capítulo 7

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A la mañana siguiente, Molly llamó a la puerta que comunicaba su
dormitorio con otra habitación y esperó. Al no recibir respuesta, la abrió y vio que se trataba de otro imponente dormitorio con muebles que parecían haber sido diseñados hacía varios siglos. Respiró profundamente.
Tal vez debería haber estado preparada para la ausencia de Harry.
Después de todo, había dormido sola. Sola en su noche de bodas.
Aunque era cierto que habían consumado el matrimonio en el avión privado de Harry, no había esperado que él la dejara sola. Sin embargo, tampoco había esperado que tendrían dormitorios separados. La noche anterior se había quedado dormida mientras lo esperaba en medio de aquel solitario esplendor. Una doncella la había despertado con el desayuno en la cama. Sólo comprendió la verdad mientras se vestía: el vestidor contenía tan sólo su ropa. Una puerta del enorme dormitorio conectaba con el de él.
Alguien llamó a la puerta de su dormitorio. Era Julia.
—Oh, bien. Ya veo que estás levantada. Harry me ha pedido que te lleve de tiendas para que te compres un vestido para la fiesta de esta noche.
—¿Dónde está él?
—En el banco, por supuesto —replicó Julia. Parecía sorprendida por la
pregunta.
Molly no se podía creer que se hubiera marchado a trabajar el día
después de su boda. Se negó a pensar que él la había abandonado.
Después de todo, no era una niña. Muy pronto se acostumbraría a todo y se las arreglaría bien sin él. Por lo que parecía, no tenía mucha elección.
Mientras bajaban la escalera, Julia le explicó a Molly adonde la iba a
llevar de compras mientras que ésta no dejaba de contemplar todo lo que
le rodeaba. Lo hacía con la aprensión de una persona corriente que, de
repente, se encuentra perdida en un palacio real. Inmediatamente alejó
ese pensamiento de su mente. El castillo de Harry era el lugar en el que ella iba a criar a su hijo y lo último que su bebé necesitaba era una madre a la que le faltara autoestima. Al llegar al pie de las escaleras, un miembro
del servicio doméstico se dirigió a ellas en español.
—Basilio dice que a mi madre le gustaría hablar contigo antes de que
nos marchemos —tradujo Julia. Entonces, acompañó a Molly a un elegante salón en el que doña María la estaba esperando.
—Molly —dijo la mujer, saludándola con una pétrea sonrisa—. Harry
me ha pedido que hable contigo sobre la organización de esta casa. No
cree que tú puedas hacerte cargo inmediatamente, por lo que yo he
accedido a ocuparme de ese trabajo hasta que tú te sientas capacitada.
Abrumada por la poca confianza que tenía su esposo en ella, Molly se
sintió arrinconada.
—Bien —contestó con incertidumbre.
—Ocuparse de los empleados y del funcionamiento de una casa tan
grande como ésta es una tarea compleja —señaló doña María—. Aloise
había crecido en una casa similar y sabía exactamente lo que tenía que
hacer. Basilio es un excelente mayordomo. Tiene que serlo. Harry
espera que este castillo funcione como un reloj.
Con una brillante sonrisa con la que trató de ocultar la tensión que la
embargaba, Molly levantó la barbilla.
—Estoy segura de que podré hacerlo también perfectamente. Mi
experiencia en el mundo de la hostelería me ayudará.
—Me impresiona tu confianza.
Molesta por la actitud de su suegra, Molly levantó aún más la cabeza.
—Comprendo que la repentina boda de su hijo la haya sorprendido a
usted. No tengo deseo alguno de enemistarme con usted, pero, ahora,
ésta es mi casa y tengo la intención de adaptarme al modo de vida de
este lugar porque quiero que nuestro hijo sea feliz…
—Sin embargo, tú jamás podrás ser la esposa que Harry
necesitaba. Aloise fue el amor de su vida. Completamente irreemplazable.
Jamás encajarás aquí como lo hizo ella. Sólo puedes ser motivo de
vergüenza para mi hijo. ¡Una camarera! —exclamó la duquesa con
profundo desprecio—. Sé que te arrojaste encima de Harry desde el
primer momento en el que lo viste…
—¿De dónde se ha sacado usted eso? —la interrumpió Molly sin poder
contenerse.
—Krystal Forfar es una de mis más antiguas amigas. ¡Ella fue testigo
de cómo conociste a Harry y te vio como lo que eres, una cazafortunas!
Aunque le dolió profundamente aquel insulto, Molly se mantuvo firme.
—Supongo que es usted la parte anónima que había detrás de la
oferta que se me hizo.
—No sé de qué estás hablando —proclamó doña María—. Te aconsejo
que no hagas alegaciones falsas contra mí —añadió la mujer—. Harry no te perdonaría jamás.
Diez minutos más tarde, mientras iba en una lujosa limusina con Julia,
Molly seguía preguntándose si debía contarle a Harry lo ocurrido con su
madre. ¿Cómo podía demostrarlo? No tenía pruebas escritas que lo
corroboraran ni testigos de lo que la abogada le había dicho. Además, ¿se
atrevía a ir contándole a Harry cosas sobre su madre menos de treinta y
seis horas después de casarse con él? Decidió que no. No obstante, lo de
«el amor de su vida» le había dolido profundamente. Sabía que pasaría
mucho tiempo antes de que ella pudiera olvidar aquella descripción de Aloise.
—¿Quería mucho tu madre a Aloise? —le preguntó Molly a Julia.
La joven se sonrojó y evitó mirarla a los ojos.
—Mamá conoció a Aloise cuando era una niña. Como todos. Sólo vivía
a unos pocos kilómetros de distancia de aquí y nuestras familias tenían
una buena relación. La muerte de Aloise nos destrozó a todos. El accidente
fue inesperado y verdaderamente trágico. Aloise tenía mucha vida por
delante… Todo el mundo la admiraba…
Por lo que parecía, Harry había elegido la esposa perfecta. Una
amiga de la infancia, vecina, conocida de su familia y con la que él había
compartido mucho más de lo que podría compartir nunca con ella.
También estaba dispuesta a apostar que Harry sí que se había llevado
al amor de su vida de luna de miel…

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