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Yang suspiró y negó levemente antes de pasar, escuchando a Toji cerrar la puerta detrás de ellos.

- Señor Gojo... ¿Qué ocurrió ahora? Habíamos acordado algo y directamente hizo todo lo contrario. - la mujer tomó el riesgo de acercarse a Satoru con las manos en sus caderas, este solo se rió un poco antes de hacer un puchero.

- Lo lamento, pero es que era la única forma de que volvieras, ¡y fue así! Aquí estás.

Yang soltó un suspiro antes de hacerle una seña a Toji para que se acercara, tomó el paño húmedo que este le ofrecía y con cuidado empezó a limpiar la comisura de los labios de Satoru, su cuello y sus manos.

- ¿Por qué no tomaste tus medicamentos?

- Porque así no estaría dopado.

- Tus medicamentos no te dopan, los llevas tomando dos años y jamás lo han hecho.

- Bueno... ¿Tú que sabes?

- Lo se porque soy tu psiquiatra. Toji, dame sus medicamentos.

El guardia se acercó con las cuatro píldoras y un vaso con agua, aun con su ceño fruncido.

Una, dos, tres, cuatro... ¿Normalmente no son tres?

- Debes tomar la medicina, Satoru, abre la boca.

El peliblanco accedió aún así a tomar los medicamentos, aunque tuviese la duda de que era lo que consumía, lo hacía por ella, por su psiquiatra favorita, su única persona favorita.

- Bien, eso es todo. Muy bien, Satoru, nos veremos en una semana, un médico estará a tu cargo en lo que no estoy, por favor, no hagas esto de nuevo.

Y sin esperar respuesta tanto Toji como Yang salieron de la habitación.

La furia recorrió de nuevo las venas y el cerebro de Satoru, ¿cómo se había atrevido a dejarlo solo de nuevo? ¿por qué? ÉL era su paciente favorito, no podía abandonarlo de esa manera. La silla voló hacia la puerta de metal y, aunque él sabía que no lo escucharía, gritó con todas sus fuerzas.

MeiMei los esperaba en la estación de enfermeras hablando con algunas de ellas hasta que notó de nuevo la presencia de sus empleados.

- ¿Y bien? ¿Es necesario camisa de fuerza? - comentó riendo aunque sabía que no era tan de broma el comentario.

- Creería que si. - murmuró Yang rellenando un formulario y la orden para el interno que se encargaría de Satoru durante su semana libre. - Espero que esto genere un ingreso extra a mi cuenta bancaria, MeiMei. Camisa de fuerza y las dosis de tranquilizante si es necesario... Y sus medicamentos. En cuanto vuelva retomaremos sus sesiones.

- Ah, tan seria como siempre, Yang, ¿cómo haces para estar con Suguru?

- Ya lo sabes, una cosa es el trabajo y otra cosa es la vida cotidiana, MeiMei, nos vemos en una semana. Me saludas a Megumi, Toji. Adiós.

Después de cinco minutos de ello Yang volvió a su auto, tocó suavemente la ventanilla para despertar a su marido y sonrió al verlo somnoliento.

- ¿Muñequita? Hey, ¿cómo estuvo? - él preguntó abriendo la puerta del copiloto para ella, bostezando y tratando de arreglar su largo cabello.

- Primero despierta del todo, cariño. - ella rió levemente quitándose la bata y dejándola en las sillas traseras. - ¿Quieres que maneje yo? Estás muy somnoliento todavía.

- Si una mujer hermosa, profesional, inteligente y perfecta me quiere cumplir ese sueño... No me puedo negar a ello.

- Todo un galán, Doctor Geto.

- Y toda un ángel, Doctora Sugawara.

- ¿Quieres que te recuerde como son los ángeles realmente según la biblia?

- Déjame coquetearte en paz, cariño, por favor.

Entre risas ambos cambiaron de asientos, Suguru saliendo del auto y dando la vuelta y Yang solo pasándose al otro asiento. El trayecto fue realmente tranquilo, escuchando y cantando algunas canciones que sonaban en la radio y compartiendo algunas anécdotas sobre sus pacientes.

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Muchas gracias por leer, estaré atenta a cualquier comentario.

Asylum | JJK FanficWhere stories live. Discover now