Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.
Diane estaba acostada en su cama mirando hacia el techo, estaba un poco harta de hacer lo mismo todos los días (o sea nada) y aunque lo sentía como una eternidad, apenas llevaba tres días allí.
Aún se cuestionaba por qué se había casado con Bruce si él no la amaba, pero si tenía una respuesta, ella si lo amaba a él. Diane había estado enamorada de Bruce desde sus quince años y ahora con veintidós sus sentimientos no habían cambiado ni un poco, a pesar de que solo se habían casado por conveniencia entre la empresa de su padre y la empresa de Bruce, a veces soñaba con hubiera una razón más de parte de él.
Bruce era un hombre, tenia veintisiete y aunque le llevaba cinco años a Diane, en madurez le llevaba un mundo, tal vez por el hecho de que creció sin padres y a ella le habían dado todo en bandeja de oro. El castaño trabajaba en la mañana y después de seis de la tarde se perdía, regresando a altas horas de la madrugada, Diane no sabía lo que él hacía, pero es que apenas hablaban, incluso dormían en habitaciones diferentes, después de todo, cuando Diane se mudó a la mansión Wayne después de la boda, Bruce le enseñó su habitación diciéndole: —Te mandé a ordenar esta habitación, no hace falta que durmamos juntos, no tenemos que fingir nada acá dentro.
Si lo que más deseaba era estar con él, realmente la rubia no tenía idea de cómo abordar esa conversación, cada vez que veía a Bruce, sus palabras se atoraban en su garganta, él era demasiado serio, incluso podía jurar que jamás lo había visto sonreír a parte de esas sonrisas falsas que daba en las juntas de la empresa.
La chica se levantó de su cama dirigiéndose a la puerta, eran al rededor de las dos y quince de la madrugada y no había podido conciliar el sueño. Abrió la puerta y miró hacia ambos lados del pasillo, salió y comenzó a caminar hacia la cocina en medio de la oscuridad. Bajó las escaleras y caminó hasta entrar a la cocina, donde tomó un vaso y lo llenó de agua para beberlo.
Un poco de agua se derramó cayendo en su pijama de seda. Lindas pijamas (vestidos) de seda había comprado su mejor amiga Sky para ella, diciéndole que la harían lucir "sexy" para él, ja... como si fuera a pasar algo entre ellos. La rubia dejó el vaso en el meson y suspiró.
Diane se sobresaltó al escuchar un leve ruido proveniente del pasillo. Se volvió hacia la entrada de la cocina y vio a Bruce, con una expresión imperturbable, apoyado contra el marco de la puerta de brazos cruzados.
—¿Que haces ahí?— preguntó él.
—Tomó agua...
—¿No puedes dormir?— preguntó él, su voz grave resonando en la tranquila mansión.
Diane asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción al verlo allí. —No- no tengo sueño... dormí todo el día.
Bruce la observó con una mirada penetrante, como si estuviera buscando algo más profundo en sus palabras. Diane se sintió vulnerable bajo su escrutinio, pero al mismo tiempo deseaba que él entendiera lo que realmente estaba sintiendo.
