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Nueva empleada
¿Qué se debe hacer cuando se está unido con alguien que no se ama?
Lo más sensato sería separarse y cortar por lo sano, ¿verdad? pero en la vida de Olsson Nami no era tan fácil, el tener dos padres controladores y un novio que sólo la tiene como a un puto trofeo, era odioso.
Sí, Nami odiaba a sus padres y novio, su familia era una de las más adineradas en Suecia, por lo tanto debían mantener una imagen de “familia perfecta” y en esa familia perfecta debía ir incluida la pareja de la promogénita de los Olsson, Roronoa Zoro, un hombre que sólo sirve para alardearle sus riquezas y de la excelente pareja que tiene.
Patético.
Ambos llevaban menos de seis meses de noviazgo arreglado y Nami ya no lo soportaba, ¿cómo es que alguien no se daba cuenta de que no la amaban?. Aquello no cabía en su mente, sinceramente el estar unida de manera sentimental con una persona que odia y detesta, era tedioso y cansado.
Espantoso.
Nami tenía diecinueve años recién cumplidos, estudiaba diseño de interiores en la universidad más costosa e importante de Gotemburgo, logrando aquello que llamara la atención de muchas personas, algo que quería evitar a toda costa aunque fuera imposible.
Era aislada cuando de personas se trataban, en un mundo como en el que vivía Nami se debía tener cuidado, nadie era realmente amable cuando se le acercaba, y si lo eran sólo actuaban para buscar debilidades y utilizarlas a su favor, cosa que Nami no permitía jamás.
Sus padres, además de controladores, eran muy sobreprotectores. La pelinaranja estaba cansada de tantos cuidados, maldición, ¡ella ya era una adulta!, sus padres no querían entender eso, pero ¿qué culpa tenía ella de que sus cerebros no sirvieran para una mierda que no fuera el dinero, la fama y la fortuna? Sus abuelos eran mejores padres que los propios, siempre que iba a visitarlos se sentía libre y en paz, no se sentía vigilada ni el centro de toda la atención.
Sus abuelos paternos eran muy libertinos, demasiado para el gusto de sus padres, pero aquello le agradaba mucho, al menos con ellos podría hablar de cualquier cosa sin ser juzgada o regañada.
—Amor, ¿en qué piensas? —sintió las manos de su novio enredarse en su cintura de manera posesiva cuando un hombre miró descaradamente su cuerpo. Ambos estaban en el centro comercial comprando algunos vestidos y trajes de gala, los padres de Zoro habían organizado una fiesta para formalizar el noviazgo de su hijo mayor y más consentido, y Nami como buena novia que era debía asistir aunque no lo quisiera.
Rodó los ojos ante la estúpida actitud de su pareja y soltó el agarre que el otro mantenía sobre su cuerpo.
No le gustaba para nada el contacto físico y esa era una de las especialidades de Roronoa Zoro, el ser un empalagoso de primera.
