— dijo ella encogiéndose de hombros.

—Eres toda una loquita... pero él tiene dinero, entonces te apoyo.

—No me interesa su dinero, Tereza, me interesa él... él tiene algo que me hace... sentirme tan atraída por él.

—¿Estas muy enamorada, no?— dijo deteniéndose en la puerta de la casa de Laney.

—¿Enamorada de quien?— preguntó Leonel, el padre de Laney saliendo de la casa.

—De nadie.— respondió la pelirroja inmediatamente.

—¿De nadie eh?— dijo arqueando una ceja. —¿de nadie Tereza?— le preguntó a la rubia.

—Oh no... de- de nadie, solo estábamos... ya sabe, bromeando. Yo... yo ya me iba.— tartamudeó.

—Adiós, que te vaya bien.— dijo Laney con una pequeña sonrisa.

—Adiós, nos vemos mañana, adiós señor Leo.— dijo agitando su mano.

—Adiós, Tereza.— dijo él mayor. —Ten cuidado, llama a Laney cuando llegues a tu casa.

—Si señor.— Tereza caminó hacia su casa, perdiéndose pronto de la vista de Laney y de Leonel.

—¿Quieres cenar?— preguntó a su hija. —podemos ordenar una pizza si gustas.

One Shots (Robert Pattinson)Where stories live. Discover now