𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 16 2/2

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—¿Qué es esta cosa? —fueron sus primeras palabras.

—No sé, alguna clase de planta. Supongo que está aquí para amortiguar la caída. ¡Vamos, Hermione y Ron!

La música lejana se detuvo. Se oyó un fuerte ladrido, pero Hermione y Ron ya habían saltado. Aterrizaron al otro lado de Harry.

—Debemos de estar a kilómetros debajo del colegio —dijo la niña.

—Me alegro de que esta planta esté aquí —dijo Ron.

—¿Te alegras? —gritó Hermione—. ¡Miraos!

Hermione saltó y chocó contra una pared húmeda. Tuvo que luchar porque, en el momento en que cayó, la planta comenzó a extenderse como una serpiente para sujetarle los tobillos. Harry y Ron, por su parte, ya tenían las piernas atrapadas por largas enredaderas sin que se hubieran dado cuenta. Hermione y Aurora pudieron liberarse antes de que la planta la atrapara. En aquel momento miraban
horrorizadas, mientras los chicos luchaban para quitarse la planta de encima, pero, cuanto más se resistían, con mayor fuerza y más rápidamente los envolvía la planta.

—¡Dejad de moveros! —ordenó Aurora—. Sé lo que es esto. ¡Es un lazo del diablo!

—Oh, me alegro mucho de saber cómo se llama, es de gran ayuda — gruñó Ron, tratando de evitar que la planta se le enroscara en el cuello.

—¡Calla, estoy tratando de recordar cómo matarla! —dijo Hermione.

—¡Bueno, dense prisa, no puedo respirar! —jadeó Harry mientras la planta le oprimía el pecho.

—Lazo del diablo, lazo del diablo... ¿Qué dijo la profesora Sprout?... Le gustan la oscuridad y la humedad...

—¡Entonces enciende un fuego! —dijo Harry.

—Sí... por supuesto... pero ¡no tengo leña! —gimió Hermione, retorciéndose las manos.

—¿TE HAS VUELTO LOCA? —preguntó Ron—. ¿ERES UNA BRUJA O NO?

—¡Oh, de acuerdo! —dijo Hermione.

Agitó su varita, murmuró algo y envió a la planta unas llamas azules como las que había utilizado con Snape. En segundos, los dos muchachos sintieron que se aflojaban las ligaduras, mientras la planta se retiraba a causa de la luz y el calor. Retorciéndose y alejándose, se desprendió de sus cuerpos y pudieron moverse.

—Me alegro de que estuvieran atentas en las clases de Herbología, Hermione y Aurora —dijo Harry mientras se reunía con ella junto a la pared,
secándose el sudor de la cara.

—Sí —dijo Ron—, y yo me alegro de que Harry no pierda la cabeza en las crisis. Porque eso de «no tengo leña»... francamente...

—Por aquí —dijo Harry, señalando un pasadizo de piedra que era el único camino.

Lo único que se oía, además de sus pasos, era el sutil goteo del agua por las paredes. El pasadizo bajaba oblicuamente y Harry se acordó de Gringotts. Con un desagradable sobresalto, recordó a los dragones que se decía que custodiaban las cámaras en el banco de los magos. Si encontraban un dragón, un dragón más grande... Ya habían tenido suficiente con Norberto.

—¿Oyen algo? —susurró Ron.

Harry y Aurora escucharon. Un leve tintineo y un crujido, que parecían proceder de más adelante.

—¿Crees que será un fantasma?

—No lo sé... a mí me parecen alas.

Llegaron hasta el final del pasillo y vieron ante ellos una habitación brillantemente iluminada, con el techo curvándose muy alto por encima de
ellos. Estaba llena de pajaritos brillantes que volaban por toda la habitación. En el lado opuesto había una pesada puerta de madera.

𝑵𝒐𝒄𝒉𝒆 𝑬𝒔𝒕𝒓𝒆𝒍𝒍𝒂𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora