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—Psss ¡Ginger!... ¿donde estás?— llamó la pelirroja. —¡Ginger! Ven gatito, ven.— siguió llamando.
Siguió caminando ya cansada de buscar al escurridizo animalito, había sido una larga noche y las piernas le dolían, además de eso, el corset que traía le apretaba y no la dejaba respirar bien.
La chica llegó a donde habían varias jaulas en las que se guardaban algunos animales y entonces pudo ver a un chico cargando y acariciando a su gato.
Jamás en su vida lo había visto, probablemente era algún chico del pueblo o algo así, ¿pero por qué seguía ahí? ¿O trabajaba con ellos? ¿Quien era?
La chica se aclaró la garganta haciendo que aquel joven volteara rápidamente.
—Hola...— saludó ella.
—Oh, hola.— respondió él.
—Parece que encontraste lo que llevo buscando hace una hora.— dijo señalando a Ginger con la cabeza.
—Oh, ¿es suyo?— preguntó.
—Correcto.— dijo ella, asintiendo.
—Lo vi solo por acá, pensé que se le había perdido a alguien o algo así... o por lo menos que lo habían abandonado.
—Oh no... es demasiado escurridizo.— explicó ella. —Lo llevó buscando desde que acabó el show.
—Oh... ya veo.— dijo acariciando suavemente al felino.
—¿Viste el show?— preguntó ella.
—Así es.— dijo él asintiendo. —estuvo... lo hiciste muy bien... estuvo muy interesante.
La pelirroja sonrió. —Te lo agradezco... ¿eres de por acá?— preguntó, dando un paso más hacia él.
—Oh no no no, yo... se supone que trabajaré acá... es... es mi segundo día.
—Oh... ¿de verdad?— preguntó y él asintió. —¿Y que harás?
—Puedo hacer cualquier cosa, de hecho... soy bueno para lo que necesiten.
—¿Mi padre te dejó trabajar aquí con ese cuento del "puedo hacer todo"?— preguntó sarcásticamente.
—¿Eres la hija de August?
—¿Tú que crees?
—¿Y tú mamá es... la señora-
—Oh no no, Marlena no es mi madre...— negó.
—Ah...— dijo asintiendo. —bueno... de hecho soy veterinario... así que supongo que tu padre me contrató exactamente por eso.
