Capítulo 14

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Después de comer, Camille ya quería volver, no a la Mansión en sí, quería descansar, y ya que solo traíamos un auto, la envié en este y yo fui a ILIA en un taxi.

He buscado tiempo libre para salir de la empresa, en cambio, igual tengo trabajo. Me falta revisar un par de contratos nuevos. Por lo que he visto y según me han contado varias personas, creo que estoy haciendo parte de las labores que en su momento hicieron Lucas y Salvik.

Eso me recuerda que hace mucho que no veo a Ekaterina y a su padre. Independientemente de Mijaíl, ambos siempre fueron amables conmigo y todavía tengo la inquietud de qué habrá sucedido con Lika.

Subí por el ascensor hasta mi piso y ver que Soledad empezaba a colgar una llamada que se encontraba realizando, supuso que me estaba esperando, además no me perdía de vista.

Me detuve en su escritorio, donde me recargué.

—Sí, sí, yo le digo. Muy amable —le dijo a la persona al teléfono y colgó, entonces se dirigió a mí—. Buenas tardes, señora.

—Solo tardes —corregí—. ¿Algún pendiente?

—El señor Alexey, Esteban y Yale la están buscando.

—Diles que estoy en mi oficina, tengo mucho trabajo.

—Como guste —acató. Hice ademán de avanzar—. ¡Ah!, y le hablaron del Liceo Spencer, por una conferencia que usted tiene que dar.

Suspiré con cansancio.

—Sí, gracias.

Entré a mi oficina, cerré la puerta y fui a sentarme en mi silla. Si no considero todo lo que hay más allá de esa puerta, estar aquí es muy cómodo.

Tengo que hablar con el rector por esa conferencia.

Para la cena de Año Nuevo me falta enviar las invitaciones y elegir lo que usaré.

Las tareas aquí y las de la Mansión.

Y... Llamaron a la puerta.

—Está abierto —dije en voz alta. Entraron los tres caballeros que Soledad dijo me estaban buscando. Los vi entrar uno por uno—. Traen una cara... —murmuré—. Véanse en el espejo —señalé al pequeño espejo en la pared.

Esteban y Yale tomaron asiento, Alexey se quedó de pie.

—Nos fue muy mal en la junta —habló Yale.

—¿Qué pasó? —pregunté.

—El capital de ILIA no se ha recuperado ni un 50%, con eso íbamos a liquidar los préstamos que hicieron los accionistas —explicó Esteban.

—Lo que está hablando es la ética de la empresa —dije—. ¿Qué más les dijeron en la junta?

—Necesitamos el dinero de las inversiones en Estados Unidos —respondió Yale—. El permiso de exportación, además de salida, también implicaba la entrada de dinero.

—Necesitan ese permiso ya —resolví yo sola. Miré a Alexey y este asintió—. Yo..., cuando hice todo lo de Elijah, no pensé que fuera a llegar hasta aquí, no contemplé todo. Y no quiero darles más problemas de los que ya tienen, pero yo no creo que me lo vayan a dar.

—Ya la están evaluando a usted —añadió Esteban—, ofrecerles otro candidato a estas alturas no va a ser darles opciones, sino jugar con ellos.

—Si te lo dan a ti, tú se lo puedes dar a alguien más —le siguió Alexey.

—No sabía que yo lo podría traspasar.

Eso significa que entonces no me tengo que quedar. No menosprecio mi trabajo, pero no me voy a engañar, no me gusta estar aquí y no voy a jugar con el patrimonio de Alexey y Camille.

[7] CCC_Henko | TERMINADA | ©Where stories live. Discover now